
Con la meta de prevenir el acceso de menores de edad a bebidas alcohólicas, la Escuela Graduada de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR) convocó a representantes de agencias de Gobierno, comercios, organizaciones comunitarias y organizaciones sin fines de lucro para dialogar sobre la dependencia de este sector de la población del alcohol.
El diálogo fue convocado por la División de Servicios Comunitarios del Centro de Investigación y Evaluación Sociomédica (CIES) de la Escuela Graduada de Salud Pública del RCM, con el apoyo de la Fundación Agenda Ciudadana.
La presentación de las estadísticas y tendencias del uso de alcohol en menores de edad en Puerto Rico estuvo a cargo del doctor Héctor Colón, profesor en la Escuela Graduada de Salud Pública.
Para representar el consumo de alcohol en los menores de edad, se utilizaron los hallazgos de Consulta Juvenil, encuesta realizada por la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA) sobre el uso de sustancias controladas en adolescentes de todas las escuelas públicas y privadas en Puerto Rico.
Esta encuesta mostró que entre los años 2010 y 2012, el 48 por ciento de los jóvenes comienza a beber alcohol antes de terminar la escuela superior. De estos, el 58 por ciento lo hace antes de cumplir 15 años.
Con relación a estos datos, Colón destacó que los resultados de un estudio realizado en el 2008 sobre trastornos de abuso y dependencia de alcohol en Puerto Rico, presentaban que un 30.7 por ciento de los varones entre las edades de 18 a 24 años fueron diagnosticados con un trastorno relacionado a la dependencia del alcohol. Esta cifra aumentó en un cinco por ciento para los hombres de 25 a 34 años de edad.
Sobre este asunto, Colón mencionó que “es la edad reproductiva de esa población. Es la población que está en el mercado de empleo produciendo para nosotros. O sea, es el momento más crítico para una sociedad”.
“Lo que estamos haciendo no es meramente tratando de evitarnos un problema de que los muchachos se nos emborrachen en una fiesta. Lo que estamos tratando de hacer es proyectarnos a un futuro y decir que una sociedad con esta situación tiene su población comprometida y unos niveles de violencia altos”, destacó Colón.
Efectos del alcohol en los menores de edad
En un aparte con Diálogo, Colón discutió los efectos que tiene el consumo de bebidas alcohólicas en los adolescentes, que van desde problemas en el desarrollo cerebral hasta asuntos relacionados con la violencia física y emocional hacia otros.
“El consumo de alcohol va a retrasar el desarrollo del cerebro. Te va a retrasar, especialmente, las partes que crecen en la adolescencia tardía, como es la capacidad de hacer análisis”, explicó Colón.
El doctor utilizó como ejemplo el de una persona que toma decisiones sobre su carrera universitaria, lo que involucra un proceso de decisión complejo y a largo plazo. “El alcohol lo que hace es que frena el desarrollo de esa capacidad”, indicó Colón.
“Estamos hablando de que cuando el adolescente está bebiendo crónicamente, esas capacidades están apagadas, y después de la adolescencia ese cerebro ya va a dejar de crecer. Si no las desarrollaste en la adolescencia, no las vas a desarrollar”, añadió.
Por otro lado, el alcohol es la única sustancia asociada a violencia. “Gran parte de la violencia individual que vemos en Puerto Rico, detrás lo que hay es la instigación del alcohol”, afirmó Colón, destacando que el consumo de alcohol también repercute en los casos de maltrato infantil y la violencia doméstica.
Enfatizan pedir identificación antes de vender alcohol
De manera similar, la Consulta Juvenil de ASSMCA presentó que el 85 por ciento de los jóvenes encuestados dijeron que no se les solicitó identificación al momento de comprar alcohol. De estos, 58 por ciento indicó haber conseguido alcohol en fiestas o festivales, mientras que el 45 por ciento afirmó haber adquirido bebidas embriagantes en establecimientos comerciales.
“Tenemos unos niveles bien altos de consumo. Tenemos una ley que trata de proteger a nuestros adolescentes y aparentemente es letra muerta, al menos por estas estadísticas”, reflexionó Colón.
Entre las iniciativas que ha realizado el CIES para combatir el uso de alcohol en menores de edad, Colón presentó los resultados de un proyecto multisectorial, auspiciado por ASSMCA, donde utilizaron la estrategia de Check ID, para verificar si los establecimientos de bebidas alcohólicas pedían identificación antes de vender el producto.
Según Colón, Check ID consiste en enviar a una persona joven, de entre 18 a 20 años, a un establecimiento donde se vende alcohol y verificar si le piden su identificación antes de la venta.
Si no se le solicita identificación al joven, se detiene la actividad y se le orienta al comerciante con respecto a estar en violación del Código de Rentas Internas del Departamento de Hacienda, que establece que a toda persona que aparente ser menor 27 años se le debe solicitar identificación para comprar alcohol. Si ocurre lo contrario, se reconoce al comerciante por cumplir con las estipulaciones legales.
“Esta intervención combina organizaciones de base comunitaria con el Estado, específicamente con Hacienda”, resaltó Colón. “Debemos combinar educación y orientación con la fuerza de la ley”, añadió.
En la primera ronda del Check ID, solo alrededor 10.4 por ciento de los establecimientos investigados cumplieron con solicitar identificación antes de vender alcohol. Sin embargo, Colón indicó que al repetir la simulación de la compra y venta de bebidas alcohólicas, aumentó a 19.6 por ciento en la segunda ronda y a un 40.2 por ciento en la tercera y última ronda.
Propuestas para disminuir el consumo de alcohol
A raíz de los diálogos que se organizaron luego de la presentación inicial, los representantes de las diferentes agencias gubernamentales, organizaciones comunitarias y de comercios de venta de bebidas alcohólicas hicieron propuestas de cómo combatir el uso de alcohol en menores de edad en Puerto Rico.
Entre estas, se recomendó establecer políticas públicas respecto al uso de alcohol en menores, reforzar la imposición de multas a comercios que estén en incumplimiento de la ley y establecer campañas de prevención en las empresas que venden bebidas alcohólicas y las agencias de publicidad que las anuncian.
En particular, Melissa Frontera, representando la organización Alianza Para un Puerto Rico Sin Drogas, propuso la colaboración de agencias gubernamentales, como los Departamentos de Hacienda, Salud, Familia y la Policía de Puerto Rico, en la intervención de eventos y festividades donde haya venta de alcohol con menores asistiendo.
Del mismo modo, Frontera exhortó a involucrar a los padres de los jóvenes para que eduquen a sus hijos sobre los riesgos del consumo de bebidas embriagantes en este tipo de eventos. “Hace falta reforzar esa responsabilidad que trae sobre los padres este tipo de actividad, donde hay accesibilidad de alcohol a menores”, destacó.
Cambiando la norma cultural
Colón comentó que ya que el modelo que han utilizado para impactar los comercios ha sido efectivo, esperan continuar colaborando con los diferentes sectores convocados “para sacarlo del nivel de un proyecto de demostración y convertirlo en un proyecto de País”.
“Nunca una estrategia sola va a tener la efectividad que tú necesitas. Tienes que tener múltiples estrategias y tienes que poder sostenerlas en el tiempo”, indicó a Diálogo, añadiendo que espera que las propuestas puedan tener el mismo efecto que se tuvo en la regulación del cigarrillo y en el uso del cinturón de seguridad para los conductores.
“No se trata de prohibir [el alcohol], se trata de educar a la gente, que no le hagas daño a ese niño. Sabemos que la bebida tiene efectos positivos, pero en adultos. Así que es cuestión de cambiar la norma cultural”, concluyó Colón.