Para muchos, el triunfo de Jerome Vega en el lanzamiento de martillo pudo haber pasado desapercibido.
Después de todo, se trata de sólo uno de decenas de eventos en disputa en las Justas de Atletismo de la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI). Y, para ser francos, el lanzamiento de martillo no levanta entre el público las pasiones que generan otras competencias.
Sin embargo, la medalla de oro que se colgó el jueves el atleta de la Universidad Metropolitana (UMET), significó la realización de una hazaña poco común en el deporte universitario: una pareja de padre e hijo que consigue coronarse en el mismo evento. Y es que hace 26 años, Santos Vega se alzó con la medalla de oro en las Justas, representando al Recinto Universitario de Mayagüez.
“Es un logro muy especial ya que se trabajó muy duro. Desde principio de temporada se tenía eso en mente, no tanto ganar, sino mejorar las marcas, ya que si eventualmente mejoras las marcas, esos puestos ya son más accesibles”, sostuvo Jerome, quien entró al evento como el segundo sembrado. “El emular una hazaña como la que hizo mi padre lo hace algo más especial todavía”, añadió el estudiante-atleta, quien dominó su evento al enviar el martillo unos 64.50 metros.
Para su padre, quien además funge como entrenador de lanzamiento en la UMET, el campeonato de Jerome representó una inversión de los papeles que solían jugar cuando Santos aún era un destacado atleta.
“Jerome se crió cuando yo todavía lanzaba para el Equipo Nacional, (lanzar el martillo) era algo usual, algo natural, algo normal que hacíamos día a día. Solo que ahora en vez de él mirarme a mí, yo lo miro a él”, subrayó con una sonrisa Santos.
Y Santos, ciertamente, fue un gran ejemplo para su hijo. El mayor de los Vega no solamente representó a Puerto Rico en cuatro Juegos Centroamericanos y del Caribe entre Ponce ’93 y Cartagena de Indias en 2006, además de en varios campeonatos zonales de lanzamiento de martillo, sino que en dos ocasiones estableció la marca nacional en la disciplina. De hecho, fue el compañero de Jerome en la UMET, Alexis Figueroa, quien en 2014 le arrebató el récord a Santos. El propio Figueroa, por su parte, se quedó con la segunda posición en esta edición de las Justas.
En muchos casos, la relación entre padre-entrenador e hijo-atleta podría prestarse para conflictos, tanto entre ellos como con los restantes miembros del equipo. Sin embargo, Jerome asegura que, hasta el momento, han podido manejar la situación sin mayores complicaciones.
“Al momento de entrenar me ubico…como si no fuera su hijo por el momento, porque es una relación de entrenador a atleta. Pero tan pronto se acaba el entrenamiento volvemos a ser padre e hijo y todo vuelve a la normalidad. El hecho de establecer que no somos padre e hijo en el entrenamiento me garantiza que no me va a pasar lo mano, por decirlo así, durante el entrenamiento. Soy otro atleta más”, dijo el estudiante de tercer año quien aspira a completar un bachillerato en educación física.
El hecho de que haya sido un atleta universitario como Figueroa quien haya batido las marca nacional de Santos en el lanzamiento de martillo habla del elevado nivel que ofrece la LAI actualmente, y que a su entender se debe a los avances la calidad del coaching que disfrutan al presente los atletas.
“El rendimiento deportivo ha alcanzado unos niveles que yo jamás hubiera pensado. Entiendo que primero, se debe al conocimiento, nosotros los coaches de lanzamiento compartimos mucha información gracias a la tecnología. Ahora con los celulares te puedes grabar y compartir la información del vídeo, y así recibir insumo de diferentes entrenadores al mismo tiempo. Eso junto con la disposición de muchos entrenadores, un biomecánico y un cuerpo de terapia física hace que el entrenamiento sea mucho mejor y el atleta pueda rendir mucho más”, aseguró Santos.
Jerome, claro está, espera ser de esa nueva cepa de lanzadores que aproveche al máximo esas ventajas. Su triunfo en las Justas, efectivamente, lo coloca como una de las principales promesas jóvenes de Puerto Rico.
“He hecho varios viajes a nivel juvenil (representando a Puerto Rico) pero de adulto todavía no. Me gustaría por lo menos hacer uno y representar a mi islita dignamente como lo hizo mi padre”, manifestó Jerome. “Y en un futuro superar mi marca (actual), para que la marca nacional vuelva a tener el apellido Vega”.