En días recientes mientras daba clic a los múltiples diarios digitales que sigo (antes solía cambiar hojas de papel, pero hoy día los medios locales dan más tristeza que información), me topé con una cuestión que antes sólo venía cuajándose en mi mente y que hoy parece ser cierta. Sorpresivamente, los vaticinios que tanto rondaron mis oídos en clases de comunicación acerca de la desinformación que vive el mundo en plena era de la Sociedad del Conocimiento (antes Sociedad de la Información), en efecto han hecho su entrada en la Isla.
Lo que parecía ser una leyenda urbana, cada vez más nos consume sin darnos cuenta. La desinformación que viven muchos sectores en el País y en el mundo nos pasa por encima sin percatarnos, precisamente, por estar desinformados o saturadamente informados. Lo cierto es que a medida que pasan los días, los medios de comunicación nos bombardean con una multiplicidad de acontecimientos de carácter histórico por los que atraviesa el mundo y de los que Puerto Rico no se salva.
El problema con este degenerado bombardeo podría ser la calidad de la información que nos llega, sin embargo, no es así. La problemática principal a la que teóricos y especialistas de la disciplina de la comunicación deberían prestar atención es a la cantidad de información que reciben actualmente grupos sociales. Ya que, esta cantidad de información que se nos transmite podría llegar a evocar un cierto conocimiento de todo y de nada al mismo tiempo. Y es que, hoy en día, más personas -al menos aquellas que pertenecen al cuasi selecto grupo que tiene acceso a Internet- reciben a diario tanta, tanta y tanta información que resultaría casi imposible no hablar de los conflictos en Egipto sin que se cuele en la conversación un tubo que trasporte gas de un lado a otro.
Asimismo, no nos debería sorprender si en medio de una discusión entre amigos acerca de la Serie del Caribe alguien pregunte cuál fue el mejor gol. Precisamente, este tipo de equivocaciones -que podrán sonar burlescas y quizás ofensivas- podrían llegar a adquirir realidad si tomamos en cuenta la cantidad de titulares que leemos a diario sin generar un análisis crítico de lo que se nos presenta con esas letras. Popularmente, la Sociedad del Conocimiento estaría constituida de esa manera: que más personas conozcan y conozcan.
Pero, ¿realmente conocemos lo que conocemos? Probablemente, la mayoría de los usuarios de Internet y de las redes sociales podrían pensarse a sí mismos como personas totalmente informadas cada vez que terminan de leer el acontecer noticioso diario. Sin embargo, lo que podría olvidar el usuario -que era lo que había olvidado este escritor- es que la información actualmente cambia tan rápido que lo que se lee a las 7:00 a.m., ya a las 7:01 a.m. ha cambiado y es una información nueva (bendito sean los ‘Minuto a minuto’ que se suman a esta [des] información).
Este cambia y cambia informático nos lleva cada vez más a conocer menos o a escasa profundidad los sucesos por los que atraviesa el mundo. De ahí que cientos de personas aún achaquen los conflictos en el primer centro docente de Puerto Rico a “un par de revoltosos, hippies y peludos”. Por tanto, en medio de una era en que los flujos de información mutan a velocidades casi hiperreales, es triste ver cómo cada vez más el verbo ‘conocer’ continúa retrocediendo a su estado primate de saber.