“No a la llegada de Uber”. Esa es la consigna de los taxistas durante las últimas semanas. Uber, una compañía norteamericana que ofrece servicios de transporte a través de una aplicación móvil, desde el 2014 inició conversaciones para llegar a la isla, según reseñó un diario del país.
En octubre del 2014, el exlegislador por el Partido Popular Democrático, Antonio Fas Alzamora, sometió el Proyecto del Senado 1209 para que se aprobara la llegada de Uber. En marzo del 2015 el proyecto fue derrotado. En aquel momento la legislatura entendió que el gobierno debía tener una política pública que permitiera regular las compañías y garantizar la seguridad de los usuarios, así como los empleos de cientos de taxistas del sector turístico que hoy cumplen con la ley.
Hace unas semanas, la corporación confirmó que llegará este verano a Puerto Rico y tendrá una sede en San Juan. Como no hay una política pública, actualmente el Departamento de Transportación y Obras Públicas trabaja en un reglamento que permita su establecimiento.
“Uber es una competencia completamente desleal”
Según Juan De León, portavoz de la Federación de Taxistas de Puerto Rico, el establecimiento de la empresa afectará a cerca de 1,500 taxistas que trabajan en la zona metropolitana tanto para la Compañía de Turismo como para cooperativas que históricamente han proveído servicios a la ciudadanía. Entre ellas mencionó a Rochdale Taxi Cabs, Major Taxi Puerto Rico, Metro Taxis y American Tax.
“Lo que pretende el Departamento de Obras Públicas es pasarle por encima con un reglamento a las leyes”, señaló De León, ya que los conductores de Uber no estarían regulados por la comisión. En una entrevista con Diálogo, el líder de la federación hizo un llamado al gobierno para que favorezca a los taxistas locales, “que somos los que hemos contribuido al desarrollo económico del país”.
“Nosotros entendemos que lo que esta compañía pretende es abaratar el costo al proveer un servicio mediocre. También se lucran y no dan ningún beneficio a sus empleados”, señaló De León. Por eso, la Federación de Taxistas se opone y continuará realizando manifestaciones en contra de la compañía.
Una oportunidad económica
Las empresas como Uber suelen establecerse en lugares donde hay problemas financieros para fomentar el crecimiento económico. Estas le brindan la oportunidad de autoemplearse a las personas.
Trabajar para corporaciones como Uber es tan sencillo como tener más de 21 años, subir a la red una foto de la licencia de conducir vigente, del seguro del auto, evidencia de no antecedentes penales, adjuntar fotos del vehículo, de la tablilla y proveer el número de seguro social. El vehículo debe tener cuatro puertas o más, no tener más de nueve años y estar en perfectas condiciones.
Según la página de Internet de Uber, la mayoría de sus empleados son estudiantes, veteranos, jubilados y personas que necesitan ganar dinero. Los conductores no tienen un horario, ni una jornada laboral establecida. Uber informa a través de su espacio cibernético que “el 88% de los conductores dice que conduce con Uber para contar con mayor flexibilidad en su horario y equilibrar el trabajo con su vida y familia”.
Al explorar la plataforma, Diálogo constató que es fácil engañar a Uber con información falsa. Un individuo que desee ser conductor puede suministrar fotos y datos que no correspondan a su persona o al vehículo. Al momento de solicitar los servicios de la compañía el usuario puede ver la foto, la descripción física y los datos del vehículo que esta persona suministró. El cliente de Uber solo podrá corroborar esta información cuando llegue la persona a recogerlo. Además, la aplicación muestra la ruta exacta que debe tomar el conductor, el tiempo estimado de llegada y la tarifa. De esa manera, la compañía garantiza la seguridad de los consumidores.
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Contraste entre los servicios de Uber y el los taxistas. (Facebook)
Qué dicen los consumidores
Diálogo quiso auscultar la opinión de algunos universitarios sobre este sistema de transportación. Muchos admitieron haber utilizado los servicios de Uber en otros países. También dijeron que los utilizarían en caso de una emergencia en la que necesiten transportación a bajo costo.
“Me gusta porque te enseña quién es quien te va a buscar antes de pagar y puedes decidir si usar a esa persona o no”, señaló Francisco Ramírez, estudiante de química de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP). Añadió que ha utilizado el servicio en los Estados Unidos y lo utilizaría en Puerto Rico porque tiene diferentes servicios que le permiten ahorrar. Incluso, Ramírez aseguró que lo utilizaría para no manejar bajo los efectos del alcohol.
Por su parte, Alexandra Soda Rodríguez, estudiante de biología del recinto riopedrense, comentó que lo ha usado fuera de la isla y que solo lo utilizaría en caso que, por una emergencia, se quedara sin transportación. No se atrevería a usar el servicio bajo efectos del alcohol. “Bajo esas condiciones no confiaría en irme con una persona que no conozco aunque trabaje para una compañía de taxis”, puntualizó.
Ramírez recalcó que Uber es mucho más seguro que los servicios de taxis tradicionales porque todo se paga a través de la aplicación. “No tienes que bregar con dinero en efectivo. Así que no hay riesgo de robo ni problemas al momento de pagar”, argumentó.
No se ha anunciado cuál sería la tarifa inicial de Uber en Puerto Rico, pero en ciudades como San Francisco la tarifa inicial es de $2.20 a $1.30 por milla. En Puerto Rico, la tarifa inicial de los taxis en San Juan, Río Piedras, Piñones y Carolina es de $4.75 por milla.
Pero también los taxis tienen tarifas fijas y estimadas. Por ejemplo, un viaje al aeropuerto de Isla Verde cuesta $13.00, según lo establece la Compañía de Turismo. Sin embargo, viajar fuera del área metropolitana puede ser oneroso. Un viaje desde San Juan a Cataño puede salir en $28.00 mientras que ir a Cabo Rojo puede costar más de $175 dólares. Los operadores de taxis reciben este dinero en efectivo.
“Claro que utilizaría Uber. La tarifa de los taxis es descarada y la oferta es muy escasa”, opinó José Pérez Alcobé, estudiante internacional de la Escuela de Planificación de la UPR. La tarifa de Uber en Bogotá, Colombia, su país de origen, es mucho más económica que la de un taxi. “Aquí no tengo carro, por eso dependo del transporte público. Lo utilizaría para ir a rumbear, para ir al aeropuerto y para devolverme a casa cuando ya no hay guaguas”, añadió.
Pérez Alcobé recordó que en una ocasión fue amenazado por un taxista ya que fue a recoger a un amigo al aeropuerto y el operador se quedó a esperar que saliera. Aún cuando él le pidió que no lo esperara, al salir, recibió una llamada del taxista indicándole que debía pagarle el tiempo de espera. “Me dijo que si no le pagaba, él tenía contactos en el aeropuerto y en Avianca y que podía rastrearme por toda la ciudad si él quería para que le pagara”, contó.