Un taller que a la vez es salón queda ubicado en un recoveco de la Universidad de Puerto Rico en Utuado (UPRU). Adentro, decenas de mermeladas de mangó, carambola y guayaba producidas por estudiantes del Departamento de Tecnología Agrícola, bajo la supervisión de su profesora Carmen Rivera Medina, descansan sobre una mesa. Cada semana, decenas de estudiantes llegan a este espacio para deglutir y entender desde la práctica aspectos teóricos sobre el procesamiento de alimentos.
“El estudiante tiene que hacer aquí todo, desde lavar la materia prima, pelar los productos que sean, procesarlos, ponerlos en las latas y luego esterilizarlos. En la próxima clase, les toca catarlos, probarlos y determinar si se equivocaron en alguna parte del proceso”, explica la profesora Carmen Rivera Medina sobre el proceso educativo que toma lugar en el terreno universitario.
Minutos más tarde, Rivera Medina observará a su estudiante Farelys Yisairy Brito Santos agarrar un cucharón para trasladar mermelada caliente desde un caldero hasta un envase. Los ojos de la universitaria, estudiante de intercambio de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, siguen el paso de la mermelada hasta el tarro, mientras su profesora le apalabra medidas de precaución. No hay libreta. Las anotaciones las toma con el oído.
“Aquí uno aprende muchas cosas que no son solas para la vida laboral, sino para tu vida personal. Además, tomamos clases de microbiología y economía, aprendemos a hacer nuestros propios productos y cómo venderlos”, asegura la joven.
Antes de que los frascos llegaran al laboratorio, tres, cuatro alumnos estilizaron bajo agua hirviente los frascos cristalinos que ahora van colmándose de mermelada de mangó, pintándose de amarillo anaranjado.
Cinco ventanillas permiten visibilidad, desde una sala contigua, a lo que sucede en el taller. A este espacio aledaño, le llaman cuarto de catación. Allí llegan residentes de la comunidad para hacerse panelistas y observar y evaluar los productos producidos por los estudiantes.
“Se les dan unas muestras para que las prueben y unas hojas para que en ellas indiquen qué están observando (y percibiendo) en el producto. No hay mejor maquinaria para analizar los productos que nuestro organismo sensorial”, explica el profesor Ángel E. Custodio González, quien dicta el curso Higiene de alimentos.
“La gente confunde procesamiento de alimentos con artes culinarias, pero no. Nosotros preparamos a los estudiantes para trabajar en la industria de alimentos. Yo compro un producto y pienso, contra, ¿el control de calidad se habrá llevado a cabo bien? Calidad es lo que tú buscas cuando compras un jugo de china, unas habichuelas enlatadas, un jugo de piña, y eso es lo que les enseñamos aquí”, indica el director del Departamento de Tecnología Agrícola, Eladio González Fuentes.
En el costado izquierdo del laboratorio, hay más tarros de jalea, una balanza, un deshidratador, una máquina de sellado y un refractómetro, instrumento de tamaño mediano. El estudiante Jonathan Martínez González, de 20 años, lo utiliza. Entrecierra su ojo izquierdo y a través de él mira los trazos microscópicos de una muestra de mermelada.
Tras unos seis segundos, en una diminuta pantalla incrustada en el aparato aparece un 61. La cifra indica la medida de azúcar en la mistura de frutas. El nivel apropiado debiera haber alcanzado los 65 grados, y el universitario lo sabe. Lo aprendió desde que tomó el curso Procesamiento de alimentos I, en su primer año de estudios, y desde entonces complementa el conocimiento adquirido con experiencias operacionales.
Los encuentros entre estudiantado y profesorado comienzan en un aula tradicional de clase, pero el 99% de las veces acaban -o comienzan- acá, en el laboratorio práctico, entre instrumentos, frascos con mermeladas de uva y de fresa, zanahorias, papas y pepinillos acidificados, guantes y estufa. Llegan a la práctica para entender mejor la teoría.
Algo similar ocurre cada verano, cuando los jóvenes completan internados en distintas industrias puertorriqueñas como requisito del programa. No en pocos casos los estudiantes han recibido ofertas de trabajo en los escenarios donde trabajaron como pasantes.
Brandon Javier Rivera Santiago, por ejemplo, trabajó como pasante el verano pasado en la industria Vaca Negra, y ahora labora en el laboratorio de calidad de leche de la empresa. Asimismo, distintas industrias telefonean a la oficina del departamento con frecuencia para solicitar la lista de egresados de la institución, en busca de empleados.
El Departamento de Tecnología Agrícola de la UPRU ofrece programas de grado asociado en Producción Agrícola, Procesamiento de Alimentos, Horticultura, Control de Plagas e Industrias Pecuarias y programas de traslado articulado en Ciencias Agrícolas. Desde 1978, se propone proveer a sus alumnos experiencias prácticas, así como teóricas.