En una esquinita del municipio de Guánica crece una cosecha poco común para nuestras tierras. Redondas y color esmeralda, cuelgan orgullosas pequeñas uvas en ramilletes que eventualmente se convertirán en vino puertorriqueño.
La peculiar tarea de atender un viñedo en estas tierras caribeñas se la adjudica a la Bodega Andreu Solé, dedicada a la elaboración artesanal de vino y licores con sabor a Puerto Rico desde sus inicios en el 2008. Ubicada a orillas de la Ensenada de Guánica, la Bodega posee un encanto natural y único. El espacio consiste de una casona donde los propios dueños habitan, lo que provoca la sensación de intimidad, como si se tratara de una fiesta de familia.
En sus bajos se encuentra la barra y el cuarto donde se procesan las uvas a convertirse en el líquido característico del dios romano, Baco, para luego ser almacenado en barriles de cedro por aproximadamente cuatro meses. En las afueras hay mesas, terrazas en madera, la cocina y un muelle que entra a la bahía e invita a pasar la noche entera admirando el cielo estrellado entre copas de vino y sangría. El entorno evoca una serenidad casi extinta en la prisa cotidiana característica de la urbe puertorriqueña.
La mente maestra detrás de este proyecto es el español de nacimiento, Juan Andreu, quien hizo realidad el deseo de su padre, enólogo de profesión, pues este siempre quiso tener una producción de vino en la Isla.
La Bodega abre sus puertas durante los fines de semana, los viernes y sábados desde las 7 de la noche. Su iluminación cuasi teatral complementa solemnemente el ambiente bohemio durante las noches colmadas de buena música, vino y tapas.
Fotos por Pamela Morales Nieves
Los domingos, sin embargo, reciben al público desde el mediodía para visitar el viñedo. Luego de hacer el recorrido en el cual se explica los tipos de uvas sembradas y el proceso de crecimiento y cosecha de estas, se regresa a la Bodega para explicar el proceso restante de la producción del vino. Finalmente, se pasa a la barra donde se puede degustar una copa de vino, sangría o algún licor artesanal, el cual viene en sabores típicos de la Isla, como café, china mandarina y guanábana.
Al expresarse, Juan Andreu no esconde su orgullo por esa esquinita de Guánica que ha convertido en una obra de arte, espacio que ha hecho suyo y que hoy comparte con el resto de los puertorriqueños. Al cuestionarle qué planes tiene para el futuro de la Bodega, Andreu explica con simpleza y de manera conclusiva: “Esto es lo que hay. Un buen producto, buen ambiente y disfrutar de la naturaleza y de los productos de la tierra. Arte, música y vino, no se necesita nada más.”