Woody Allen, uno de los cineastas más prolíficos y brillantes del cine estadounidense y quien realiza, por lo menos, una película al año, acaba de estrenar su más reciente película: Midnight in Paris. Realmente es poco lo que se puede decir de ella sin revelar el secreto de la misma, que precisamente es lo que la hace una experiencia mágica, un film hermoso y sobre todo, un deleite cultural.
Midnight in París, situada en la época actual, cuenta la historia de un escritor llamado Gil (Owen Wilson), que viaja a Paris con su prometida (Rachel McAdams) y una vez allí, se enamora de la ciudad y todo lo que ella representa artística y culturalmente. El problema es que su fiancée no comparte la afición por la ciudad luz, por lo que Gil decide pasear sólo de noche por las calles de la capital francesa. Tal como en un cuento de hadas, en el momento exacto en que el reloj deja sonar las doce campanadas de la medianoche, la magia parisina se libera y empieza la verdadera aventura idílica entre Gil y París.
No quiero ahondar más en lo que es exactamente la aventura idílica para no arruinar la sorpresa. Sólo puedo decir que toda la cultura artística y literaria del París de los años 1920 está presente en el film. De hecho, es esto precisamente lo que puede hacer de esta película una experiencia sumamente intelectual, maravillosa y sublime.
Woody Allen expresa su admiración y amor por París poniendo en evidencia lo maravillosa e importante que es la influencia de la movida parisina de los años veinte en el arte universal. La música, la pintura, la literatura, la escultura y la moda hecha por artistas franceses, españoles, italianos y estadounidenses que pertenecían a la movida conocida como "los locos años veinte" (the roaring twenties), quienes decepcionados por el mundo que se había deteriorado tanto como para caer en la primera guerra mundial, optaron por darle sentido al "sinsentido" de sus vidas por medio de la fiesta, del jazz y la vanguardia artística que imperó la primera mitad del Siglo XX.
Mi preocupación ante este film es justamente que el público que no tenga suficiente cultura artística y literaria de la época no logrará aprehender y apreciar por completo los chistes, las alusiones y la importancia de ciertos eventos en la película. Tener alguna noción de quienes son artistas como Cole Porter, Ernest Hemingway, Gertrude Stein, F. Scott Fitzgerald, Luis Buñuel, Salvador Dalí o incluso personalidades de la "Belle Epoque" francesa como Henri de Toulouse-Lautrec o Paul Gauguin, es posiblemente lo que marque la diferencia entre que Midnight in Paris le parezca maravillosa o simplemente una película pretenciosa e incluso elitista.
En cuanto a los aspectos técnicos de la película, Midnight in Paris resulta impecable. La fotografía es preciosa y estilizada, la dirección de Woody Allen es digna de alguien que tiene más de 45 años de experiencia dirigiendo éxitos cinematográficos, las actuaciones son excelentes, sobre todo las de Corey Stoll, Michael Sheen, Marion Cotillard, Kathy Bates y Adrien Brody. Pero sin duda, la más resaltante es la de Owen Wilson quien interpreta al típico personaje que en sus años mozos, representaba el mismo Allen en filmes como Annie Hall, Manhattan o Hannah and her Sisters, por citar tres ejemplos.
Es esto quizás el otro elemento de la nueva obra de Woody Allen que resulta fascinante. Midnight in Paris no sólo es un deleite cultural sino que, para los fanáticos de las películas de este director, es una satisfactoria experiencia que recuerda el estilo, el ingenio y el humor tradicional de las películas más famosas de Allen. Quienes conocen su cinematografía sabrán reconocer inmediatamente muchos elementos comunes en este nuevo film.
De hecho, Midnight in Paris recuerda mucho a The Purple Rose of Cairo (1985) por el elemento mágico y la necesidad del protagonista de evadirse de una realidad en crisis, por medio del arte. Sólo que podría decirse que cada una es un rostro de una misma moneda.
Midnight in Paris es una conversación postmoderna en la que Woody Allen, interpretado genialmente por Owen Wilson, dialoga con otros escritores y artistas reales, interpretados de igual modo por otros talentosos actores, y que entre líneas brillantes tocan temas como la inspiración y la competitividad artística, el amor y la idea común del ser humano de que todo tiempo pasado es mejor. ¡Félicitations Monsieur Allen!