Recientemente comencé a trabajar en una investigación sobre el reggaetón. Solo hace poco pude focalizar precisamente en qué me concentraría. Esto es, la censura que hubo en la década de los noventa por parte de diversos sectores de la sociedad hacia el reggaetón o, más propiamente, el género underground, por si alguien me quiere mandar información en cuanto a esto o si me quieren robar el tema, no importa. La investigación en sí, aun ahora que todavía estoy comenzando, ha sido interesante, pero creo que más interesante ha sido la reacción general de la gente con la que he compartido mi tema. Una muchacha encontró mi tema realmente emocionante y me pidió que le compartiera mis hallazgos una vez finalizara el trabajo. Las profesoras con las que he hablado se han mostrado bastante interesadas (claro, porque son profesoras que yo seleccioné ya que pensé estarían interesadas). Sin embargo, la reacción de la mayoría de mis compañeros universitarios ante mi tema ha sido esa cara inmóvil y medio incómoda que uno pone cuando no sabe si la otra persona está haciendo un chiste o no. Esta, quizás, ha sido la respuesta más amable, aunque también se me han reído en la cara.
Francamente y quizás porque soy ingenuo, esta reacción general me ha tomado un poco por sorpresa. Creo, y tengo que admitir, que tengo una relación bastante particular con el reggaetón; una relación que no es, quizás, la de todo el mundo y por eso me ha sorprendido esto tanto. Tengo que decir que me crié en Carolina y que, para mí, el reggaetón siempre ha estado ahí, de alguna manera u otra. El reggaetón lo asemejo a ese amigo que uno conoce de la infancia y, aunque ya realmente uno no tiene muchas cosas en común con ese antiguo amigo, la amistad continúa saludablemente, aunque no seamos exactamente mejores amigos, gracias a todo ese tiempo de historia compartida. Toda esa metáfora un poco imprecisa es para decir que escuchaba reggaetón cuando chamaco y que ya no lo escucho tanto, aunque en realidad no me molestaría escucharlo de vez en cuando. Esto para que sepan más o menos desde dónde escribo y porqué me resulta tan inesperado todo este antagonismo hacia el reggaetón como objeto de estudio.
La verdad es que, todavía aquí escribiendo y pensando, no me queda claro cuál es el chiste, si hay alguno. Y no digo esto como lo dicen los padres cuando están regañando: realmente no le veo la gracia. Es decir, he leído varios análisis sobre variados géneros musicales desde diversas disciplinas académicas, incluyendo trabajos sobre la salsa, el bolero, etcétera, y me parece que en el recinto hay un curso sobre los orígenes y el desarrollo del rock, así que la cuestión no es porque sea música. Quizás el antagonismo surge porque el reggaetón resulta, para muchos, moralmente reprehensible, pero, vamos, que Lolita de Nabokov puede ser considerada moralmente reprehensible por muchos y eso no significa que no la estudiemos (por si no saben, es una novela que trata, según Wikipedia, sobre “…la obsesión sexual de un hombre de mediana edad por su hijastra de 12 años”[1]).
En conversaciones con una amiga, pensamos que podría tener algo que ver con el antagonismo también muy generalizado hacia los llamados “mantenidos” y que podría vincularse con una especie de elitismo. De todos modos, no soy sociólogo, no estudio Ciencias Sociales y, al menos en este momento, no me interesa llegar a conclusiones comprehensivas en cuanto al tema. Lo que sí me interesa, sin embargo, es que pensemos sobre estos antagonismos que se suponen y se asumen sin mucha reflexión crítica como si fueran autoevidentes. Me interesa, humildemente, iniciar una conversación no solo sobre el reggaetón sino sobre muchos temas que se aceptan ciegamente, como la supuesta ausencia de racismo en Puerto Rico, por mencionar algo. Todo este esfuerzo por iniciar diálogo quizás para justificar todo el trabajo que estoy pasando en esta investigación o quizás porque estoy ya un poco cansado de que se me rían en la cara.
[1]http://es.wikipedia.org/wiki/Lolita_(novela)
El autor es estudiante subgraduado de Literatura Comparada, músico y escritor.