Se acaba el verano y llegamos a esa temporada del año en la que empiezan a estrenarse películas un poco más serias y con temas mucho más dramáticos, en miras a participar en las premiaciones de la Academia (los premios Oscars) y los Golden Globes, entre otros galardones cinematográficos. Es durante este período que empezamos a ver dramas, películas de época, filmes históricos, biografías y largometrajes basados en hechos reales. En Puerto Rico, se estrena el drama The Whistleblower, que a pesar de ser del año pasado, da un buen inicio a la temporada.
Hay películas cuyos temas son suficientemente escabrosos e incómodos para, por sí solos, generar inevitablemente un efecto en la audiencia. Ahora bien, dichas películas pueden ser terriblemente amarillistas y grotescas cuando el tema es abordado de una manera burda e injustificada, o por el contrario, ser maravillosas obras de arte, con una intensa sensibilidad social, cuando el tema es trabajado con respeto y grandeza. Afortunadamente, The Whistleblower es un excelente ejemplo de la segunda vertiente.
The Whistleblower nos narra la historia verdadera de Kathryn Bolkovac, una agente de policía que, necesitada de mucho dinero, acepta un trabajo como monitor de las Naciones Unidas (peacekeeper) en la Bosnia post guerra. Allí, empieza a velar por los derechos de las mujeres por lo que se le otorga el puesto más alto en la oficina de asuntos de la mujer. Es entonces cuando descubre una horrenda realidad que es un secreto a viva voz que acongoja la región: una intrínseca y sombría red de tráfico de mujeres y trata humana.
Técnicamente hablando, el film cumple. Está muy bien hecha. Las actuaciones son sólidas y muy convincentes (Rachel Weisz interpreta a la agente Bolkovac de modo extraordinario y mención especial merecen Monica Bellucci y Vanessa Redgrave), la cinematografía funciona perfectamente y va acorde con la precisa y elegante manera en la que la directora Larysa Kondracki trata el morboso tema del tráfico de mujeres. La musicalización de igual modo es bastante interesante y acompaña el buen ritmo que la edición ha logrado.
Pero el punto fuerte de la película es, sin duda alguna, la espantosa historia, basada en hechos reales y la forma en que Kondracki la maneja. A pesar de lo fea que es la realidad de la trata humana y de que no es tratada de forma irreal o dulcificada para los gustos cinematográficos conservadores, tampoco hay excesos en el film. La película es cruda, ruda y bastante fuerte. Uno sufre junto a las pobres chicas víctimas de la red de tráfico de mujeres, al igual que junto a la agente Bolkovac y su intento por derrotar esta mafia y rescatar a las adolescentes tratadas como esclavas sexuales. Aún así, es más lo que uno termina imaginando, que lo que en realidad ve en pantalla, haciendo que la película no caiga en amarillismos innecesarios, mientras que al mismo tiempo, las escenas son mucho más fuertes gracias a nuestra imaginación.
Además, es excelente la crítica y la denuncia social de este tema tan tétrico que, lamentablemente, continúa siendo una realidad en todo el planeta. Actualmente más de dos millones de personas son usadas como mercancía y traficadas en varios países del mundo, y la gente involucrada sale impune gracias a que los tentáculos de dichas redes de contrabando humano, están metidos en varias organizaciones muy influyentes.
Sin duda alguna The Whistleblower no es una película ligera y feliz. Es un drama para reflexionar, ya que nos muestra un espejo espeluznante en el que nos vemos como una raza humana capaz de las peores barbaridades. Aún así, es una experiencia catártica que nos hace recapacitar y darnos cuenta de que algunas veces, las cosas no son como parecen.