La violencia entre parejas jóvenes –de 13 a 18 años- se ha investigado muy poco en la Isla y existen muchas dudas sobre cómo la ley puede protegerlos. Por esta razón INTER-MUJERES, una organización sin fines de lucro adscrita a la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana, se dio a la tarea de hacer un trabajo investigativo para poder tomar acción ante esta problemática.
Violencia en las relaciones de pareja de jóvenes: Una investigación desde el derecho y la psicología, es el título del proyecto investigativo en el que participaron las licenciadas María Dolores Fernós y Marilucy González Báez y las doctoras Vivian Rodríguez del Toro, Esther Vicente y Yanira Reyes Gil en torno a este asunto. Los hallazgos del estudio se presentaron en la V Conferencia Puertorriqueña de Salud Pública que se celebró en el Centro de Convenciones la semana pasada.
La licenciada Fernós comentó que, a raíz de una preocupación sobre cómo la Ley 54 (para atender la Violencia Doméstica), puede proteger a los jóvenes de la violencia de género, decidieron hacer una investigación de campo en donde se estudiaría la magnitud del problema para saber cómo se manifiesta la violencia y las actitudes que permiten su existencia y reproducción.
Las investigadoras indicaron que los adolescentes enfrentan estos escenarios de violencia en la escuela, el hogar y la comunidad. Rodríguez del Toro, catedrática de Psicología en el Recinto Metropolitano de la Universidad Interamericana, comentó que se interesaron no tan solo en entender este tema, si no también en identificar qué servicios o ayudas hay disponibles. La Psicóloga destacó que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) percibe la violencia contra la pareja como un serio problema de salud pública y derechos humanos.
Para poder entender cómo funcionan las relaciones entre jóvenes hablaron con maestros y maestras en niveles intermedio y superior, trabajadores sociales, procuradoras de menores, padres y madres y cinco grupos focales de estudiantes. La licenciada Fernós explicó que surgieron preocupaciones sobre cómo definían el noviazgo, palabra que según encontró el estudio está en desuso entre ese scetor poblacional. Ahora se utiliza la palabra jevo, que no se puede definir fácilmente en un proyecto de ley porque no tiene una definición clara.
Así como han cambiado los términos a utilizarse a la hora de definir la relación, también se ha modificado cómo las parejas se comunican. La licenciada Fernós también comentó que se utilizan mucho las redes sociales, los mensajes de texto o correos electrónicos para insultar, maltratar y ofender. Según la licenciada, estos se utilizan especialmente luego de una discusión o al dejar una relación. Uno de los jóvenes entrevistados confesó que “cuando se dejan se dice todo lo malo de ella (la pareja), lo escriben para que todo el mundo se entere”.
Fernós también comentó sobre la violencia psicológica que existe en estas parejas. Hay amenazas de suicidio, mayormente de parte de los varones, cuando la fémina decide terminar la relación. También existe la violencia física de parte de ambos en la relación: “si él me da, yo le doy”.
Además, la licenciada comentó que dentro de parejas del mismo sexo, según los jóvenes entrevistados, las parejas de lesbianas tienden a manifestar un nivel mayor de violencia.
Por su parte, la doctora Vicente, catedrática en derecho de la Universidad Interamericana, declaró que existe una normalización en la violencia, como si ello fuera parte intrínseca de la relación. Según sus estudios, algunos de los jóvenes lo justifican como una expresión de amor o interés en la pareja y no es hasta que se torna física que los jóvenes lo ven como violencia.
La catedrática explicó que las chicas entrevistadas resaltaron la participación de la sociedad, la religión y la cultura popular en el auge de la violencia, mientras que los chicos culpan a la víctima y repiten mitos o nociones machistas como “a las mujeres les gusta que les peguen”.
Ahora, ¿qué pasa una vez se identifica una situación de violencia? Reyes Gil, doctora y decana de Asuntos académicos del Recinto Metropolitano de la Universidad Interamericana, explicó que según los grupos participantes en este estudio –ni el personal docente ni los estudiantes- han recibido adiestramiento sobre cómo trabajar con la violencia en parejas jóvenes. Tampoco existe una política para educar sobre ello y si, por alguna razón se realiza alguna actividad al respecto, surge de la iniciativa de algún trabajador social.
La decana comentó que el Departamento de Educación no ofrece adiestramientos y que tampoco hay psicólogos en las escuelas, en incumplimientos con la ley 170 del año 2000. A la hora de atender estas situaciones de violencia, no existen reglamentos por parte de las escuelas o el Departamento de Justicia. Si llegan a aplicar algún protocolo, utilizan el del bullying, lo que significa simplemente suspender al agresor.
Asimismo, un menor de edad no puede acudir por sí solo a buscar los mecanismos de justicia, por lo que requiere que hable con sus padres sobre la situación, asunto que crea gran miedo en los jóvenes y hace que estos no pidan ayuda, argumentó Reyes Gil.
La experta también comentó que las procuradoras de menores explican que hay servicios para los menores, pero en el caso de las víctimas solo existen referidos a la división de Víctimas y Testigos de Crimen, lo que limita el caso a un punto de vista estrictamente legal y no ofrece servicios de ayuda. Añadió que existe una gran desinformación, pues los jóvenes no tienen conocimiento de la ley de Violencia Doméstica (Ley 54) o la Ley de Acecho. Ellos entienden que la Ley 54 es para la gente adulta o exclusivamente para las mujeres.
Finalmente, la licenciada González Báez explicó la importancia de discutir con los jóvenes los cambios en la adolescencia, particularmente en las emociones. Báez señaló que es necesario hablar sobre temas como el respeto a los otros o cómo tener una relación de amor y respeto, a fin de que los jóvenes puedan modificar las conductas violentas.
También resaltó que hay que diseñar actividades educativas sobre la violencia en parejas jóvenes en los que se puedan utilizar medios como el arte y el teatro para que los jóvenes logren sensibilizarse sobre este tema.