Cinco modernas y llamativas máquinas riegan las 138 hectáreas de la finca estatal La Yuraguana, en la provincia nororiental de Holguín, la tercera más importante de Cuba. Pero “a veces ni pueden encenderse por el bajo volumen de agua”, explicó su administrador, Edilberto Pupo.
“Los últimos tres años han sido tensos por las pocas lluvias. Y para regar nos abastecemos de una presa que casi colapsó”, indicó a IPS el responsable de la explotación, que en 2008 recibió nuevos sistemas de riego, gracias al financiamiento internacional.
Las máquinas del tipo de pivote central, ensambladas en Cuba con componentes europeos, surten agua a presión mediante el sistema de aspersión, que imita a la lluvia que cae sobre o entre las plantas.
Cuba sufre desde finales de 2014 la sequía más severa en los últimos 115 años, que alerta sobre la urgencia de modernizar y ajustar la gestión del agua en el agro a los desafíos climáticos, entre otros problemas, como el despilfarro por el mal estado de las redes hidráulicas, ineficientes políticas de ahorro y poca medición del líquido entregado.
El proceso de reformas comenzado en este país caribeño en 2008 no logró aún el perseguido despegue del sector agropecuario. Pero aun así él es el mayor consumidor de agua, al absorber 65 por ciento del total de extracciones para el riego, acuicultura y ganadería.
La situación se torna compleja para el futuro porque las sequías serán cada vez más estacionales en el Caribe, como efecto del cambio climático, pronosticó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su último estudio sobre el área, divulgado el 21 de este mes.
“La agricultura será el sector más afectado, con graves consecuencias económicas y sociales”, destacó el reporte, “ya que la mayoría de la agricultura del Caribe es de secano” y se observa más demanda de abasto de agua dulce por “el uso cada vez más generalizado del riego”.
De los 36 países con más escasez de agua del mundo, siete son caribeños, indicó la FAO.
Como en el resto del oriente cubano, la zona del país que más sufre de sequías, el campesinado de la provincia de Holguín, afronta con otras alternativas el problema y sabe que en situaciones extremas las máquinas de riego sirven de poco.
“En los momentos más críticos tuvimos que sembrar cultivos resistentes como la yuca (mandioca) y el plátano (banano para cocinar), que se sostienen hasta que llueva”, especificó Pupo, sobre la granja que vende hortalizas, granos, frutas y viandas (tubérculos) a los 287,800 habitantes de la ciudad de Holguín, la capital provincial.
La meta de producción para 2016 de La Yuraguana, con 93 trabajadores y de ellos 14 mujeres, es de unas 840 toneladas de alimentos, que venden directamente a mercados en la ciudad, situada en un municipio vecino.
“Esperamos que San Pedro nos ayude, que llueva y la presa se llene para nosotros poder regar y producir sin parar”, dijo en referencia al santo católico, cuya festividad se cumple el 29 de junio y al que creyentes rurales invocan porque le atribuyen el poder de traer las lluvias.
La superficie agrícola de Cuba asciende a 6,240,263 hectáreas, de las que apenas 459,000 disponen de sistemas de riego, la mayoría con tecnologías obsoletas, de acuerdo con el informe gubernamental “Panorama uso de la tierra. Cuba 2015”.
Actualmente, solo 11 por ciento de las tierras cultivadas son regadas, pero la FAO prevé que para 2020 la superficie equipada casi se duplique y cubra unas 875,600 hectáreas, mediante un programa que comenzó en 2011 de modernización de la maquinaria y reorganización de la irrigación y el drenaje en el ramo agropecuario.
El riego eleva hasta 30 por ciento los rendimientos agrícolas, según especialistas del sector.
Las autoridades cubanas persiguen que la producción local alivie el gasto de $2,000 millones anuales en alimentos importados, para satisfacer la demanda de los 11.2 millones de habitantes y de los turistas que llegan al país, que en 2015 alcanzaron los tres millones.
El agrónomo Theodor Friedrich, representante de FAO en Cuba, puntualizó a IPS que “el riego no es la respuesta a la sequía”.
Esta isla caribeña “debería más bien reducir el uso del riego que extenderlo”, aconsejó, porque exprimir las fuentes de agua, sobre todo las subterráneas, puede llevar a “la degradación y salinización acelerada de los recursos hídricos”.
La alternativa, dijo, es “aplicar técnicas de ahorro de agua de forma inmediata, como reducir las pérdidas a lo largo de la red de distribución, evitar cualquier riego por aspersión, aplicar directamente el agua en el suelo y regar según las necesidades del cultivo, considerando también las previsiones meteorológicas”.
Para Friedrich, la solución sostenible radica “en el manejo de suelo”, con técnicas de conservación. Destacó, en ese sentido, que la agricultura ecológica “permite producir más con menos agua” y “abre los suelos para que las precipitaciones pueden infiltrarse de forma completa y rellenar el acuífero”.
Por su geografía sin grandes ríos ni lagos, Cuba depende de las precipitaciones, que guarda en 242 embalses y decenas de micropresas.
Al igual que el representante de la FAO, especialistas locales desaconsejan extremar la explotación subterránea porque se arriesga salinizar y perder la fuente de agua dulce.
Originada en el fenómeno de El Niño/Oscilación del Sur, que ha causado estragos este año en América Latina, la actual escasez de agua afectó 75 por ciento del territorio cubano, según fuentes oficiales, con los mayores daños en Santiago de Cuba, provincia vecina de Holguín.
Pese a medidas que priorizan el consumo de la población sobre la agricultura y las industrias, un millón de personas padeció en mayo alguna limitación en el acceso al agua, informó el estatal Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.
El 20 de junio, la Unión Europea anunció que dará 100,000 euros adicionales a Cuba, a través de la Cruz Roja, para asistir a 10,000 personas damnificadas por la sequía en Santiago de Cuba. El apoyo busca mejorar el acceso a agua segura, con la entrega de equipos de transportación, reservorios y materiales para tratarla.
Pese a todo ello, responsables del sector agrícola y campesinos ven al riego como clave para disparar la producción.
“El rendimiento con los ciclos exigidos de riego es mucho mayor que cuando se espera por la naturaleza”, precisó Abdul González, vicealcalde para la agricultura del gobierno municipal de Holguín. “Hoy 80 por ciento de nuestras áreas cultivadas están desprotegidas de riego”, lamentó a IPS.
“Los campesinos de todas las formas productivas (estatal, privada y cooperativa) solicitan sistemas de riego, incluso algunos hacen estanques y pozos para paliar un poco la situación”, describió.
En la Cooperativa de Créditos y Servicios Eduardo R. Chibás, cercana a La Yuraguana, el usufructuario Virgilio Díaz, con 22 hectáreas donde siembra ajo, maíz, boniato (batata), papaya y sorgo, le achaca buena parte de su éxito al sistema de riego que pudo comprar en 2010 a través de la asociación de 140 integrantes.
“Los ingresos se elevaron más de 70 por ciento: mejoramos los salarios, pude pedir más tierras en usufructo y construí una nueva casa”, destacó a IPS el productor, que suele obtener junto a cinco trabajadores 200 toneladas anuales de alimentos, en condiciones climáticas favorables.