Nota de la editora: Este texto es el primero de tres partes de una serie especial en la que Diálogo investigó el uso de redes sociales para la prostitución y los encuentros sexuales casuales.
Todos los días trabaja como estilista en un salón de belleza en la zona metro, vive sola y cuenta con un grado asociado en Cosmetología. A sus 24 años, Fabiola (nombre ficticio para proteger su identidad) parecería tener el estilo de vida de cualquier joven adulta. Pero a diferencia de muchas, Fabiola lleva dos años utilizando el Internet para publicitar la prestación de servicios sexuales.
“Lo hago por que me gusta. Es un trabajo que me agrada”, comentó en una entrevista a Diálogo. Al culminar sus estudios y encontrar un trabajo estable, decidió convertirse en trabajadora sexual aún sin tener necesidades económicas.
Este no es el caso de María (nombre ficticio) de 25 años, que desde hace un tiempo comenzó su maestría y tuvo que convertirse en “dama de compañía” para poder sufragar sus gastos universitarios.
Fabiola y María son parte de la nueva generación de trabajadoras sexuales que han encontrado a través de Internet el acceso a nuevos clientes. Mediante su uso, se sienten seguras, independientes y conservan su anonimato de la manera que sólo las redes virtuales le pueden ofrecer.
Según una investigación realizada en el 2011 por el profesor de Sociología de la Universidad de Columbia, Sudhir Venkatesh, titulada How tech tools transformed New York’s Sex Trade, son más las trabajadoras sexuales que prefieren vender sus servicios a través de páginas como Craigslist y Backpage para mantener su anonimidad y no depender de un pimp o “chulo” que coordine sus citas.
En el caso de Nueva York, Venkatesh indicó que 61 por ciento de las trabajadoras sexuales habían utilizado Craigslist para anunciarse y a partir del 2008 un 83 por ciento de estas mujeres habían utilizado Facebook como un medio para obtener mayor clientela.
En la Isla, según la Unidad de Crímenes Cibernéticos del Departamento de la Policía de Puerto Rico, no se han reportado casos o querellas del uso de la red social Facebook para anuncios de servicios eróticos. Sin embargo, Diálogo pudo constatar que en las páginas Craigslist PR, Backpage PR y Adoos PR se publican anuncios para este tipo de fines.
Anuncios de prestación de servicios sexuales en la Isla en el portal CraigslistPR
Desde el 1974 la prostitución es considerada un delito en el País según el Código Penal de Puerto Rico. De acuerdo con un agente de la Unidad de Crímenes Cibernéticos que no quiso ser identificado, en la actualidad, no existe un programa que se dedique a monitorear la prostitución en las redes sociales y en Internet.
“Busco trabajo en las redes sociales”
A pesar de que las estadísticas son inexistentes, casos como los de Fabiola y María evidencian el uso de plataformas web, redes sociales y aplicaciones móviles para la prostitución en la Isla.
"Yo jamás iría a la calle. Busco trabajo en las redes sociales”, indicó Fabiola. La joven expresó además que su seguridad es lo más importante y que no se arriesgaría a buscar clientes en la calle, donde por lo general pagan menos. Fabiola explicó que sus precios rondan de $130 la hora y $100 la media hora. Aseguró que si buscaba clientela en la calle, estos precios tendrían que bajar aunque no precisó por qué.
El estudio La geografía de los “amores de emergencia”: Prostitución juvenil en las calles de San Juan, indicó que la masturbación es el tipo de contacto más económico que se consigue en la calle y cuyo precio oscila entre $5 a $10. La investigación realizada en 2002 por el profesor de geografía de la Universidad de Puerto Rico, Carlos Guilbe, reveló que el costo promedio de penetración vaginal fluctúa en $20. Por otro lado, la penetración anal es el servicio más caro entre $20 hasta $35. Mientras que las tarifas de las trabajadoras sexuales que venden sus servicios a través de Internet son más altas; sus precios regularmente comienzan en $100 por hora. En el caso de María, quien elige el lugar y la hora del encuentro, los números comienzan en $130.
Fabiola explicó que no ofrece servicios a domicilio a diferencia de otras trabajadoras sexuales que se anuncian por Internet. La mujer dijo que el cliente es quien debe encargase de buscar el lugar del encuentro, además de pagar la habitación.
La joven esteticista se anuncia usualmente en páginas como Craigslist PR y Backpage PR pero reveló que en ocasiones ha utilizado WhatsApp, una aplicación para celular que funciona como mensajería instantánea que no consume el plan de mensajes del usuario. De esta manera, Fabiola conserva su anonimato y coordina citas sin tener que ver al cliente físicamente hasta el día de su encuentro.
Actualmente existen páginas y grupos en Facebook de otros países como México e Inglaterra que anuncian abiertamente a las trabajadoras sexuales, quienes usualmente rondan entre los 22 a 29 años, incluyendo fotos de las mujeres en ropa interior, con sus números de teléfonos y el precio de cada servicio. A estas mujeres se les llaman “chicas prepago” y existen varios grupos privados en la red social para conseguirlas. Algunos de estos grupos utilizan nombres que no son explícitos, como por ejemplo, “Encuentros Ocasionales”, “Sólo Adultos” o “Strippers”.
Página pública en Facebook que permite a los usuarios contactar trabajadoras sexuales o “damas de compañía” en Guadalajara, México.
“El Internet está aumentando el mercado sexual al traer mujeres que no hubiesen entrado a este mercado si esta herramienta no existiera”, aseguró Scott Cunningham, economista en la Universidad Baylor, en su estudio Prostitution 2.0: The Changing Face of Sex Work.
Según Cunningham, las mujeres que entran al mercado sexual a través de Internet, por lo general, lo hacen para tener ingresos adicionales. A diferencia de las trabajadoras sexuales que ofrecen sus servicios en las calles, la mujer que vende servicios eróticos en Internet es de clase media, tiene trabajo o cuenta con algún grado universitario. La investigación realizada en 2009 reveló que un promedio de casi 1,690 anuncios de servicios sexuales fueron publicados en Internet diariamente en el área de Nueva York solamente.
El lado oscuro de las redes sociales
Según el estudio de Cunningham son más los clientes que prefieren el anonimato porque así se protegen de ser arrestados. / Imagen por Giovanni Maldonado
Julizzete Colón, licenciada y experta en redes sociales, afirmó que de la misma manera que las redes sociales han facilitado la forma en que nos comunicamos a diario, asimismo agiliza la manera en que las trabajadoras sexuales ofrecen sus servicios eróticos.
“Este tipo de tecnología logra ampliar tu radio de acción”, dijo Colón. Sin embargo, indicó que la seguridad en las redes sociales para las trabajadoras sexuales “no son tanto o menos seguras de lo que son para todos”.
La licenciada mencionó que con el desarrollo de las redes sociales han surgido varias aplicaciones que deben inquietar al usuario. La más preocupante para Colón es Snapchat, ya que permite a los usuarios compartir fotos y videos por un período de varios segundos e inmediatamente se autodestruyen sin dejar rastro.
El artículo Snapchat and Sexting: A Snapshot of Baring Your Bare Essentials, publicado en julio de 2013 en la revista académica de la Universidad de Richmond, Journal of Law and Technology, indicó que la aplicación es utilizada por muchos jóvenes y adolescentes para enviar desnudos, lo que podría aumentar el acceso a pederastas e incrementar la cifra de abusos sexuales por Internet.
Ambas aplicaciones al igual que Facebook, otras plataformas interactivas como Twitter, Tumblr, Instagram y Skype facilitan el intercambio de imágenes, videos y la manera de coordinar las citas con las y los trabajadores sexuales por medio de un mensaje. De esta manera, el Internet crea una supuesta complicidad entre el servidor y el cliente, creando un contacto más íntimo y privado.
Publicación en Facebook en un grupo llamado “Encuentros Ocasionales” de México.
En cuanto si debe o no existir un monitoreo en las redes sociales, la licenciada dice que Puerto Rico tiene una cultura “paternalista” y que sería imposible monitorear todo lo que sucede en las redes sociales.
Si algo debe hacer el Estado, según Colón, es crear una ley para las personas que utilizan programas para enmascarar las direcciones de IP, esto es, el número que identifica a cada computadora, con la intención de cometer delitos.
María y Fabiola son mujeres que posiblemente no se conozcan, ambas están concientes de los riesgos que implican ser una trabajadora sexual pero, bajo las circunstancias de sus vidas, las redes sociales las une y, cobijadas bajo el anonimato y la privacidad que ofrece Internet, venden sus cuerpos y su intimidad.