Decía Heráclito que un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo río, porque ni el río ni la persona son los mismos. La idea del filósofo presocrático es, en esencia, que la vida es todo flujo, o dicho de otro modo, que lo único permanente es el cambio.
Algo similar ocurre en el 1425 de la avenida Fernández Juncos, ese espacio medio escondido y sin embargo identificado desde el 2009 como El Local, para quienes lo han visitado: aunque sito en el mismo lugar –como el canal del río– lo que allí sucede –como las aguas movidas por la corriente– es distintamente igual.
Desde ese oxímoron, y por tantas razones más, Joel Cintrón Arbasetti nos ofrece El Local, una crónica de 13 episodios hecha libro que, valiéndose de distintas historias (la de Santurce, la de cómo llegó el rock y sus subgéneros al país, la de los atropellos gubernamentales contra la clase artística subterránea), cuenta la historia mayor: la de El Local, sus gestores, sus protagonistas, y su pertinencia como uno de los venues más importantes actualmente para la escena –musical, plástica, teatral, cinematográfica– del underground local.
Cintrón Arbasetti, periodista hace ya una década, es conocido por su cobertura de la crisis fiscal, en particular los orígenes –quizás ilegales– de la deuda de $72 mil millones y la identificación de los individuos y bancos de inversión que compraron bonos degradados, asunto que lo llevó a demandar exitosamente, junto al Centro de Periodismo Investigativo, al Gobierno de Puerto Rico y el Banco Gubernamental de Fomento por ocultar información.
Pocos saben, en cambio, que en sus inicios en el juego de la escritura, el autor cubría la escena subterránea. De ahí que El Local –atrevámonos a presumir– es para Cintrón Arbasetti un regreso a las raíces de las que nunca se fue, un respiro para él y también para nosotros.
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Joel Cintrón Arbasetti (Bayamón/San Juan, 1985) es periodista desde el 2006. ‘El Local’ (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña) es su primer libro. (Michelle Estades / Diálogo)
Hablar de Santurce hoy es hablar simultáneamente de precariedad y gentrificación, de modelos económicos alternativos y los problemas de permisología para legitimarlos, y sobre todo, de espacios y personas que subsisten.
Así, en un pasaje, Magdalena Sofía –mejor conocida como Madi, de 89 años y dueña de El Local desde mucho antes que se llamara así– recuerda que Santurce “era un área muy comercial con muchos negocios” que se llenó de “inmigrantes pobres de la República Dominicana”.
“Ahora ve cómo se vacía de inmigrantes y van llegando jóvenes profesionales, artistas y estudiantes, pero insiste en que es una área muerta”, agrega el autor, para soltar la crítica: área donde los “inversionistas” están comprando “edificios abandonados para transformarlos en comercios y viviendas para gente de altos recursos que nunca caminaría de noche por una calle oscura como la avenida Fernández Juncos o la Ponce de León”.
Está presente, pues, ese debate en El Local, uno que cada vez más toma auge entre círculos académicos. El resto es literatura no-ficción de la buena: personajes surreales, historias impensables y sin embargo veraces, umbrales que nunca debieron transgredirse, música –mucha, de la mejor y más irreverente de este país– y una lectura que dependerá del lector.
Aquel que desconoce El Local verá en la crónica un mundo paralelo “felizmente invisible”. Aquel que lo conoce, se regocijará con las anécdotas de Lobociélago y Antero, las exactas descripciones, y la magia de cómo sacar lustro a lo precario, una narrativa necesaria en tiempos post-junta de control fiscal.
“En una retrospectiva de aquí a los años que sean, a los muchachos y las muchachas que han hecho este proyecto florecer se les va a dar el crédito que merecen [por crear] un espacio importante, no solo para la música sino para las artes, para la cultura en sí”, dice Leonardo Olazagasti a Cintrón Arbasetti, habitual productor de shows en El Local.
Si bien rescatar las historias que ofrece un Santurce insatisfecho de ser narrado –y en el proceso ofrecernos una crónica sobre la cultura underground, que falta hacen– le concede un valor inmensurable al libro, El Local es un reconocimiento inicial de esos “muchachos y muchachas que han hecho este proyecto florecer”.
Porque no hacerlo, no es una opción.
El Local es uno de los seis títulos de la serie ‘Literatura hoy’ lanzados por la Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña que se presentaron el pasado martes en el Taller de Fotoperiodismo en Puerta de Tierra, San Juan. Completan la serie Los tres golpes, de Luis Negrón; El cuerpo de la abuela, de Ana Teresa Toro; Viaje a la casita, de César Colón Montijo; Jadeante y sudorosa, de Mayra Santos Febres; y Metiendo caña, de Luis Trelles.