Nos levantamos temprano para salir al puerto de Fajardo. Había estado todo el día anterior llamando a diferentes sitios de alquiler de carros en Vieques pero ninguno tenía nada disponible hasta marzo. Decidimos cambiar de planes y pasar el día en Culebra. Cuando llegamos al puerto todos los boletos para Culebra estaban vendidos por lo que volvimos al plan original de ir a Vieques. Compramos las taquillas y nos montamos en el ‘ferry’ que nos llevaría hasta ese pequeño paraíso caribeño.
En el bote volví a llamar a todas las agencias de alquiler de carros y después de varios “no”, uno de los sitios me dijo que tenían uno disponible. Nos recogieron en el puerto, alquilamos el carro y fuimos hasta el Seagate Hotel donde nos quedaríamos esa noche.
Paramos en el Fortín Conde de Mirasol para ver el museo y saludar a Bob, el director, a quien conozco desde hace muchos años. Nos habló un poco sobre la historia del museo y de Vieques. Tenían una exhibición de fotografías en 3D de China y EEUU. Estaba interesante aunque creo que las fotos se hubieran visto mejor sin el 3D (como muchas de las películas que han salido últimamente). Después de tomar algunas fotos de la vista continuamos nuestro camino hasta la playa.
La primera playa que fuimos fue a Playa Caracas. El nombre de la playa es debido a que por ahí fue que entró Simón Bolívar cuando visitó la isla de Vieques. Es una de las playas más hermosas de todo Puerto Rico y antes era difícil llegar hasta allí pero pavimentaron el camino por lo que ahora es fácil. Había muchos turistas. Antes esa playa estaba desierta y ahora se ha convertido en otro destino turístico más. Aún así, no deja de ser un lugar paradisíaco.
El sol picaba pero se sentía rico en una piel que no había sentido el sol caribeño desde hace más de un año.
Después de nadar y tomar sol hasta cansarnos, lo seguimos hasta el barrio Esperanza donde paramos a comer ‘limbers’ de parcha y tamarindo. Aunque, la casa donde venden los ‘limbers’ está en el “área gringa” de Vieques, muchos turistas no conocen su existencia. Todos los negocios de ‘kayakear’ en la bahía bioluminiscente estaban cerrados así que decidimos ir a almorzar.
Fuimos a El Resuelve a comer. Es un restaurante de comida criolla que no queda ni en Esperanza ni en el centro del pueblo. Hay que tener carro para llegar pero vale la pena porque la comida estuvo rica. Sunny se comió un filete de pescado con tostones y yo un churrasco con mofongo. No me pude terminar la comida pero Sunny me ayudó.
Luego del almuerzo fuimos hasta el oeste de la Isla para ver otras playas. Vimos el atardecer en una playa que quedaba al lado de la carretera. Nos fuimos al hotel temprano donde Sunny se quedó dormida a las 7pm y yo le seguí a las 9pm. Nos teníamos que levantar a las 5am el día siguiente…