Son muchos los que alzan la mirada y se preguntan cómo sería poder elevarse y flotar.
La Danza Aérea – popularmente llamada “Las Telas” por sus aprendices – te permite deslizarte y sentirte libre por los aires. Esta hermana alada de las acrobacias, surge de la fusión de las artes circenses con la danza contemporánea, el teatro y chispas de creatividad. En su ejercicio los artistas realizan sus coreografías alejados del suelo, utilizando técnicas de la escalada suspendidos en telas.
La también llamada “Tela Acrobática” -dicen- se origina con el Yoga. En su práctica, yoguis orientales utilizan la cuerda para meditar y pasar mayor tiempo en sus posiciones. Poco a poco, en adaptación, se comienza a utilizar la tela en variaciones de la conocida disciplina india. Por sus grandes posibilidades coreográficas y lo vistoso del movimiento del cuerpo al son de los textiles, la danza aérea comienza a popularizarse en países como España y Argentina, dando a grandes exponentes como Pichón Baldinu y Brenda Angiel. Espectáculos circenses famosos como el Cirque du Soleil también han hecho las telas parte de su ofrecimiento, dejando a más de uno con ganas de más. Puerto Rico no es la excepción.
El dúo conformado por Cristina Burgos y Carlos Gabriel González tiene mucho que contar sobre este arte. La joven bailarina comenzó en las acrobacias aéreas de la mano de Orlando González hace un par de años, pero con una mudanza de la Isla a la Argentina – a razón de sus estudios posgraduados – redescubre que le queda mucha “tela para cortar”.
Ya establecida en las afueras de Buenos Aires, Cristina comenzó a trabajar en un circo para niños. En sus funciones era payasa y bailarina, pero cuando le tocaba también era acróbata, lo que según cuenta la hizo “enamorarse cada vez más de las acrobacias aéreas”. Toda esta experiencia la llevó a tomar cursos en la disciplina, ampliando sus conocimientos y fungiendo de maestra de la tela en su tiempo libre.
Cristina Burgos y Carlos Gabriel Rodríguez, desafían la gravedad con sus acrobacias.
Con el viejo sueño de volar ya bajo su brazo, regresa a Puerto Rico y comienza a buscar quién la acompañe en su travesía. Así es como llega Carlos Gabriel Rodríguez al dueto. El joven – egresado del departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico – queda embelesado con la idea de desplazarse en el aire y se une a Cristina; añadiendo las telas a su experiencia como “clown”, actor y “performero”.
De esta manera, el par de amigos orocoveños comenzó a transmitirse conocimientos para ir formando innovadoras ideas y coreografías intensas sobre el concepto. El dúo comienza su propuesta como una de “interacción pasional” -explica Cristina- que busca exaltar las figuras de lo masculino y lo femenino, con sus respectivas sensualidades presentes. Todo esto logrado a través de las libertades que les da desafiar la gravedad.
Más adelante, con ayuda de mucha práctica, las técnicas se han ido definiendo y conociendo. Carlos aporta carácter, creatividad y su cadencioso juego con el cuerpo al dúo, mientras Cristina añade su estilización del movimiento, la danza y las figuras. Se complementan y a medida que la experiencia crece van conociendo sus fuertes, para crear coreografías únicas en los aires.
“No solamente danzamos en la tela, también contamos historias, fabulas y cuentos”, comenta Carlos. Asimismo, ambos artistas recalcan la importancia de la música en esta disciplina, al igual que sus capacidades únicas de conocer y ejercitar el cuerpo al desempeñarla.
Para este dúo dinámico, la clave es mantener consistencia en “descubrir y redescubrir” con la danza aérea. Tienen como plan no detenerse y continuar creando hasta que el cuerpo aguante. Mientras que, en sus planes futuros está el regresar al cono sur y seguir entrenándose en Argentina. Entre tanto, estos dos avispados danzantes ensayan en parques, en la Universidad y en su natal Orocovis. Prefieren los espacios abiertos y el contacto con la naturaleza, ya que le da al baile una energía diferente.
Ambos acrobatas prátican sus performances en su natal Orocovis.
La danza aérea ofrece una experiencia visual innovadora. Observar a quien la lleva acabo rebasa los límites de los espectáculos teatrales, conciertos y “performances” y lanza al espectador a otras dimensiones, fuera de lo tradicional.
Sus movimientos son una manera singular de ver al cuerpo expresándose ante tus ojos, un verdadero placer para la imaginación.
La autora es antropóloga y actualmente cursa la Maestria en Teoría e Investigación en Comunicacion de la Escuela de Comunicación de la UPR de Río Piedras.