Desde el jueves 1 de diciembre al domingo 4, se exhibió una gran diversidad de cortometrajes en la Sala Beckett de Río Piedras, gracias al festival internacional de cortometrajes CineArs. Cortos de ficción, animación y documentales puertorriqueños y de otros países, fue parte de menú cinematográfico que se presentó durante el evento.
Esta iniciativa se une a la gran cantidad de festivales y muestras de cortos cinematográficos que se han venido dando en la Isla durante los últimos años, dándole un espacio de exposición a los cineastas puertorriqueños y al formato corto de la gran pantalla.
La exhibición de cortometrajes además presentó lo mejor de los festivales más recientes de la Isla, como el Rincón Film Festival, Enfoque en Ponce o el Cine Fiesta. También tuvo su selección oficial de nominados a la premiación que se realizó el domingo, día de clausura.
La sala Beckett se llenó a cabalidad durante el fin de semana, por lo que se tuvo que hacer doble tanda diaria para satisfacer la gran demanda de espectadores. La organización del evento colapsó un poco ante tal afluencia de gente, pero logró mantener el orden y el programa previsto para cada día.
En cuanto a los cortometrajes exhibidos, los valores de producción y los parámetros técnicos fueron los aspectos que resaltaron. Se puede apreciar un avance en cuanto al uso de nuevas tecnologías y equipo para lograr una calidad visual impresionante.
Lamentablemente, no se ve el mismo esfuerzo por lograr una buena narrativa, prescindir de los clichés y los lugares comunes o tener una voz contundente en los cortometrajes. Si tomáramos en cuenta sólo la muestra de jóvenes cineastas que participaron en el CineArs, podríamos pensar que cada vez más se busca parecerse a Michael Bay, Andrew Niccol o a Zack Snyder en cuanto a imagen, pero no se trata de compensar con argumentos e historias con peso.
Pero esto no es totalmente cierto. Aún cuando en efecto esa es una tendencia creciente en la Isla, hay muchos jóvenes cineastas que no apuntan hacia el efectismo visual sino al argumento y al guión inteligente. Incluso en el festival hubo muestras de esto, aunque la norma apuntó más hacia el otro extremo. El corto documental En la Otra Calle, de la periodista Janice Mejías, por ejemplo, muestra exactamente que aún hay gente con ganas de decir cosas importantes, por encima de una estética rebuscada, sin necesidad de dejar en el olvido los cánones visuales.
Sería maravilloso pensar que en un futuro no muy lejano, ambas tendencias pudieran ir de la mano y, mientras en pantalla se puedan apreciar imágenes que sorprendan por su calidad técnica, el guión y el argumento que las hila, maravillen asimismo por su calidad narrativa, su coherencia y su pertinencia en el Puerto Rico en el que vivimos. Es ahí donde radica la importancia de estos festivales y la inclusión de todo tipo de cortometrajes: permitir un espacio de diálogo entre las nuevas generaciones de cineastas.