La paloma sabanera (Patagioenas inornata wetmorei) es una raza o subespecie endémica de Puerto Rico, con una historia de peligrosa cercanía a la extinción, la que no debemos repetir.
Para evitar el completo exterminio de esta ave autóctona, este mes se llevará a cabo una reunión de emergencia, donde expertos buscarán la forma de evitar que la paloma sabanera se extinga. Su futuro es incierto, ya que no hay fondos para la creación de un programa de propagación en cautiverio. Las instituciones conservacionistas y el público en general también pudieran ayudar, solicitándole a las agencias gubernamentales que se designen los hábitat críticos para el ave, que éstos se protejan y que se prohíba la cacería en aquellos municipios en donde aún quedan palomas sabaneras.
Una historia de peligrosa cercanía a la extinción
Para principios del 1900, la paloma sabanera ya era muy rara y, para el 1936, los bosques costaneros en donde la paloma sabanera habitaba, virtualmente, ya habían sido eliminados y el ave se consideró extinta. Afortunadamente, fue redescubierta en Cidra en el 1963. Censos en la década del 1970 indicaron que quedaban cerca de 50 individuos y que los problemas principales de la sabanera lo eran la cacería ilegal, el disturbio en las áreas de anidamiento y el robo de pichones.
Esto propició un programa de propagación en cautiverio en la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Entre el 1983 y 1985, se tomaron del estado silvestre 20 pichones para criarlos a mano y luego reproducirlos. Un estudio genético de éstos indicó que estaban altamente emparentados, por lo que se asumió que la población llegó a estar al borde del exterminio (unos 10 individuos), lo que dio lugar a la reproducción entre “familiares”.
El Programa para la Conservación de la Paloma Sabanera produjo, en cautiverio, más de 125 individuos. De hecho, en el 1989 se le consideró uno de los programas más exitosos a nivel mundial. Pero el Programa no se limitó a trabajar en el aviario de Humacao, sino a educar a todos los niveles, particularmente en Cidra, para reducir la cacería clandestina, la destrucción de hábitat, el robo de pichones y el disturbio de aves anidando.
La campaña educativa también tuvo éxito y los censos que se completaron desde mediados del 1980 hasta mediados del 1990 arrojaron crecimiento progresivo de la población y movimiento de aves a áreas aledañas, como Comerío. En lo que se fracasó fue en evitar la destrucción de hábitat, particularmente debido al desarrollo urbano.
Desde que comenzó el programa en cautiverio hasta que terminó en el 2003, en Cidra se construyeron más de 15 urbanizaciones. A tales efectos se destruyeron o se alteraron considerablemente 19 de las 20 áreas de anidamiento que se habían identificado y dos de los lugares en donde las aves se congregaban a dormir, luego de la época de reproducción.
Los huracanes parecen tener un efecto catastrófico en la sabanera. En el 1989, el Huracán Hugo redujo la población de sabanera en un 50% y el estimado del censo del 1990 fue de unas 500 aves. No obstante, como después del huracán se observaron sabaneras en lugares tan distantes de Cidra, como Aguadilla, la interpretación de los datos fue que el huracán había dispersado las aves y no que había causado tan alta mortalidad.
Afortunadamente, la población se repuso y previo al Huracán Georges (1998) se hizo un estimado de unos 10,000 individuos. Sin embargo, este no fue el caso después de Georges donde la población se redujo en el 1999 y la tendencia ha continuado hasta llegar a 1,000 individuos en el 2010. Como consecuencia la población de Cidra, virtualmente, ha desaparecido.