Harry Potter se termina. Luego de once años en las salas de cine, en intérvalos de uno o dos años, la saga de los magos adolescentes y su batalla contra el Señor Oscuro llega a su fin. Harry Potter and the Deadly Hallows part 2 (HP7.2) se estrena por fin, cerrando de forma no muy brillante el último capítulo de esta historia.
Empecemos respondiendo la pregunta más fácil: ¿HP7.2 es una buena película? Sí, si lo es. Me refiero a que no se puede decir que sea mala. Tiene grandes efectos especiales, está bien actuada, la historia es buena. Ahora bien, ¿es una buena conclusión para la saga? Esta es la pregunta difícil de responder.
Empecemos diciendo que si esta película hubiese salido hace 5 años, quizás hubiese tenido mayor impacto en mi persona, pero luego de once años de ver a Harry Potter metiéndose en problemas en Hogwarts, a su amiga Hermione sacándolo de apuros con sus conocimientos y a Ron no haciendo nada más que fungir el papel del hazmerreír, quizás mi alma está sobre saturada con las imágenes épicas del mundo mágico de la escritora J.K. Rowling.
Esto se debe sobre todo a las últimas cuatro películas anteriores a ésta (aquellas dirigidas por el director David Yates, quien también está al mando de HP7.2). Las tres primeras eran realmente mágicas y sorprendentes. Uno se maravillaba ante cuanto hechizo y criatura aparecía en pantalla, así como ante los eventos y las situaciones que debían enfrentar Harry, Hermione y Ron. Pero a partir de la cuarta película (The Goblet of Fire de 2005) la saga cambió por completo. David Yates se encargó de eliminar el alma de cada entrega, haciendo films con una gran calidad visual y actoral, pero en los que las cosas pasan sin ningún peso ni importancia. Por si esto fuese poco, hay otro problema con esta saga. Ya que las películas se hacían a la par con los libros, no había manera de saber que un personaje o un artefacto sería importante en el último episodio, por lo que se sacaron de las mismas, muchos personajes, eventos y elementos que ahora, resultaban sumamente importantes.
Lamentablemente, HP7.2 tiene este mismo problema y ya que es el capítulo final, se agrava aún más. La película carece por completo de sentimientos. Los eventos de la trama ocurren sin que tengan mayor importancia ni efecto en la audiencia. Varios personajes principales mueren pero no se le da demasiado tiempo al luto y la tristeza por la pérdida de esos seres, que deberían haberse ganado nuestro corazón en las entregas anteriores. Incluso la derrota de Voldemort, que uno esperaría que fuese espectacular y grandiosa luego de haber peleado contra él por más de diez años, simplemente "ocurre". La guerra contra los terroríficos Mortífagos (Death Eathers) termina con tan poca relevancia que segundos más tarde, escuchamos a un profesor comentar la anécdota de cómo pensaba que su varita se había perdido, para luego encontrarla en el bolsillo de su túnica.
De hecho, el evento posiblemente más prometedor del trailer, la batalla en Hogwards, que pudo haber sido tan épica como cualquier escena de The Lord of the Rings, pasa simplemente desapercibida. Mientras un ejército de Mortífagos, ogros y arañas gigantes luchan contra los profesores, alumnos y guardianes de piedra de Hogwarts, la atención se concentra en Harry Potter totalmente, haciendo que nos perdamos de esta lucha por completo.
El evento que se lleva la mención especial como la escena más esperada de las últimas películas de la saga y que termina siendo más incómoda e injustificada: el beso entre Ron y Hermione.
Resulta frustrante además que queden aun ciertos cabos sueltos, como por ejemplo la historia tras Dumbledore y su familia, que es vagamente sugerida más no completamente explicada, o todo lo concerniente a la familia Malfoy. El personaje de Draco, quien ha sido nombrado por la escritora J.K. Rowling como uno de los siete personajes más importantes de la saga (Harry, Ron, Hermione, Ginny, Neville, Luna y Draco), y quien en las primeras solía ser bastante relevante, es completamente invisibilizado y desaprovechado en esta última película. Incluso Luna Lovegood y Ginny Weasley no son demasiado importantes. En el caso de Neville Longbottom, pasa lo contrario. Ya que no se le dio demasiado desarrollo a este personaje en las anteriores, ya que se creía que su única función era ser el "comic relief" (personaje incluido sólo para dar un toque humorístico en momentos tensos, espacio llenado en los filmes con Ron Weasley), resulta bastante impresionante que en HP7.2 sea uno de los más grandes héroes de todo Hogwards.
Todo esto me hace cuestionarme si era necesario dividir el libro The Deadly Hallows en dos películas. La primera resultó altamente tediosa. En 146 minutos de película, pasean por un bosque durante tres cuartas partes y sólo los últimos 20 minutos son interesantes (y utilizados en la segunda, cabe destacar). La segunda por el contrario, con una duración de 130 minutos, resulta insuficiente para contar con detalle y detenimiento la gran cantidad de eventos que narra. Definitivamente se debió hacer una sola película de dos horas y media, o bien, haber agregado eventos de la segunda a la primera para poder darles el peso justo.
Sólo hay un evento en toda la última película que es magnífico y está relacionado al personaje de Alan Rickman (Severus Snape), quien personalmente pienso que es el mejor personaje de toda la saga y es confirmado en HP7.2. Esta secuencia del film es realmente excelente y le da unidad a las 8 películas en cuestión de minutos. Creo que este evento es lo único que me hizo decir "qué bueno que vi esta película".
Y es que sin duda alguna, el mayor problema de Harry Potter and the Deadly Hallows part 2 es que no tiene ninguna escena que "pare los pelos". Las grandes sagas del cine pueden ser recordadas por momentos que hacen que el espectador se emocione tanto que no pueda olvidarlos jamás. En Star Wars podemos recordar, por dar algunos ejemplos, la revelación de Darth Vader cuando le dice a Luke Skywalker que él es su padre, el momento en el que al final, Vader se redime salvando a su hijo del Emperador o las dos explosiones de las Estrellas de la Muerte; en The Lord of the Rings son memorables la muerte de Gandalf, la parte en la que al fin se destruye el Anillo único o cualquiera de las batallas. Incluso Matrix tiene sus momentos. Pero a David Yates se le olvidó dejar su marca o huella en nuestra memoria cinematográfica, haciendo un momento que nos estremeciera. Es lamentable porque material tenía para hacerlo.
De todos modos hay que ir a verla. Sería absurdo que después de once años viendo las aventuras y desventuras de estos magos adolescentes, no asistiéramos a la conclusión de la saga. En cuanto a aquellos que leyeron los libros, quizás mantengan en su memoria emotiva, los sentimientos que el texto les hizo experimentar y con esto rellenen el vacío que David Yates no supo llenar. Los que no leímos los libros, nos queda conformarnos con este final chueco y maltrecho que cierra la saga de Harry Potter en la gran pantalla (por ahora).