Tres asesinos a sueldo, perdón, mercenarios (como les gusta que les llamen) que en un acto de desesperación deciden anunciar sus servicios de “exterminación” en las páginas amarillas. Los clientes de estos exterminadores son: una millonaria dispuesta a matar con tal de que su yerno no le robe la herencia a su hija, una joven hermosa que necesita ser protegida de un hombre alto, calvo y guapo, y un hombre alto, calvo y guapo que necesita matar a una chica hermosa. A este elenco, por alguna extraña razón, se unió un joven abogado que estaba encerrado en el armario.
Estos son los personajes de la comedia criminal Tú apuntas, yo disparo. Los mismos que se encargaron de hacer reír a todo aquel que se dio cita el pasado fin de semana en el teatrito de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP).
La puesta en escena, escrita y producida por Ian Daryk, estudiante de Drama de la UPR-RP, contó con la codirección de Mariana Monclova. Los protagonistas Leonardo (Félix Monclova), su hermano Darío (Ian Daryk) y el encargado del anuncio y mascota del grupo, Salvador (José Oyola) son un grupo de mercenarios que, por vueltas que da la vida, terminan ejerciendo este oficio.
Luego de la publicación en las páginas amarillas (y secretamente por Facebook, ya que Leonardo y Darío viven reacios a la tecnología) llega Julia (Alejandra Lorenzo) la chica hermosa y un poco misteriosa, que hará pensar a cada uno de ellos sobre la razón por la que están allí y cambiará sus vidas para siempre.
La escenografía era una sencilla y fácil de crear. Gran parte de la obra se desarrolló en la oficina de estos tres mercenarios, que constaba de cuadros en las paredes, un escritorio, un futón y mucho whiskey. Entre escena y escena los mismos actores movían la utilería a su gusto para crear otros espacios como, una habitación (aquí el futón era una cama). Luego movían la mesa de lugar, ponían un poco de música y estaban en una barra. Nuevamente, movían todo de lugar, las luces enfocaban a los personajes y de repente estaban en la guerra. Esto fue un ejemplo perfecto de cómo se puede hacer mucho con poco.
Además de la escenografía, es necesario resaltar la buena dinámica que se dio entre los actores. Sus conversaciones y acciones en la obra se sentían espontáneas y compenetraban entre sí. Los chistes y reacciones de los personajes no se veían para nada forzados, lo que ayudó a llevar la comedia a los espectadores y crear un ambiente relajado en el teatro. El público se sentía en confianza y no paraba de reírse.
La música utilizada desde el principio hasta el final también fue clave para amenizar la obra. Permitía visualizar el espacio en el que se encontraban los personajes y el sentimiento que se quería evocar.
Durante el transcurso de la obra los personajes cuentan sus historias de vida, haciendo ver que matar para vivir no siempre fue su primera opción, pero era lo único que sabían hacer para obtener dinero. Además de la clienta dispuesta a exterminar a su yerno por proteger su herencia y un policía corrupto que visita recurrentemente a los mercenarios para que le den dinero a cambio de su silencio, la obra también refleja, de una manera jocosa y amena, la verdad de un país que está dispuesto a hacer lo que sea para ganar o proteger sus habichuelas.