Para Ismael Ortiz, sobreviviente de cáncer, el cannabis es la cura a esta enfermedad. Una pequeña cantidad de marihuana medicinal bastó para erradicar los síntomas que, bajo tratamiento con la medicina tradicional, podían durarle hasta tres semanas.
Los pros y los contras de la marihuana medicinal fue el tema abordado la semana pasada en uno de los foros del Segundo Congreso de Ciencias Naturopáticas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ciencias Médicas.
En el foro, Ortiz, quien preside la Alianza de Pacientes Pro Cannabis, Inc. explicó que, tras infructuosos intentos con la medicina tradicional y una exhaustiva investigación, optó por irse a Seattle y allí comenzó el tratamiento con el cannabis. Llegó a consumir dos gramos de marihuana medicinal al día, lo que equivale a cuarenta cigarrillos, como parte del tratamiento que duró seis meses.
“Es absurdo que, ya sea medicina naturopática o medicina convencional, no empiecen con cannabis cuando uno va a tratar el cáncer”, expresó Ortiz.
Según la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), el cannabis permanecerá como una droga de tipo uno, bajo la Ley Federal de Sustancias Controladas.
No obstante, el presidente de la Alianza señaló que “la realidad es que el cannabis no es nada medicinal, no es tampoco una droga, no hace nada al cuerpo como tal, no está alterando nada. Sencillamente está suplementándole al cuerpo cannabinoides”.
Los cannabinoides son todas las sustancias químicas que se enlazan con los receptores cannabinoides del cuerpo y del cerebro. Estos son producidos por el ser humano y también se encuentran en la planta de cannabis, de ahí que su uso medicinal permite suplementar los cannabinoides que el cuerpo deja de producir, explicó Ortiz.
Para otra de las ponentes, Rosaligia Álvarez Febles, psicóloga clínica, parte del prejuicio que hay actualmente en la sociedad contra la marihuana medicinal surge porque se le asocia directamente con los “puntos de drogas”. Ya que al ser una sustancia prohibida en muchos estados, se distribuye de manera ilegal en las calles.
“Entiendo que la labor de los psicólogos va a ser bien importante para disipar esos miedos”, aseguró la psicóloga clínica.
Es propio mencionar que el gobernador Alejandro García Padilla firmó una orden ejecutiva en el 2015 en la que le solicitaba a la secretaria de salud, Ana Ríus, que autorizara el uso de la marihuana medicinal en Puerto Rico. Sin embargo, todavía no hay un mercado activo en la isla.
Álvarez Febles señaló que es necesario hacer una distinción entre el mercado de la marihuana –considerada una droga suave– y el mercado de las “drogas fuertes”. Para esto, el cannabis debe estar disponible en un dispensario, así el paciente no tendría que entrar en contacto con algún traficante para adquirirlo.
Reconoció, a su vez, que puede haber un por ciento de la población que tenga problemas de adicción con la marihuana, pero en ese caso el doctor debe referirlo a los psicólogos.
“A mí lo que no me gustaría es que por ese por ciento que pueda tener un problema con la marihuana la gente no lo apoye o simplemente venga otro cambio de gobierno y entonces esto no la activen”, comentó la psicóloga al escaso público presente.
Por otra parte, al foro también fue invitado el senador por el Partido Popular Democrático, Miguel Pereira, quien envió a un representante, Germán Palao, para que discutiera su Proyecto de Ley número 517.
Este proyecto busca despenalizar el uso de un máximo de 14 gramos de marihuana, lo que equivale a media onza aproximadamente. “No tiene que ver nada con legalizarla”, aseguró Palao.
Este propone que todo aquel que sea intervenido por la policía y posea una cantidad no mayor de 14 gramos de marihuana, en vez de que se le arreste, se le dé una multa, que comienza en $100. Si la persona es detenida una segunda y tercera vez la multa aumenta a $200 y $300, respectivamente.
De convertirse en ley el P. del S. 517, que está esperando por la votación en la Cámara de Representantes, el Estado se pudiera economizar aproximadamente $96,000 por persona. Este es el gasto incurrido con la penalización actual por posesión de esta cantidad de marihuana, que consiste en tres años de cárcel.
En los últimos diez años, Puerto Rico ha invertido $5,000 millones en la guerra contra las drogas, es decir, $500 millones al año, puntualizó Palao.