La compañía de teatro Y no había luz… es un colectivo fundado en la amistad y el cultivo de colaboraciones interdisciplinarias.
Teatreros, artistas plásticos, músicos, cineastas e intérpretes del movimiento complementan sus talentos y respectivos saberes en la continua búsqueda de estímulos sensoriales y cognitivos para provocar la imaginación del espectador.
Las dinámicas del proceso creativo cambian de proyecto en proyecto. Mientras que, algunas veces se dejan llevar por una dirección formal y un libreto; en otras recurren a ejercicios de improvisación y creación a partir de algún gesto, objeto, acción o concepto. Entre tanto, la imagen puesta en escena se elabora y se enarbola como el medio más propicio para comunicar e historiar, el diálogo suele estar ausente.
Julio Morales, Yussef Soto, Francisco Iglesias, Yari y Nami Helfeld y otros muchos colaboradores como Carlos Torres alias Gandúl, Quique Rivera, Angélica Negrón y Pedro Iván Bonilla, forman parte de la composición de este grupo de experimentación teatral
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Para sus componentes, los referentes más significativos han sido sus profesores y colegas a quienes admiran y le deben su inspiración.
Precisamente, para Yussef Soto en especial "los trabajos de nuestros maestros como el proceso académico con Rosa Luisa Marquez en la Universidad donde se combinó el medio del teatro con la educación que parte de la técnica de Augusto Boal y que luego trabajamos con Maritza Pérez".
Asimismo, Soto destacó que su iniciativa se desarrolló aún más cuando se encontraron "con la máscara y el mundo de los títeres a través de Deborah Hunt y Pedro Adorno, con su metodología de creación de personajes".
Mientras que, Julio Morales destacó que estas aportaciones "nos han enseñado a crear una sensibilidad, a estar alertas y atentos a cualquier cosita que puede provocar una sensación o una reacción que puede convertirse en una pieza de arte o puede profundizar en el entendimiento de cada ser humano."
Por su parte, Yari Helfeld mencionó que "la oportunidad de relacionarnos con todos estos grandes amigos y maestros nos ha permitido darnos cuenta de que no tenemos que encasillarnos dentro de un tipo de teatro, o en un tipo de arte", a lo que añadió que como grupo buscan "seguir experimentando con lo que nos depare el futuro. Cada vez se inventan cosas nuevas, cada vez las cosas significan algo más, y entonces andamos en búsqueda de esos significados, de cómo nos provocan a nosotros para nosotros poder provocar a esos que nos vienen a ver."
Entre tanto, y a pesar de las limitaciones económicas, el grupo no ha tenido obstáculos que le impidan una producción constante. En efecto, al momento el colectivo ha llegado a cuajar 6 obras, 6 proyectos fílmicos y alrededor de 12 piezas cortas.
Y es que, según nos cuentan, la necesidad vital de explorar las posibilidades de la narrativa teatral les ha conferido a través de su trayectoria una infranqueable convicción en el trabajo independiente. Y no había luz… es una invitación abierta a imaginar y formular vías alternas de interpretación. Al mismo tiempo, es una exhortación a aprovechar esos lapsos que -sumergidos en penumbra- nos facultan la posibilidad de pensar y accionar sin las distracciones refulgentes, deslumbrantes y al cabo cegadoras que circundan y componen nuestra cotidianidad.