Sin duda alguna, la salsa es el estilo musical más popular en el Puerto Rico de hoy. Desde que surge en la década de los 60, la salsa ha propiciado intercambios sociales que encarnan la cultura popular puertorriqueña. Muchos nos identificamos con la grata experiencia de bailar una buena salsa un jueves por la noche luego de un arduo día. Sin embargo, poca es la gente que entiende lo que representa. Al igual que el hip-hop y el rap constituyen un escape expresivo de las comunidades afro-americanas estadounidenses, también la salsa lo ha sido en las comunidades latinas aledañas a la ciudad de Nueva York, así como en Puerto Rico. Todos estamos familiarizados de alguna forma u otra con la música de Rubén Blades y hemos bailado alguna vez al son de “No hago más na” de El Gran Combo. Ray Barreto tiene su “Giant Force-Fuerza Gigante” y Eddie Palmieri tiene su “Justicia”.
Al ser la música un sistema de interacción social, la política siempre está presente en esta. En Hispanoamérica, raramente lo político se ausenta de lo musical. Para los latinos en Nueva York y en Puerto Rico, la salsa se convirtió en protesta armonizada. Desde sus días más tempranos, la salsa presentó composiciones que proveyeron un comentario trascendental sobre temas de pobreza, delincuencia, dominio y opresión. Artistas como Frankie Dante le cantaron al pueblo sus propuestas a ser consideradas para la presidencia de EE.UU.
Ahora, algo característico de la salsa fue su onda expansiva que se reprodujo a grandes escalas y se convirtió en un producto altamente comercializable. El surgimiento de disqueras como Fania Records resultó en una gran popularización de su mensaje. Figuras como Catalino “Tite” Curet Alonso intensificaron este fenómeno. Canciones como “Con los pobres estoy”, “Pueblo latino” y “Los entierros”, son canciones que mandan un mensaje de solidaridad, resistencia e inconformidad con la construcción social de la época. Proponemos las siguientes letras para ilustrar lo anterior.
“Yo vine de los manglares, donde crece la seda,
para mí en esos lugares, sólo hay felicidad.
Agüita de ajonjolí,
para los pobres soy, para los pobres soy”.
En “Con los pobres estoy”, Alonso nos dice que, más allá de la vida holgada que puede sostener cualquier adinerado, la vida de experiencia y “felicidad” que el pobre lleva no se cambia por nada.
“Pueblo latino
de cualquier ciudad o barrio
únete que ha llegado la hora
de estrecharnos las manos
como protección, como protección”.
“Pueblo latino”, es un llamado a la unidad de toda la comunidad inmigrante. Sólo esta unificación permitirá que se resista mejor cualquier ataque de índole social.
“En los entierros
de mi pobre gente pobre
las flores son de papel,
las lágrimas son de verdad.
No es como en otros
funerales de la vida
en donde el llanto es mentira
y hay mucha flor natural”.
Más allá de una mera descripción de lo que puede ser un entierro de una persona de estrato social bajo, esta canción es una crítica a cómo la división de clases ha construido al ser humano. Ello proyectándose en la hipocresía que pudiera mostrar alguien de una clase alta, vis a vis, la sinceridad que puede mostrar alguien de una clase baja.
A través de la letra de Curet Alonso vemos cómo las condiciones de represión y estigmatización de la pobreza son proyectadas en un mensaje entendible y palpable. Sin embargo, Curet Alonso no fue el único en escribir así. También vale aclarar que la pobreza y la opresión no son los únicos temas de índole socio-político que se han presentado en la salsa. “Aquí en mi pueblo” es una canción del mismo Curet Alonso que apela, por ejemplo, al sentimiento nacionalista puertorriqueño, mientras que, “Juancito”, de Willie Colón, nos habla del lado oscuro de la migración campo-ciudad que caracteriza cualquier modelo clásico de desarrollo[1].
Ahora, más allá de la escena puertorriqueña y neoyorquina, tenemos que dar crédito a aquel que popularizó la “salsa con conciencia” por el resto de Latinoamérica. Rubén Blades, aparte de aportar con letras llenas de contexto social, supo capitalizar el carácter crítico de la temática socio-política salsera. Canciones como “Siembra” y “Buscando América” se convirtieron en himnos de la salsa.
Los mensajes que él manda a través de estas canciones no son solamente de resistencia, sino de concientización y de paz. No obstante, decidimos no tocar a Rubén en este artículo dado a que es el más conocido por todos y nos representaría un sesgo importante.
Más allá de disfrutarla, la salsa hay que entenderla. Al igual que el hip-hop y el rap en las comunidades afro-americanas, ha logrado introducir un mensaje de gran bagaje social a la industria musical. Desde pobreza y opresión, hasta migración, el nacionalismo e incluso la crítica al estado benefactor, los temas de índole socio-político son evidentes en la salsa. La salsa nos deja un legado, no solamente de mucha ricura para el oído y mucho cansancio para las piernas, sino de mucho intelecto y trabajo analítico. La próxima vez que vayan a un bailable o a cualquier actividad de recreación social, escuchen bien la canción que puedan estar tocando. Su significado quizá alcance mucho más de lo imaginado.
Referencias
Perez, B. (May, 1987)Political Facets of Salsa
Popular Music, Vol. 6(2), Latin America, pp. 149-159
Duany, J (1984)Popular Music in Puerto Rico: Toward an Anthropology of "Salsa". Latin American Music Review / Revista de Música Latinoamericana, Vol.(2) , pp. 186-216
[1] Para una visión más profunda de como el tema de migración forma una parte profunda del mensaje socio-político de la salsa, les recomiendo el artículo “Juancito, Mi Primo Campesino”, escrito por el Prof. Juan Otero Garabís y publicado por el portal 80 grados.