Desde junio de 1954, el hogar de los Sotomayor Báez en los suburbios de Nueva York vio crecer a su “Ají”, Sonia, entre la Guerra Fría, la televisión y la diabetes. Ahora, Sonia es la tercera mujer, y primera latina, en ocupar un cargo vitalicio en la Corte Suprema de los Estados Unidos como jueza asociada desde el 2009.
La boricua, nacida y criada en el Bronx, compartió ayer, con cientos de jóvenes estudiantes y profesores, en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), sus experiencias como mujer, hispana y boricua en la diáspora y en el ejercicio de la jurisprudencia.
“Las experiencias no me definen, me forman”, soltó la jurista de 62 años, mientras caminaba entre la juventud colegial y algunos futuros colegiales invitados al evento. Sotomayor, haciéndole justicia a su apodo de infancia, se negó a estar sentada y a hablarle al público desde la pequeña tarima del Coliseo Rafael Mangual en el RUM.
“Me decían ‘Ají’ porque siempre estaba inquieta. Yo siento que pienso mejor cuando estoy caminando. Y hablo mejor cuando estoy caminando también. Por eso voy a caminar entre ustedes ya mismo”, dijo, causando una ola de aplausos y miradas incrédulas.
Así, la jueza se abrió paso entre las gradas, acompañada por dos agentes federales que poco -o ningún- caso les hacía.
Merodeándose entre la juventud colegial, y dejando al frente al presidente de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Uroyoán Walker, al rector del RUM, John Fernández Van Cleve y demás invitados, la jueza del Supremo compartió risas y estrechó manos con muchos de los presentes. Y, apostada en la parte más alta de las gradas, comentó sobre la Junta de Control Fiscal (JCF), Lin-Manuel Miranda, Oscar López Rivera y de sus experiencias desde la práctica legal.
Sobre la JCF, la escritora del exitoso libro My beloved world (“Mi mundo adorado”) sostuvo, someramente, que no puede contestar preguntas al respecto. “Yo estoy aprendiendo de los periódicos, del Internet. Estoy formulando opiniones en base a lo que escucho y veo que está pasando. Es la misma cosa que deben estar haciendo ustedes. Pero lo tienen que hacer con educación. No pueden ver el periódico y decir, ‘el periódico está bien’. No pueden mirar un show y decir, ‘esa persona sola está diciendo lo que es’. Tienen que hacer lo que hacen en una clase: estudiar la situación con atención a todo lo que están hablando”, señaló.
Además, explicó que, como jueza, no luce bien emitir opiniones sobre asuntos políticos, máxime cuando existe la posibilidad de que algunos de esos casos lleguen, eventualmente, a su atención.
De igual modo, resaltó que “la opinión mía no tiene que contar más que la de ustedes: ustedes van a vivir esto y el efecto va a ser para ustedes. Lo digo, no porque yo no esté viviendo aquí, sino porque gracias a Dios yo tengo un trabajo para el resto de mi vida… Pero ustedes no tienen la misma cosa. Por esa razón, es muy importante que el pueblo se entere de lo que está pasando, y que entiendan las consecuencias de las alternativas que hay”.
Durante el conversatorio, la egresada de la Universidad de Yale, alentó a los jóvenes a enfrentar sus miedos y asumir retos entre la frágil economía y la crisis que enfrenta el País. Con la mirada puesta en muchos de los universitarios, Sotomayor comprendió que en la vida académica y profesional hay temores, pero “lo más importante es decir, ‘con el miedo lo voy a hacer. El miedo no me va a parar’”.
Así, hablando de juventud, la jueza fue abordada sobre el éxito y la importancia del trabajo artístico del actor y compositor de ascendencia boricua, Lin-Manuel Miranda. “Espero que algún día Lin Miranda traiga Hamilton aquí”, expresó. Luego, sobre la obra Hamilton, nominada a 16 premios Tony, aseguró que “demuestra el ingenio de la clase artística puertorriqueña. Él (Lin-Manuel) ha demostrado cuán poéticos somos los puertorriqueños”.
Cuando le cuestionaron sobre la situación del caso del preso político Oscar López Rivera, Sotomayor exclamó en tono de broma: “Yo no puedo contestar eso. Soy una juez. ¿Qué les pasa a ustedes?”.
Al final, la experimentada jurista, sobre su trabajo comentó que “no ha habido ni una sola decisión fácil”, que sopesa mucho su ejercicio y lo ejerce conforme a lo que le parece más justo y pertinente. Sobre sí misma, dijo ser una soñadora y exhortó a la juventud a hacer lo mismo. “Me he pasado la vida soñando. Lo imposible se puede hacer, pero tiene uno que soñar”, concluyó.