Se ha convertido en tradición para muchos, durante el mes de febrero, la peregrinación anual a espacios abiertos en el País donde se celebra el ya icónico Festival de Apoyo a Claridad. Aunque no todos los que asisten necesariamente se alinean con la visión ideológica del semanario, las diferencias se disuelven en alegría y baile.
Este año no fue la excepción; cerca de treinta agrupaciones musicales amenizaron el espacio bordeado por líneas de artesanos, cocineros, artistas y activistas políticos, quienes recibieron al público desde el pasado jueves 20 hasta el domingo 23 de febrero.
El Festival contó con la asistencia de una gran variedad de kioscos que ofrecieron dulces, ropa, prendas, cuadros, libros, cremas, jabones hasta vinagretas y coquitos. En cada uno de estos kioscos se encontraba un artesano con su particular historia. Entre estos vendedores y artesanos estaba Evelyn Romero, a quien le apasiona crear piezas únicas representativas de la historia cultural de su amada Isla. Sus manos han elaborado mosaicos en cristales por los pasados 15 años.
Junto a ella, Aracelis Gutiérrez tenía su mesa llena de pulseras, carteras y pantallas de material reciclado. Según cuenta, esta técnica de crear prendas con papel comenzó aquí en Puerto Rico. Como educadora que es, sus muestras siempre llevan un tema cultural con el propósito de mantener nuestra historia viva.
Más adelante se encontraba Geraldo Morales, quien se dedica a elaborar cuatros con pirograbados. La labor de hacer un cuatro le toma de tres a cuatro meses. Los pirograbados, que son fotografías grabadas en la parte posterior del cuatro, hacen que el proceso de elaboración del cuatro se extienda por un mes más.
La carpa de Pedro Adorno, fundador y director del taller de Agua, Sol y Sereno, recibió niños interesados en crear máscaras. Con las manos llenas de barro, los niños recibían instrucciones del taller de Agua, Sol y Sereno, mientras Pedro le daba forma a lo que se comenzaba a ver como el rostro de Julia de Burgos.
De igual modo, la costurera Vilma Martínez brindó talleres de alta costura y vestuario para teatro a los allí presentes. Mientras su esposo, el terapista Jorge Rodríguez ofrecía masajes a los que así lo desearan.
Bajo una de las carpas colgaban ejemplares del periódico Claridad, con los que una niña se entretenía jugando. Frente a ella Héctor Concepción, artesano de carteras y sandalias de cuero, le enseñaba a una joven a tocar el bongó en madera. Las manos de la joven adoptaron rápidamente los ritmos que sus ojos observaban en las manos de Héctor. Sus sonrisas demostraban que tocar les emocionaba.
Este año, el Festival Claridad fue dedicado a los hermanos dominicanos. Dicho reconocimiento fue recibido "con alegría y satisfacción”, ya que “se está reconociendo la labor dominicana", como expresó el vicepresidente de la Alianza Dominicana, Carlos Pérez Fernández.
Mientras transcurría la noche, los artistas realizaban sus presentaciones musicales, por lo que la audiencia se acomodó frente a la tarima principal. En un ambiente tranquilo y familiar, decenas de personas situaron sus sillas de playa mientras disfrutaban de la música que amenizaba el lugar.
Así somos fue uno de los grupos que estuvo a cargo de ponerle sabor a la noche. El grupo logró su objetivo; al finalizar su presentación el público clamaba "otra, otra". En el intermedio de las presentaciones artísticas, mientras los músicos se preparaban, grandes pantallas televisivas proyectaban cortometrajes puertorriqueños y dominicanos.
Luego subió a la tarima la actriz puertorriqueña Magali Carrasquillo, quien con una sonrisa que no pudo ocultar, demostró el gran orgullo que sentía de presentar a su hijo el salsero Juan Pablo Díaz. Al son de salsa, se movieron los pies de los allí presentes. Así transcurrió la noche hasta que poco antes de las dos de la madrugada el lugar se comenzó a desocupar, muchos recogían sus sillas y se marchaban satisfechos de la celebración de la cuadragésima edición del Festival Claridad.