La violencia laboral o Mobbing, no es un hecho actual: está relacionado con el contexto de inequidad en el que se desarrolla la economía. Las consecuencias que provoca en la víctima pueden ser graves y, si bien la jurisprudencia ha demostrado avances en el tema de los derechos humanos, todavía hay mucho por hacer al respecto.
El pensador Karl Marx supo captar la esencia del capitalismo ya en sus inicios: la plusvalía, sostuvo, es "el valor que el trabajo no pago del obrero asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el burgués". Las relaciones desiguales, por lo tanto, forman parte del funcionamiento de este sistema productivo. De la misma manera, el límite entre el ejercicio y el abuso de poder es muy finito.
Si bien el acoso no es un problema estrictamente laboral, si no humano, las marcadas relaciones dispares que se dan en el mundo del trabajo suelen abrir el terreno a conductas como el maltrato y el hostigamiento, que parten de personas que se encuentran en una situación de privilegio respecto de otras. Este tipo de accionar es conocido, en el ámbito legal, como Mobbing.
El mobbing, que viene de la palabra inglesa “to mob” ,que significa: atropellar, atacar en masa a alguien”, indica el asedio psicológico o moral que sufre un empleado, en su lugar de trabajo, por parte del empleador o sus compañeros. Puede ser de índole sexual o no, pero apunta siempre a desestabilizarlo, denigrarlo y eliminarlo progresivamente del puesto en donde opera.
El doctor Enrique Precedo, abogado laboralista y docente de la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, asegura que "a pesar de que la violencia laboral existió siempre, antes había un índice de soportabilidad a las autoridades, más amplio y, en consecuencia, un nivel de denuncia muy inferior". Recién en 2005, con el caso Duffey – en el que una mujer denunciaba a su empleador de injurias respecto a su desempeño laboral, que le ocasionaron desórdenes mentales- se reconoce en el país al mobbing como causal de despido indirecto.
Las graves consecuencias que trae aparejado este fenómeno – que van desde la simple renuncia al suicidio-, sumado a la falta de trabajo -y, por lo tanto, a los inconvenientes de conseguir otro empleo-, hacen que cada vez más personas se animen a denunciar el hecho.
Los fallos en los que se demuestra que un trabajador, además de ser despedido, fue víctima de mobbing, en general, son resueltos con indemnizaciones extratarifarias. "Indemnizar significa compensar, volver las cosas a su estado anterior. Cuando existe la imposibilidad de regresar los hechos a lo que eran en un principio, como sucede con el mobbing, la justicia repone el daño con dinero", argumenta el letrado.
Más allá del reconocimiento legal de este tipo de violencia, aún el Derecho no estableció nada específico en relación al tema: "La Ley de Contrato de Trabajo que tenemos, es la que hemos tenido en los últimos 30 años, con una reforma menor pero no sustantiva", explica el abogado; y sigue siendo difícil para la víctima demostrar que el ilícito tuvo lugar.
El doctor Precedo no duda en indicar los inconvenientes pero asegura, por otro lado, que existe un avance jurisprudencial importante: "Desde la reforma constitucional de 1994, donde se potenció la garantía de los Derechos Humanos, se le da más lugar al individuo como víctima. Hoy, el mobbing en Argentina,por ejemplo, es posible cada vez menos. La Justicia entiende que una persona, además de ser un trabajador, una máquina más o menos eficiente, es un ser humano. Y si bien, al trabajador le damos la protección de cada trabajador, al ser humano la de todo ser humano y no dejamos que se corrompa su dignidad; las personas no son objetos de uso".
Fuente Revista Alrededores