Desde hace ya más de una década vivimos compenetrados en la era digital. El correo es reemplazado por el e-mail. La prensa escrita tiene a la Web 2.0, con la incursión de blogs y redes sociales, como un medio dinámico para la distribución de noticias. Se podrían citar otros casos de igual repercusión. Pero hay un caso en el cual ese paradigma todavía no está del todo establecido: la literatura.
El lanzamiento en 2007 del Kindle revolucionó la forma de obtener un libro, ya que gracias a este gadget se podía adquirir una vasta cantidad de obras literarias sin la necesidad de trasladarse a la clásica librería. Al mismo tiempo, esta nueva modalidad planteó la interrogante: ¿está llegando el final de los libros impresos?
Alejandro, encargado de “La Revistería”, un local en Argentina que tiene en sus vidrieras cientos de ejemplares de historietas japonesas (Anime), además de vender novelas de la literatura contemporánea, dice que las ventajas del libro digital van más respecto al abaratamiento de costos y a la comodidad por adquirir las publicaciones online, pero esto es algo que a los lectores sudamericanos, en comparación con los europeos o estadounidenses, no los impactan completamente.
“El lector sudamericano está acostumbrado al habito de sentarse, de ir a la biblioteca. Hay que recordar que varias de las bibliotecas más grandes del mundo están en Sudamérica. Hay una gran cultura literaria en argentina. Tengamos en cuenta que el país fue exportador de libros a Europa. Eso te demuestra que hay una gran producción literaria en el país, afirmó.
Al respecto, Mariana, del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, apunta que “ves que hay un montón de librerías en la calle Corrientes, y cierran muy pocas. Eso quiere decir que el mercado del libro todavía tiene una vida extensa. Dudo mucho que por los próximos años el libro en sí, material, desaparezca. Sí esta bueno el uso de internet porque hay libros que ya no se editan y sí se pueden conseguir online. Para eso habría que darle uso”.
Este carácter “Pro-libro impreso” también es desarrollado por Miguel Vilche, estudiante de Comunicación Social en la Universidad de buenos Aires (UBA), escritor y guionista. En defensa de los libros impresos, Vilche dice que los prefiere “quizás por romanticismo, por el aroma de las hojas, por un fetichismo consiente, quizás porque creemos que al no tener un acceso tan eficaz y sencillo al texto buscado, tenemos que recurrir a la investigación, consultando muchos libros hasta llegar a lo que buscamos”. “También está el hecho de tocar”, agrega Mariana, “avanzar con las hojas, ver que estas en la pagina 200 y creer que te faltan 30 es maravilloso”.
Más allá de estas cualidades expresadas por los entrevistados, la realidad es que en el mundo el libro digital está marcando el ritmo de las ventas de literatura. Amazon, creador del Kindle, informó en el mes de mayo del corriente año que las ventas de libros digitales superaron en el último tiempo a las de libros impresos, reafirmando la tendencia anteriormente citada.
Si la lectura de un libro tiene ese carácter nostálgico, tanto para los entrevistados como para una enorme comunidad de lectores en todo el mundo ¿Cuál es el motivo por el cual la gente se está volcando a leer una novela gracias a cualquier plataforma o gadget existente antes de hacerlo desde la tinta impresa? Son diversas las opiniones al respecto. Mariana lo plantea desde el uso de Internet como costumbre de gran parte de las personas (ella no se siente incluida). mientras que, Miguel afirma que “es innegable que hay ciertas ventajas como la cuestión ecológica, ya que el formato digital permite que el soporte esquive las materias primas que se utilizan en la confección del formato tradicional.
Por otro lado, se encuentra el tema del confort y la velocidad de acceso, así como la de traslado del dispositivo que puede lograr que mucha gente (en especial, los amantes de las tecnologías y del mundo virtual) se vuelque a la lectura, y eso siempre es bueno, también los que gustan leer en los transportes públicos”, añadió Miguel. Alejandro va más allá, ya que en principio opina que este fenómeno se desarrolla “por cuestiones económicas, no por algo cultural. Es la falsa percepción del acceso rápido a algo, cuando en realidad se está perdiendo mucho más de lo q se está ganando”. Prosigue con su crítica al decir que “una cosa es tener un libro en la mano, cuando ese libro pasa a formar parte de un objeto, uno se encariña con él, podes desarrollar una vida en torno a ese objeto. Vos habrás leído un libro que fue de tu padre, y de tu abuelo, y eso le agrega un valor al libro. En el material digital eso es imposible”.
La comodidad, el bajo costo y la posibilidad de interactuar con Internet son los estandartes con los cuales los eBooks buscan imponer una tendencia de acá a un largo plazo. Se dejan de lado la nostalgia y un carácter romántico imposible de encontrar en cualquier espacio social o de privacidad a la hora de hacer una lectura. Y Miguel, como muchos otros, reza que “los clasicistas seremos los últimos en ser cooptados, pero no podemos esquivar una tendencia global”. La resistencia esta impuesta.
Fuente Revista Alrededores