Muchos historiadores coinciden en que uno de los periodos históricos más difíciles para el pueblo puertorriqueño ocurrió entre finales de la década del 1920 e inicios de la década del 1940. Durante esos años, la isla sufrió desastres naturales, como los huracanes San Felipe (1928) y San Ciprián (1932); y desastres económicos, como el desplome de la economía mundial, periodo recordado en la historia como “La gran depresión”.
A nivel educativo, sin embargo, la situación en la isla iba mejorando poco a poco. Un agresivo programa de construcción de escuelas logró que la cantidad de niños que asistían a las mismas aumentara de un 9% en el 1900 a casi un 50% para el 1940. Un componente controversial de la política educativa de los Estados Unidos que se aplicó en Puerto Rico fue la enseñanza escolar en el idioma inglés, decisión satirizada en el cuento Peyo Mercé enseña inglés de Don Abelardo Díaz Alfaro.
Fue en el 1930 que el presidente norteamericano Herbert Hoover nombró al boricua José Padín Rodríguez como comisionado de Instrucción. Bajo su liderato, se completó un estudio que demostró que los niños aprendían mejor las materias escolares en su lenguaje vernáculo y no en inglés. Ya para el 1934, se oficializó la enseñanza en español en los niveles primario e intermedio, y se incluyó el idioma inglés como asignatura.
Desarrollar lo que sería el primer currículo local en ciencias a nivel elemental recayó en los hombros de Rosa Navarro Haydon. Esta insigne educadora, la cual tuvo una participación esencial, pero casi olvidada, en una época de transición crítica en la historia educativa de nuestra patria, estuvo íntimamente ligada al desarrollo e implementación del currículo elemental en ciencias de las escuelas públicas, a la publicación de folletos y libros de texto científicos, y a la preparación de maestros de ciencia desde la década del 1920 hasta casi el 1970. Además, fue una de las primeras comunicadoras de la ciencia boricua en publicaciones diseñadas para el público general y los visitantes extranjeros.
Según documentos históricos obtenidos de su expediente profesional, la profesora Navarro Haydon nació el 9 de febrero de 1905 en Redlands, California. Sus padres fueron Saturnino Navarro y Genoveva Carrión, ambos de nacionalidad mexicana. La familia se mudó primero a El Paso, Texas, donde Rosa completó su educación elemental en el Bailey School, y luego a Aguadilla, donde completó su escuela superior.
En el 1926, Rosa Navarro Haydon culminó el Bachillerato en Artes en Educación en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP). Su trabajo como ayudante de laboratorio en el Departamento de Pedagogía, en el año académico 1924-1925, probablemente la ayudó a quedarse en departamento luego de graduada, donde trabajó como instructora.
Tras recibir la beca del International Institute of Columbia University en Nueva York, la UPRRP le otorgó una sabática en el año académico 1929-1930 para completar la maestría en enseñanza de las ciencias con especialidad en supervisión educativa, grado que culminó en el 1930. De hecho, también terminó un segundo bachillerato en educación comercial de la UPRRP en el 1934.
Una de sus tareas más importantes en la incipiente educación puertorriqueña fue diseñar el currículo de ciencias a nivel elemental del Departamento de Instrucción Pública (hoy Departamento de Educación), logrando la publicación de los cursos de estudios entre el 1931-1932.
Unos años más tarde, en 1936, Navarro Haydon completó la publicación de su serie de cuatro folletos ilustrados de divulgación científica sobre los árboles frutales y ornamentales, las flores y los pájaros de Puerto Rico. Estos folletos incluyeron los nombres comunes y científicos de las plantas o aves, dibujos representativos de las especies, así como detalladas descripciones de sus características físicas.
Entre enero y mayo del 1937, la profesora obtuvo una segunda sabática para completar 18 créditos en el programa doctoral de la Universidad de Columbia, incluyendo cursos en ciencias, fundamentos de la educación y educación científica. En el 1938, obtuvo el rango de catedrática auxiliar en el Departamento de Pedagogía.
Cinco años más tarde, Navarro Haydon recibió otra sabática para visitar por varias semanas el Museo de Charleston, bajo la dirección de E.B. Chamberlain. Este museo, el cual todavía existe, incluía en esa época exhibiciones históricas y científicas. La meta de esta visita fue aprender sobre la organización y administración de un museo, información esencial para que ella coordinara el establecimiento del Museo de Ciencias Biológicas, en la Facultad de Ciencias Naturales de la UPRRP, el cual dirigió en el año académico 1944-1945.
Como dato curioso, Pedro A. Cebollero, decano interino de la Facultad de Educación, no quería perder el talento de Navarro Haydon si se movía al museo. En una carta al entonces rector Jaime Benítez, Cebollero argumentó:
“En mis planes de organización docente para el año próximo, he contado con la Sra. Haydon para sus cursos … la Sra. Haydon me informó acerca de ciertos planes relacionados con el museo de la Universidad. Desconozco lo que haya de definitivo sobre esos planes. La Sra. Haydon es persona inteligente y magnífica maestra. Su designación para el museo de ciencias naturales constituiría una valiosa adquisición para estos servicios pero privaría a la docencia de un profesional competente. A mi juicio, es más fácil encontrar personal para atender el museo que profesores de la habilidad de esta señora”.
En el 1947, Navarro Haydon alcanzó el rango de catedrática asociada en el recién inaugurado Departamento de Metodología y Práctica, la culminación de dos décadas de docencia, supervisión de maestros practicantes y asesoría de maestros en la Escuela Laboratorio de la UPRRP.
Un detalle interesante de su carrera fue su apoyo a diferentes actividades estudiantiles. Colaboró por muchos años con diversos clubes, como el Club de Pájaros y Bosques. También acompañó a un grupo de estudiantes a un viaje a Europa. Este viaje fue descrito en una carta por Jaime Benítez como un “viaje cultural y de estudios… auspiciado por la administración universitaria”. El grupo académico visitó Nueva York, Francia, España, Italia, Suiza, Alemania y Holanda durante el verano del 1954.
Entre el 1954-1956, Navarro Haydon dirigió el Centro Extramuros de Humacao (hoy día la UPR en Humacao). Fue también en la década del 1950 cuando, junto a su colega Pedro A. Cebollero, la educadora escribió y publicó la serie de libros de ciencia Nuestro Mundo, la cual sirvió como libros de texto para las escuelas públicas de Puerto Rico y otros países latinoamericanos. Además, colaboró nuevamente con la revisión curricular del Departamento de Instrucción Pública y revisó los programas de estudio de ciencias a nivel elemental. En el 1956, Navarro Haydon alcanzó el rango de catedrática.
La década del 1960 vio logros adicionales para la ilustre profesora. Algunos de sus logros profesionales más destacados incluyeron la publicación de monografías y artículos profesionales, y la creación del Club de Geología de la Universidad de Puerto Rico, el cual estuvo muy activo en colaboración con la Sociedad Geológica de Puerto Rico y otros grupos profesionales de geología de la época. La doctora Lorna Jaramillo, geóloga de la UPR, discutió la importancia de Navarro Haydon y su club en una publicación reciente de la Sociedad Geológica de Puerto Rico.
“El club se reunía para dialogar sobre temas en geología, además de desarrollar y promover el interés público en la geología y temas relacionados. Los miembros participaban de un viaje de campo al mes … de los cuales algunos se enfocaron en la Formación San Sebastián … la erosión de la zona costera de San Juan y viajes coordinados con el capítulo de Mayagüez; liderado por el ya legendario John D. Weaver. Algunos de los problemas que identificó la autora nos pueden parecer muy familiares, como el poseer una sede para la organización o el poder incluir la geología como parte importante del currículo escolar de las escuelas del país. Otros problemas señalados ya han sido superados; por ejemplo ya contamos con una cantidad significativa de geólogos puertorriqueños, tenemos buen acceso a la literatura sobre geología del Caribe y hemos interactuado con las generaciones más jóvenes del país”.
El impacto de Navarro Haydon en la educación científica se extendió al plano internacional. Ella ofreció seminarios y conferencias sobre la metodología de la enseñanza de las ciencias naturales a maestros, directores y supervisores escolares en Guatemala, República Dominicana, México, Cuba, Estados Unidos y Colombia. De hecho, fue este último país uno de los que adoptó la serie de libros Nuestro Mundo.
Sus esfuerzos de divulgación científica también incluyeron, por lo menos, una veintena de artículos que se publicaron en la revista Qué pasa in Puerto Rico, una guía turística mensual del Departamento de Desarrollo Económico de Puerto Rico. Sus interesantes artículos informaron y educaron a los visitantes de la isla, y al público en general, sobre nuestras aves, corales, geología, coquíes, caña de azúcar, bahía fosforescente, café, moluscos, piña, aguacate y acerola, entre otros.
Rosa Navarro Haydon se retiró de la UPR en el 1966, dejando como herencia académica cientos de maestros y educadores que pasaron por su salón de clases y decenas de publicaciones académicas, escolares y de divulgación científica. Aunque su vida y obra casi se han perdido, es importante preservar para la posteridad evidencia de su labor innovadora y pionera en la educación científica escolar y la comunicación científica al público. A pesar de la distancia histórica, el legado de Rosa Navarro Haydon aún persiste en las nuevas generaciones de maestros de ciencia.