—¿Cómo está?
—Flaco, feo y chiquito. Como siempre.
La respuesta la dio Gregorio Acevedo. Muy pocos lo conocen por ese nombre, sino más bien por este otro: Goyo. Con el tiempo, le añadieron el don. Ese tiempo bien pueden ser 46 años.
Porque sucede que don Goyo, 46 años después, se retira de la dirección de la Tuna de la Universidad de Puerto Rico (UPR). A propósito de la ocasión, Diálogo conversó con una de las figuras más icónicas, y queridas, del recinto riopedrense.
Para Acevedo, tomar la decisión de retirarse no fue tan difícil. Tuvo mucho peso en su consideración el haber logrado todo lo que se propuso con la Tuna.
“Mi gran meta era competir contra las mejores tunas de España, y lo logré. Ganamos cuatro premios. La segunda era llevar a la Tuna a La casa de la Troya, el museo mundial de las tunas, en Santiago de Compostela, y lo logré también”, mencionó.
Los premios fueron muchos, la verdad. Pero su mayor satisfacción es haberle enseñado a distintas generaciones de estudiantes tunos todo lo que sabe.
“Todo se lo he dado a ellos. Los estudiantes se han convertido en músicos y compositores. Les enseñé todo lo que sé. La Tuna de la UPR ha sido ejemplo para todas las agrupaciones en Puerto Rico y en el mundo”, indicó.
La historia de Acevedo en la Tuna comienza en el 1959, cuando fue admitido a la Facultad de Administración de Empresas del Recinto de Río Piedras porque pensaba que si estudiaba esta disciplina podría sacar a su familia de la pobreza. En la universidad, decidió aprender a tocar la guitarra para poder entrar a la Tuna. No importaba el día ni la hora siempre estaba practicando, al punto de que la gente “creía que estaba loco”. A los tres meses de practicar, don Paquito López Cruz lo escuchó, le cogió pena y lo aceptó en la Tuna.
Amor genuino por la UPR
Si hay alguien que ama a la universidad es don Goyo. Tanto, que lo ha convertido, implícitamente, en un requisito para pertenecer a la Tuna.
De ahí que, cuando un estudiante quiere pertenecer a la agrupación, lo primero que tiene que hacer es aprenderse el himno de la UPR. “También los llevo por toda la universidad. Vamos al museo, a la biblioteca, y les explico qué son todos los edificios, porque su amor por la universidad tiene que ser genuino”, sumó.
Pero a ese amor no le han faltado desilusiones. Don Goyo reconoció que fueron muchas las luchas que tuvo con rectores y presidentes que, digamos, responden –cada vez más a menudo– a intereses que no son universitarios.
Una vez, por ejemplo, la Tuna no pudo hacer un viaje, luego de que le dijeran que había el dinero disponible.
“Yo pienso que quienes dirigen la institución no son muy francos. Yo siempre he cumplido con mi palabra. Una de las cosas más grandes que le he enseñado a los estudiantes es que tienen que cumplir con su palabra. La palabra es sagrada y tiene que cumplirse”, aseguró el profesor de esgrima.
Las razones del retiro
Don Goyo le ha dedicado la mayor parte de su tiempo a la Tuna. Y esa es una de la razones por las que se retira. Admitió que ya es tiempo de compartir con su familia.
“Quiero retirarme en condiciones de estar útil, de poder utilizar el tiempo para disfrutar con mi esposa lo que me quede de vida”, dijo.
Pero no es solo pasar tiempo con su familia. Otro factor es que su cuerpo también le ha dado señales de que es momento de retirarse. En este último semestre don Goyo ha tenido varios problemas físicos: además de tener diabetes, le operaron el hombro y le han realizado estudios cardiovasculares.
De los jóvenes de hoy saldrá el próximo director
Con el paso del tiempo don Goyo ha notado que el estudiantado ha cambiado. Según él, los jóvenes ya no son tan respetuosos como antes. Sin embargo, sabe que a él lo respetan. Y ese respeto se lo ha ganado escuchando a los alumnos que, expresó, tienen muchos problemas y pocas personas para hablarlos.
“Los problemas que ellos no pueden decirle a los padres me los dicen a mí, y yo tengo que tratar de que ellos puedan pasarle por encima a sus problemas personales. Si puedo resolvérselos se los resuelvo, si no, por lo menos los escucho, y oír a los compañeros es bien importante porque se sienten solos”, sostuvo.
Es por esto que, para don Goyo, la persona que asuma la dirección de la agrupación tiene que ser alguien que entienda a los alumnos.
“Yo no quiero envolverme en la decisión. Pienso que no es mi responsabilidad. Yo di unas ideas. La universidad sabe quiénes son, los conoce. Sé que tienen la capacidad para estar aquí, pero yo no soy el indicado de decir a quién deben seleccionar. Me parece que deben seleccionar a una persona joven que conozca a fondo cómo son los universitarios de hoy, ahora que tienen otros trabajos y muchas necesidades”, señaló.
Mientras llega el elegido, el retiro no significa que no volveremos a ver a don Goyo en la Tuna de la UPR. Este próximo 18 de julio desfilará –por primera vez– con su toga de Doctor honoris causa: la misma toga que se quitará para cantar y tocar junto a sus tunos –por última vez–.