Quise que la editora aceptara el título “la trivialización de la muerte” porque se escuchaba sofisticado pero juguetón. Algo, precisamente, trivial. Interesante. Según la Real Academia Española (RAE), trivializar significa “quitar importancia, o no dársela, a una cosa o a un asunto”. Según la misma RAE, importancia quiere decir “cualidad de lo importante, de lo que es muy conveniente o interesante, o de mucha entidad o consecuencia”. Estamos destacando la muerte como objeto de estudio en el que ya de por sí consideramos que la pérdida de la vida tiene un grado de importancia. Asumamos que sí, por favor.
Sin embargo, con las muertes de súper estrellas de televisión y cine (que nadie se atreva decir ‘porque terminaron estrelladas’, ya que eso sería cruel) hasta líderes e íconos de la rebeldía, las redes sociales y el mundo social interpersonal han cambiado su acercamiento hacia la muerte. Si antes existía “decoro” (ie. Honra, pundonor, estimación), ahora lo que hay es pura frialdad sin pudor ni consideración.
En el periódico, posterior a la muerte, venía un espacio y mensajito bendecido por ninguna persona con ‘el permiso’ de bendecir, en la sección de Obituarios, que todavía se hace y todavía es la hora que no le encuentro utilidad alguna. Cierro el periódico.
¿Qué exactamente significa pagar por un espacio en el periódico para que se muestre tu mensaje de amor, agradecimiento o lo que fuera hacia un familiar/amigo/conocido ya muerto? ¿Es respeto, admiración o simplemente ser ostentoso? ¿Cuál es la utilidad? ¿Quiénes ven ese mensaje?
-Personas que leen los obituarios (según los dichos populares, son personas mayores de edad)
-Personas que participaron de la creación (y posiblemente financiación) de ese mensaje
-Los diagramadores del periódico que por obligación tienen que verlo
-Si el muerto es famoso, puede que lo lea más gente
Cabe la posibilidad de que mucha gente lo lea, mucha gente menos el muerto. El cielo (o el infierno, todo es cuestión de perspectiva) no tiene wifi hasta donde yo sé. Sólo me siento a preguntarme qué se hace después con el recorte de periódico que contiene el mensaje-homenaje al muerto. ¿Cosas así se guardan como los retratos viejos? ¿A caso son joyas familiares?
Fast forward al futuro:
-Mira hijo, ese fue el obituario de tu abuelo publicado el x de x de 20xx en el periódico tal.
-¡Qué historia interesante! ¡Cuéntame otra mami!
Back to reality:
Vamos a la computadora. Aquí, la cara más ridícula pero no diré más porque pasaré como una insensible, sin corazón. Tan heartless que si los Dementors siguieran mi rastro, sería porque buscan convertirme en líder de su clan por lo oscura que es mi alma. ¿Puedo cuestionar la servibilidad de un Fan Page en Facebook que se llame RIP Paul Walker sin ser una Edgar Allan Poe de la vida, triste y darks? ¿Para qué una página en Facebook? ¿Qué contenido podrá generar esa página? ¿A caso le damos “like” para que se mantenga en nuestros registros digitales que lamentamos la pérdida? Ah, ya entiendo. Para cuando nos carpeteen, los federales digan que somos personas sensibles después de todo. Logout.
No me cansaré de preguntar ¿por qué? Porque el por qué es lo único que se me ocurre que puede redondear todos los pensamientos en una sola pregunta. Me conecto de nuevo porque entrar y salir de Facebook es como abrir y cerrar el refrigerador cuando tenemos hambre: esperamos que algo nuevo aparezca por arte de magia y nos interese. ¿Por qué le dedicamos un estado en Facebook al muerto y lo etiquetamos (en la jerga se dice taggear) en el mensaje/post como si el muerto fuera a verlo desde el más allá.
“Paul Walker likes this status (Sent from Imported Car Heaven)”
Resulta curioso que las maneras de homenaje cambian con las culturas. Cuentan los poemas que los vikingos solían incinerar a sus muertos en barcos funerarios. Los egipcios momificaban a sus faraones. Los tibetanos no entierran ni incineran a sus difuntos sino que dejan el cuerpo en las afueras para que se lo coman los buitres. Las formas de tributo postmodernas son extrañas por demás. Les pagamos un anuncio en el periódico o le hacemos una página cibernética.
A los músicos, por ejemplo, le aumentan las ventas una vez se mueren. Como si el mundo entero no conociera de su música, las canciones de Michael Jackson se vendieron como pan caliente minutos después de conocerse su muerte en el 2009. Como si la música fuera a acabar.
No vi a miles de fiebrús hacer fila en la Nissan en honor a Paul Walker ni luchando contra el racismo en nombre de Mandela. Cambiar Paul Walker por Brian O’Conner sería más lógico pero no importa. Cambiar a Paul Walker con Nelson Mandela o hasta Brian de Family Guy da igual en estos tiempos.
La manera de rendir tributo a un fenecido no ha cambiado mucho desde el obituario hasta el Fan Page pero desde el punto de vista de la ruptura, la idea central es que el obituario y/o el Fan Page lo ve cualquiera menos el muerto.
Como nota al calce, los fiebrús sírindieron tributo a Walker haciendo caravanas de chillás de goma en los estacionamientos de los centros comerciales.