Por: Bianca M. Medina Báez
La historia del movimiento obrero en Puerto Rico resultaría incompleta si omitimos la gesta de la líder sindical negra, Teresa Angleró Sepúlveda. Por su compromiso con la clase trabajadora y su intervención intrínseca con las obreras de la industria de la aguja, hoy por hoy es considerada como la primera organizadora de estas trabajadoras durante la tercera década del siglo XX.
Esta valerosa mujer nació el 27 de octubre del 1900. Dio sus primeros pasos rodeada de las montañas cafetaleras del pueblo de Maricao. Creció junto a su padre y sus hermanos en el barrio más poblado de este pueblo, para ese entonces, conocido como Bucarabones. Su progenitor se desempeñaba como carpintero y era miembro activo del Partido Socialista.
Acta de nacimiento de Teresa Angleró. / Family Search.org
Cuando Angleró comenzó sus estudios, ya el sistema escolar se organizaba por grados. En esta etapa cada grado contaba con alumnos de la misma edad y con un nivel de aprendizaje bastante parejo. Sin embargo, uno de los cambios más significativos dentro del sistema educativo fue la introducción del idioma inglés en las escuelas con miras a reemplazar la enseñanza en español por la del inglés. Fue así que Angleró aprendió dicho idioma.
En el 1920 obtuvo el título de maestra, según documenta el Archivo de Docentes Inactivos del Departamento de Educación. El 17 de enero del 1921 inició sus labores en la docencia en una escuela rural de Río Grande. En el 1923, tomó el examen para ofrecer cursos de inglés en el Departamento de Instrucción Pública.
Eventualmente Angleró se trasladó a San Juan y ejerció su profesión en varias escuelas santurcinas; primero en escuelas de educación general y en sus últimos años como docente en escuelas de educación elemental. Fue en esta ciudad, precisamente, donde despuntó su liderato.
Varias compañías de textiles como la Red Star Manufacturing Co., la fábrica de blusas JAE Rodríguez y el taller Morrick B. Storyk, se habían establecido en San Juan empleando a cientos de obreras en un entorno colmado de accidentes laborales, apilamiento, falta de higiene, carencia de sillas para trabajar y falta de servicios sanitarios.
Cerca del lugar donde residía y laboraba esta educadora procedente de Maricao, habían empleadas de estas compañías que comentaban sobre sus sinsabores en estos talleres de costura.
La industria de la aguja se desarrolló ampliamente en la Isla debido al cierre de los mercados de importación tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, según expone Lydia Milagros González García en Una puntada en el tiempo. La industria de la aguja en Puerto Rico 1900-1929.
Las formas de producción comúnmente utilizadas en estas empresas lo eran los talleres y el trabajo a domicilio. Las mujeres que trabajan en los talleres generaban un mayor salario que aquéllas que lo hacían a domicilio. Estas últimas cobraban por pieza terminada y luego estas piezas eran vendidas en los Estados Unidos a través de unos talleristas o intermediarios. Se estima que devengaban un salario de 25 a 50 centavos al día. Las mujeres en el taller recibían aproximadamente $5.00 en una semana de 48 horas.
Según fuentes consultadas, de 100,000 obreros de la aguja (que en su mayoría eran mujeres), 17,000 trabajaban en fábricas mientras que los otros 83,000 restantes laboraban a mano desde sus hogares. Cuando se confeccionaban los pañuelos que venían ya cortados de Nueva York para ser bordados en las residencias, éstos eran esterilizados en las fábricas utilizando una serie de químicos que causaban artritis y reumatismo, según denunció la autora ucraniana Rose Pesotta en Bread Upon the Waters
Defensora de las obreras de la aguja
Con el entero respaldo del Partido Socialista y de la Federación Libre de Trabajadores, Angleró se involucró en las luchas de las obreras de la industria de la aguja. Su padre fue quien la introdujo a estas colectividades. La educadora comenzó a organizar las trabajadoras de San Juan y luego prosiguió con las del resto de la Isla.
Junto a otro grupo de maestras, sostenían reuniones con miembros de la Unión Internacional de Trabajadores de Ropa para Damas (ILGWU). Este grupo apoyó las visitas de esta unión en Puerto Rico y Angleró sirvió como guía y tradujo los discursos de los miembros de dicha organización, incluyendo a los de su vice-presidenta, Pesotta, en su arribo a la Isla en 1934. Es relevante mencionar, que este movimiento obrero tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos reclamaba la eliminación del trabajo a domicilio. Las obreras a domicilio fueron, a su vez representadas por miembros asalariados de unidades domésticas, según apunta la investigadora María del Carmen Baerga en Género y Trabajo: La Industria de la Aguja en PR y el Caribe Hispánico.
Angleró formó parte del Comité Ejecutivo de la Federación Libre de Trabajadores. / Centro de Documentación Obrera Santiago Iglesias Pantín de la UPR en Humacao
Angleró acompañó a Pesotta en su recorrido por varios municipios de Puerto Rico, presentándose en fábricas y en los hogares de las trabajadoras a domicilio para mostrar las condiciones de vida de estas mujeres, incluyendo aquellas obreras que habitaban en arrabales como El Fanguito entre la Bahía de San Juan y el Caño Martín Peña. Promovían programas educativos en torno a la nutrición, higiene, cuido de niños y sobre el control de la natalidad.
Angleró gestionó estos programas educativos con el entonces director de la Administración de la Reconstrucción de Puerto Rico, Ernest Gruening. Según fuentes consultadas, Rose Pesotta, se mostró sumamente interesada en que Puerto Rico fuese incluido en el plan para educar a los trabajadores.
Por otra lado, Angleró fue parte de un nutrido grupo de 43 maestros que asistió a unos cursos ofrecidos en la Universidad de Puerto Rico para enseñar a los trabajadores sobre la importancia de formar uniones, organizar huelgas e instruirlos sobre la Ley de ocho horas. A pesar de que esta legislación había sido aprobada por una orden del general Guy V. Henry desde 1899, no se estaba llevando a la práctica. La orden número 54 establecía ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas para el estudio y esparcimiento. Por lo que las horas trabajadas después de las ocho horas serían pagadas a los trabajadores como tiempo extra.
Poco a poco, la educadora puertorriqueña, fue ascendiendo a posiciones más altas dentro de la Federación Libre de Trabajadores hasta ocupar el cargo de Vicepresidenta At-Large, exigiendo, a su vez, mayor representación femenina dentro del Partido Socialista, como se registra en las Actas del Partido Socialista del 1936:
“Reconozco como mujer que tenemos dentro del Partido Socialista los mismos derechos y deberes de los hombres……no veo la razón por la cual las mujeres socialistas tienen que estar obligadas a tener en el Territorial un solo representante de distrito de su sexo por cada distrito senatorial…no debemos permitir, como mujeres que somos, que una mujer ostente nuestra representación de nombre….y que en la práctica resulte en su seno una figura decorativa”.
Angleró, incluso, defendió los derechos de las trabajadoras de la aguja desde el mismo Congreso de Estados Unidos. El propio líder del Partido Socialista y entonces Comisionado Residente en Washington, Santiago Iglesias Pantín, informó haberse reunido con Angleró en su oficina para conversar sobre estos asuntos, según evidencia una carta suya dirigida al Comisionado del Trabajo, Prudencio Rivera Martínez, el 9 de abril del 1934:
“La compañera Angleró después de terminar las vistas, vino a mi oficina, y estuvimos hablando extensamente en relación con el Código de la Industria de la Aguja y la mejor solución que se podría obtener para que los trabajadores en Puerto Rico tuvieran un salario moderado y más dignificado, y asegurarles los medios de vida”.
Este hecho demuestra que aunque la educadora maricaeña perteneció a la clase magisterial de nuestro País, no se limitó a las aulas del Departamento de Instrucción Pública, sino que organizó y educó a los trabajadores de Puerto Rico, fomentando el mensaje de la unión y de la lucha obrera.
La autora es profesora de Historia en la Universidad de Puerto Rico en Humacao y la Universidad Interamericana, Recinto Metro. Tiene un grado doctoral en Filosofía y Letras con cocentarción en Historia de América.