En la fila de al frente había un corillo de diez, doce chamacos y chamaquitas de la high. ¿Emo todavía se utiliza? Guaynabitos, todos. Me explico: (1) Eran blancos. (2) Hablaban inglés entre ellos y ellas. (3) Me encontraba en los cines de San Patricio. ¿Todavía le llaman Sanpa? Dos de los muchachos cargaban con el libro que inspiró la película debajo del brazo. La película era de las de sufrir. El libro, intuyo, debe ser mucho peor. En términos de sufrimiento, quiero decir. En términos de ejecución, la películas suelen ser peores que los libros que las inspiran.
Yo cargaba con The Fire Next Time de James Baldwin [y con un cómic de Spider Man]. Cargo con libros a todas partes. Me inspiran consuelo —ideas para películas largas y aburridísimas en las que el protagonista pasa las páginas para llenar sus días de quién sabe qué exactamente. En octubre del 2009, cuando junto con compañeros y compañeras de la UPR, me acosté en el Expreso las Américas, cargaba con Poemas de la Muerte de José María Lima en mi mochila. Frente a nosotros y nosotras, la unidad montada de la Policía Estatal. El poema #41 empieza así: “Tengo a mi haber,/ lo digo sin tristeza,/ unos agrios papeles/ de márgenes abiertas”. Recuerdo que por esa solitaria escena estaba dispuesto a intercambiar la película de mi vida; ceder los derechos a mis días cargando con las escenas de otros en papel.
En The Fire Next Time —un libro de los de sufrir, que inspira a pasar las páginas para sentir que se hizo algo significativo en el día —escribe el autor: “People always seem to band together in accordance to a principle that has nothing to do with love, a principle that releases them from personal responsibility.” Recuerdo que me acosté en el expreso junto a un par de amigos pensando “coño, cogimos el tren juntos hasta la universidad, de la universidad marchamos hasta aquí. Está medio jodío que los deje solos ahora…Esos caballos se ven bien grandes”. Luego repetí los versos de Lima hasta que los pude decir sin tristeza. Hoy recuerdo con alegría cómo una profesora logró disuadir a la policía.
Hacia el final del texto, Baldwin escribe: “But at the bottom of my heart I do not believe this. I think that people can be better than that, and I know that people can be better than they are.” Estas palabras no significarían mucho si las recitara José Nogueras en la radio. Pero cuando uno se topa con ellas en los agrios papeles que conforman ciertos libros, se abren los márgenes de acción individual y colectiva y uno siente que tiene a su haber mayores posibilidades de cambiar el mundo que de terminar un libro. La gente termina libros todos los días.
Guillermo Rebollo Gil es ensayista, poeta, sociólogo, abogado y profesor universitario. También es parte del grupo de colaboradores permanentes de Diálogo Digital.