Durante el pasado mes, se reportaron varios incidentes que han generado la reacción de los comediantes del país. En primera instancia, Pedro Julio Serrano criticó a los comediantes de la isla, por parodiar personajes de la comunidad LGBT y, en el proceso, estigmatizar una población que ha sido tradicionalmente oprimida. Serrano luego se disculpó por sus comentarios, después de un sinnúmero de respuestas de comediantes prominentes.
La segunda situación fue menos pública y controversial. Se trató de la ponderación, por parte de la actriz Ángela Meyer, de volver a personificar a “Chianita, la gobernadora”, personaje que le ganó fama en la década del ochenta. Para los que son muy jóvenes para recordar a Chianita y su famoso “Voten por yo”, les relato que era la interpretación de Meyer de una empleada doméstica negra. Esta proclamaba que con su elección a la gobernación las cosas en el país mejorarían. Es irónico que ese personaje fuera representado por una puertorriqueña con su rostro pintado de negro, acto que ha sido catalogado en muchos países como racista y ofensivo. Defensores de los derechos de las personas negras y estudiosos del tema en Puerto Rico han hecho un llamado a la veterana actriz a no revivirlo.
Nuestro país tiene una historia nefasta en este asunto. Por décadas, hemos utilizado figuras de comunidades tradicionalmente oprimidas para mofarnos y ridiculizarlos. Esto no solo está presente en la comedia mediática, sino también en el chiste cotidiano entre amigos. Algunos colectivos que recientemente han sufrido por esta práctica son la comunidad LGBT y los hermanos dominicanos.
A pesar de que muchos han tratado de minimizar la importancia de estos chistes e incluso han catalogado a los afectados como “muy sensibles”, la realidad es que esta práctica perpetúa los estereotipos y prejuicios que existen sobre estas poblaciones. ¿Y por qué debe importarnos esto? Las investigaciones en psicología han evidenciado que los estereotipos están relacionados con males sociales como la violencia física y emocional en contra de las comunidades marginadas, incluyendo el bullying, el discrimen laboral, las disparidades económicas, el pobre desempeño académico de los afectados y hasta el suicidio.
Además, la psicología también evidencia que los estereotipos afectan el desarrollo del autoconcepto, la autoestima y la identidad. Los chistes basados en raza u orientación sexual envían mensajes contundentes a niños y jóvenes de estas poblaciones acerca de cómo la sociedad los visualiza. A pesar de que no todos reaccionarán de la misma manera, muchos pueden experimentar sentimientos negativos acerca de su persona que afecten su desempeño escolar, sus relaciones sociales y su estado de ánimo.
Hay quienes alegan que la comedia tiene la libertad artística para trabajar estos personajes y que, al hacerlo, no tienen la intención de ofender, ni afectar a estas comunidades. Otros, incluso, comentan que son defensores de los derechos de estos grupos y que muchos de sus mejores amigos pertenecen a estas poblaciones. Puede que esto sea cierto. Sin embargo, obvian la influencia que tienen en miles de fanáticos de todas las edades, que para bien o para mal, los ven como modelos. No toman en consideración, además, que su comedia da licencia a otros a mofarse de personas que ya tienen que lidiar con las presiones y los abusos de una sociedad que los ve como diferentes y deficientes. La comedia no puede escudarse detrás de su naturaleza artística para lastimar y perpetuar visiones retrógradas que laceran la empatía, la solidaridad y la justicia social.
Todo lo contrario. La comedia tiene un lugar importante en nuestra sociedad. Desde su importancia para fomentar la salud física y mental a través de la risa y el buen humor, hasta su potencial como agente de crítica social. Ambos roles tienen gran relevancia; particularmente en este momento histórico en que el país asume su coloniaje como realidad innegable, enfrenta una crisis económica severa, experimenta la imposición de una junta de control fiscal y se aproxima a un proceso eleccionario que algunos consideran una farsa. Es en este momento que la comedia tiene la oportunidad de crear conciencia a través de la crítica sociopolítica al estilo de los Rayos Gamma. En Estados Unidos vemos muchos ejemplos de esto. Voces como Trevor Noah, Steven Colbert, y John Stewart utilizan la comedia para problematizar la situación política del país y asumir posturas sin miedo a perder fanáticos. ¿Dónde está esa comedia en nuestro país?
En fin, la comedia tiene una responsabilidad social, aunque a veces intente no asumirla. Es hora de que nos crezcamos por encima de los estereotipos y el discrimen y generemos risas que provoquen reflexión y solidaridad. La risa nunca debe ser un instrumento para fomentar el racismo, la homofobia y el discrimen en contra de la mujer. La risa debe ser colectiva y no selectiva; dirigida a construir y no a destruir el espíritu de aquellos que experimentan la opresión.