La Universidad de Puerto Rico (UPR) ha colaborado con el sistema de educación pública en diversos proyectos en los que se han desarrollado, junto al personal escolar, formas efectivas de enseñanza. Por ejemplo, la Escuela de Talentos Antonio S. Pedreira trabaja un currículo integrado alrededor de un tema generador de interés de los estudiantes, mejorando así el aprendizaje. Este, y otros proyectos, han sido colaboraciones positivas de la UPR con el sistema de educación pública. Ahora bien, aun reconociendo la centralidad del proceso de aprendizaje-enseñanza para la educación, es también necesario reconocer que variables sociales y emocionales interactúan con este proceso, apoyándolo en ocasiones y en otras obstaculizándolo. Cómo trabajar para que esta red de variables incida en forma positiva en el aprendizaje, es una pregunta que debemos abordar.
De hecho, una reforma educativa no se puede delimitar a la escuela. Así como en la educación interactúan factores socio-emocionales, la solución tiene que considerar e integrar los múltiples actores y relaciones que inciden en estos. Por ejemplo, se ha comprobado el efecto que tiene en el aprovechamiento académico el nivel de desarrollo lingüístico con que ingresa el niño a la escuela. Este desarrollo lo adquiere en su hogar y vecindario. También se ha demostrado la interacción entre la salud física y emocional del estudiante y su desarrollo académico. Trabajar con estos factores requiere trabajo en equipo entre la escuela, la familia, la comunidad, servicios sociales y de salud. El trabajo en equipo requiere, a su vez, que se repiensen los roles de trabajo, e inclusive se creen nuevas categorías. Por ejemplo, el trabajo en equipo requiere roles de coordinación y redes de enlace. Personas que estén mirando el todo y promoviendo las relaciones y conexiones.
La Universidad de Puerto Rico, siguiendo su misión, debe trabajar junto al personal escolar en construir en la práctica ejemplos vivos que atiendan en forma articulada la red de variables que inciden en la educación. Crear un modelo ecológico para la escuela. Dado que el trabajo en equipo requiere roles de coordinación y redes de enlace, entiendo que la escuela no es el nivel más indicado para trabajar las mismas, sugiero más bien al distrito como la organización ideal para apoyar y promover estos intercambios. Así propongo que la UPR inicie un proyecto para desarrollar en la acción un distrito que apoye un modelo ecológico para sus escuelas.
El proceso de transformación a su vez debe romper con los esquemas de cambio. Para comenzar, el personal del distrito, los directores y maestros deben participar desde el inicio del proceso identificando los problemas y las posibilidades. Participan también en este proceso profesores de diversas facultades, que amplíen la mirada del problema más allá de los elementos pedagógicos. El unir varias perspectivas ayuda a ver nuevos ángulos para viejos problemas.
En el desarrollo de las alternativas se debe identificar el capital social de las comunidades que atiende el distrito e integrar personas de la comunidad en su creación. El trabajo con la Península de Cantera puede brindar ideas de cómo integrar a la comunidad en el proceso de transformación. De hecho, existen proyectos que atienden en forma efectiva elementos del modelo, por ejemplo, el Proyecto NACER trabaja en promover una maternidad que atiende desde la gestación el desarrollo saludable del niño, los proyectos de la Alianza para la Educación Alternativas nos brindan modelos para trabajar con el desarrollo emocional de los estudiantes, la Escuela Antonio S. Pedreira nos presenta un modelo efectivo para el aprendizaje. Se debe aprender de estos proyectos a la vez que se busca cómo articular estas iniciativas en un modelo ecológico para la escuela.