
Hace más de 50 años, Richard Ravitch pisó por vez primera Puerto Rico. Ayer lunes, el reconocido político con influencias en el Partido Demócrata y en el Republicano recibió a la prensa en Fortaleza.
“Creo que la junta de control fiscal es la única esperanza” que le queda a Puerto Rico, dijo durante esa charla el influyente político y administrador estadounidense.
El cónclave con los medios, que duró un chin más de media hora, sucede a poco menos de dos semanas de ser nombrado como representante del gobernador Alejandro García Padilla en la junta de control fiscal que el gobierno federal de Estados Unidos le impuso hace dos meses y medio al territorio de Puerto Rico mediante el proyecto de ley PROMESA.
Ravitch y su idilio con Borinquen
Intentemos poner las cosas en perspectiva. Mucho ha pasado con Puerto Rico y Ravitch durante las cinco décadas que lleva de contacto con Borinquen. Durante su paso por el archipiélago borincano, Ravitch se hizo pana de personalidades importantes como el jurista y humanista José Trías Monge, y el exgobernador Luis Muñoz Marín. Fue consultor de proyectos como el Monte Mall, en Baldrich, el edificio de Chase Bank en Hato Rey y la empresa Consolidated Cigar, en Cayey, gracias a la oficina en Puerto Rico de la compañía de construcción de su padre, la neoyorquina HRH Construction Corporation.
En 1966, Ravitch cobró prominencia en Estados Unidos al ser nombrado por el presidente Lyndon B. Johnson a la Comisión de Problemas Urbanos. Fue presidente del Consejo Ciudadano de Vivienda y Planificación y en 1975, el gobernador de Nueva York de entonces, Hugh Carey, lo nombró como director de la Corporación de Desarrollo Urbano del Estado de Nueva York, una organización considerada financieramente insalvable. Luego de resucitar esa organización y salvar gran parte de las finanzas del estado, en 1977, Ratvich vendió su parte en HRH Construction, que ya había acaparado billones de dólares en ingresos con proyectos alrededor de los Estados Unidos y en Puerto Rico.
En 2009, Ravitch entró como vicegobernador del estado de Nueva York luego de que, en medio de un escándalo de prostitución, renunciara el entonces mandamás neoyorquino, Elliot Spitzer. Su designación cayó bajo fuego de senadores republicanos de la legislatura estatal, y tras una pugna que llegó hasta la corte de apelaciones estatal, Ravitch finalmente ejerció con la condición de que solamente cobraría un dólar anual.
En general, la prensa internacional reconoce a Ravitch como un administrador exitoso y un estratega financiero de siete pares, que en el siglo 21 se ha especializado en el análisis de bonos estatales y municipales. Entre sus grandes amigos de la política estadounidense figuran Paul Volcker, asesor financiero y jefe de la Reserva Federal bajo las administraciones de Ronald Reagan y Jimmy Carter, además de varios políticos de las altas esferas de los partidos Demócrata y Republicano.
“Tengo muchos amigos acá”
O sea, lo de Ravitch es tirar números, bregar con dinero. Curiosamente, Puerto Rico, indicó, siempre ha estado presente de alguna forma para él.
“Tengo muchos amigos acá”, dijo el lunes Ravitch, quien tan reciente como el año pasado le había asegurado a la prensa puertorriqueña que a Puerto Rico en esta etapa de su vida solo quería venir a descansar y jugar golf. Entre los amigos que ha dicho que tiene figuran el cabildero y líder obrero en Estados Unidos, Dennis Rivera, y el banquero Richard Carrión. El gobernador García Padilla lo presentó como “un amigo de Puerto Rico”.
Claro, su cuerpo puede que le pidiera descanso y golf, pero su mente siempre ha estado pendiente a la situación fiscal de Puerto Rico. Después de todo, él se mueve en los más altos círculos de las finanzas mundiales, esos que hace años tienen a Puerto Rico en la laminilla del microscopio.
“En Nueva York y en Detroit, [la junta de control fiscal] estaba allí para asegurarse que los oficiales electos asintieran con el plan que se estaba aprobando”, le dijo Ratvich a VICE News en julio de 2015, mientras analizaba el proyecto propuesto en inicio por el representante republicano Jeff Duncan. En ese entonces, Ravitch, que ya había asesorado sin cobrar un centavo al gobernador Alejandro García Padilla en asuntos financieros, dijo que la junta, según aquel proyecto que proponía Duncan, sería “el gobierno de facto” que comandaría a los oficiales locales, con mucha más autoridad que la junta en Nueva York hace 40 años y la de Detroit, la cual fue formada luego de que esa ciudad se fuese a la bancarrota. En ambas juntas, Ravitch ha servido como asesor.
Ahora, dice Ravitch, su relación con Puerto Rico “no es de golf”.
“Primero que nada, me importa lo que sucede aquí”, dijo al explicar porque aceptó la petición de García Padilla tras establecerse la junta vía PROMESA en julio pasado. Ravitch dijo que indirectamente ha estado involucrado durante el pasado año y medio en las ejecutorias de Fortaleza con respecto a PROMESA.
Sin embargo, reconoce que la longevidad de su puesto, que no tiene voto pero sí voz, es más frágil que la gelatina, pues quedará a discreción de quién gane la gobernación y entre a Fortaleza en enero. Dice que espera reunirse como parte de las actividades de la junta de control fiscal la semana que viene en Washington DC.
Puerto Rico “no es prioridad” para el Congreso
“La junta tiene que seleccionar un director. Yo conozco mucha gente con muchas destrezas. Espero ofrecer sugerencias. Ya he tenido conversaciones por teléfono con cuatro miembros de la junta. Algunos tienen una perspectiva histórica sobre esto, algunos han estado envueltos en Puerto Rico”, dijo, pero “ninguno tiene conocimiento detallado” sobre la situación en Borinquen.
Esas cuatro personas, afirmó, fueron Ana Matosantos, exdirectora del Departamento de Finanzas de California bajo el gobernador Arnold Schwarzenegger; el republicano Andrew Biggs, quien fuese asesor del expresidente George W. Bush y ahora colabora con el American Enterprise Institute; el republicano David Skeel, profesor de derecho de la Universidad de Pennsylvania, y el demócrata de raíces cubanas Arthur González, abogado y profesor de la Universidad de Nueva York (NYU) que hasta hace poco fue juez de quiebras en el distrito sur de Manhattan. González está casado con una puertorriqueña.
Ratvich afirmó que esa situación es “mucho peor” que lo que dijo García Padilla en 2015, cuando las autoridades presentaron el Plan Fiscal y de Desarrollo Económico. Dijo además, que entre lo más que le preocupa es cómo se atenderá el escenario cuando sucedan los recortes al Medicaid el año entrante, el trato que se le dará a los arbitrios de las empresas foráneas, según la Sección 154, y cómo se lidiará con el tema de las pensiones.
Además, reconoció que en el Congreso de los Estados Unidos, Puerto Rico “no es prioridad” para la mayoría de los legisladores y que entiende que la situación económica de este territorio incluso no ha recibido la atención que necesita de parte de la prensa internacional. Eso sí, sabe que la situación del estatus político de Puerto Rico influye mucho en todo lo que está pasando.
“No es que crea que el Congreso es hostil, es que tienen otras cosas en su mente. Es año de elecciones, los republicanos quieren mantener el control en la Cámara y el Senado”, expresó. Al fin y al cabo, acentuó que el gobierno federal, “Jack Lew y su equipo del Departamento del Tesoro”, nunca ha tenido “malicia o malos motivos” para con Puerto Rico.
La conversación con Ravitch fue corta y, a pesar de su candidez, parecía en momentos como si fuese más una gestión de relaciones públicas que otra cosa. Falta ver cómo se desarrollan los sucesos con respecto a la junta de control fiscal, que a todas luces representará aquel “gobierno de facto” que el año pasado vehementemente criticaba Ravitch. El tiempo dirá.