En teoría, una adaptación de Pride and Prejudice con la adición de zombis suena como algo divertido y original. Desgraciadamente, Pride and Prejudice and Zombies no alcanza su potencial y torpemente adapta la novela más popular de Jane Austin en un verdadero monstruo para las pantallas grandes. El filme trata de presentar esta historia con acción, horror, romance y comedia, pero resulta completamente carente de originalidad.
Pride and Prejudice, inicialmente publicada como First Impressions, fue escrita por Austen en el 1813. El romance tumultuoso entre sus personajes —Elizabeth Bennet, de apariencia y prospectos humildes, y el adinerado Fitzwilliam Darcy— es uno de los más famosos en toda la literatura. Tiene muchísimas adaptaciones; notablemente, una versión dirigida por Joe Wright y protagonizada por Keira Knightley, lanzada en el 2005. Aunque publicada hace 203 años, la popularidad de la novela no ha mermado, en parte por sus perdurables temas de amor, rango social, y claro, orgullo y prejuicio.
No podemos decir lo mismo de Pride and Prejudice and Zombies. Dirigida por Burr Steele, esta capitaliza la moda de los zombis y agrega una plaga que afecta a mitad de la población inglesa en la trama. Los sobrevivientes son forzados a tomar precauciones violentas para su protección. Lizzie Bennet (Lily James) y sus hermanas son guerreras entrenadas en China en las artes marciales, y el Señor Darcy es de hecho el Coronel Darcy (Sam Riley) en el ejército contra los zombis.
Pride and Prejudice and Zombies resulta un engendro fílmico: parte comedia, parte romance, parte horror y parte acción. El problema es que no triunfa como ninguna de estos géneros. El filme es un chiste extendido, lleno de jumpscares, trucos de sonido para asustar a la audiencia y cuanto cliché de películas de acción son imaginables. Simplifica la trama de Austen y se complace en darnos una versión comprimida, enfocándose en las largas escenas de acción. Los temas tratados por la escritora en su obra son presentados en la película con la misma sutileza que la explosión del cráneo de un zombi. Steele cambia los diálogos ingeniosos de los personajes y en su lugar tenemos peleas de espadas e indirectas obvias.
La cinta tiene algunas cualidades positivas. Entre ellas se encuentra su elenco. James, quien se dio a conocer por la serie televisiva Downton Abbey y Cinderella, realiza una interpretación convincente, aunque Steele le exige muy poco. Riley, un actor muy poco conocido, encarna a Darcy con un aspecto vampiresco y misterioso, pero con mucho carisma. La química entre Riley y James es notable y francamente admirable considerando el material que trabajan. Matt Smith —conocido por su rol en la serie televisiva Dr. Who— encarna a Mr. Collins, primo de las hermanas Bennet y miembro del clero. Su actuación llega a los bordes de la exageración, pero logra insertar humor a todas sus escenas.
Otro aspecto loable es cómo Steele inyecta la plaga en la sociedad sin cambiar las temáticas sociales de la obra original. Vemos el discrimen social en una escena donde un grupo juega cartas en un opulento salón y se burlan de Lizzy por haber entrenado en China y no en Japón, como el resto de la élite social. En otra escena, vemos las expectativas sociales de la época sobre las mujeres cuando un personaje dice, “con o sin zombis, toda mujer tiene que pensar en matrimonio.” En ese sentido, Steele respeta la obra original de Austen y logra integrar los estereotipos femeninos del tiempo.
Los otros aspectos —tales como la cinematografía, los vestuarios y la banda sonora— son bastante fáciles de olvidar. En comparación con las adaptaciones del pasado, muchos de los sets de filmación parecen ser fundados por Party City. Los zombis tampoco son nada nuevo, con maquillaje y efectos que se han visto múltiples veces en la pantalla. Puede ser que al tratar de apelar a todo público, siendo esto una película PG-13 con un pie en tantos géneros, Steele no toma suficientes riesgos y no lleva a Pride and Prejudice and Zombies a realizar su potencial. Esta cinta probablemente nunca llegaría a ser una Casablanca (1941), pero tal como está, no contribuye nada al congestionado género de películas de zombis.
Esta adaptación de Pride and Prejudice pasará como la adaptación cinematográfica que estudiantes de octavo grado querrán ver para no leer la novela. A diferencia de sus personajes, Pride and Prejudice and Zombies morirá enseguida en la memoria del público.