Por los cristales humedecidos debido al frío del edificio, se asoma el próximo avión en despegar. En la sala de espera los viajeros hablan entre sí, por teléfonos o disfrutan de una siestecita causada por el sueño atrasado que querían guardar para el vuelo.
Muchos parecen que viajan por motivos de trabajo, otros, de seguro, van en viajes familiares (tienen rasgos similares) y otros andan en grupos pequeños que apuesto se dirigen a viajes aventureros porque cargan bultos grandes en la espalda, de esos que se usan cuando se va a acampar o a caminar por el bosque. En fin, puede que van a disfrutar de vacaciones o regresan a sus casas luego de unas vacaciones, pero lo cierto es que viajan, todos viajan.
Todos menos los empleados y yo, que sólo observo desde los cristales que ofrecen el escenario que describo, analizando un poco, creo que tengo cara de perrito triste y hambriento porque la gente me mira raro, claro, si cargo solamente con una sombrilla, unas llaves, una libretita de notas y con el bolígrafo de Diálogo en la mano. ¿Quién viaja así? ¡Nadie! Todos los que me miran descubrieron que yo no viajo, que sólo estoy pensando en ese viaje que tanto he pospuesto porque no tengo dinero o porque mis colegas tampoco tienen dinero. Such is life.
Pero te cuento, aquí se ve de todo.
Sentada entre pasajeros que esperan junto a un televisor que muestra el horario y estado de los vuelos, frente a lo que solía ser el Terminal B, que en estos momentos se encuentra completamente en remodelación y al lado de los cristales que dividen el aeropuerto de la carretera, disfruto de algo así como una pasarela.
Las primeras en desfilar son dos monjas luciendo su acostumbrado vestido blanco sujetado a la cintura con sus innumerables rosarios colgando. Le siguen dos hombres provenientes de algún país asiático con unos coloridos pantalones y camisetas pero con el toque de glamour que les da los sombreros de paja que llevan, anunciando su llegada a una isla tropical. Ahora vienen cuatro hombres con cascos de seguridad y chalecos hablando sobre la cantidad de horas que trabajaron el día anterior y las que van a trabajar hoy. También desfilan parejas sonriendo mientras ven fotos en su cámara digital y personas hablando idiomas que ni idea tengo de cuáles son.
El Aeropuerto Internacional de Puerto Rico Luis Muñoz Marín puede dar la impresión de ser desde un centro comercial desolado por las muchas tiendas que han cerrado, hasta un maratón 5K por las personas que corren para no perder su vuelo (la diferencia es que aquí corren enchaquetados). Puede parecer una ferretería porque se escuchan más las herramientas de construcción que se están usando en las remodelaciones del Aeropuerto que el ruido de las maletas al chocar con las divisiones de las losas del suelo. Y a las 5:00 pm, hora que hice el paseíto, la cantidad de hombres vestidos de obreros de construcción es casi la misma cantidad de personas esperando a familiares o despidiendo familiares a través de los cristales que dividen los pasillos de las terminales con el área de los gates, llegando a hacer check in o dándose un paseíto, como yo.
Pero las entradas del Aeropuerto, que son todas en cristales que ahora leen Aerostar, se disculpan por todos esos ruidos causados por la construcción y por todas esas tiendas cerradas y esos terminales fantasmas. Es que según lee un mensaje plasmado en ellas, están “trabajando para ofrecer un aeropuerto de clase mundial”…
Las remodelaciones comenzaron en septiembre del 2013 y esperan culminar en tres años. Estas forman parte del plan de mejoras del aeropuerto, que en estos momentos se encuentran trabajando mayormente en habilitar el Terminal D, aunque se puede observar construcciones en otros terminales.
Aerostardice que varios negocios han sido desalojados porque sus contratos habían vencido y otros porque mantenían deudas por arrendatario. Mucho fue el asombro y la protesta, Aerostar disque se había comprometido a ayudar a esos comerciantes a desarrollar sus negocios.
Para subsanar, el Gobernador dijo que la compañía restaurantes rápidos International Meal Company invertirá en mejoras al Aeropuerto y en la apertura de nuevos locales para la venta de alimentos.
Sin embargo, esta compañía no invertirá en y a la economía del País porque todos los productos que ofrecerán los obtendrán de otros países. La cantidad de comercios locales que han tenido que desalojar el aeropuerto son mas de diez, cada uno con cinco o nueve empleados por tienda, es decir, que han quedado sin empleo alrededor de cincuenta personas. Mientras tanto, todavía en algunas paredes del Aeropuerto continúan las promociones de Puerto Rico Lo Hace Mejor, casi asegurándoles que sí han llegado a Puerto Rico (el de la Compañía de Turismo).
Observando los cambios que el Aeropuerto está experimentando, todas esas maletas y personas ansiosas por llegar a su destino, olvidé que tengo otras cosas que hacer. Ahora me despido yo de tantos cristales humedecidos por el frío del edificio que han sido testigos de tantos besos y abrazos, de tantas bienvenidas y despedidas, de pasajeros, familiares o comerciantes.