Sobre 12 décadas de historia han dado y dan vida a la hípica puertorriqueña. Más allá de los escándalos que han envuelto a la industria con el pasar de los años, el denominado “deporte de reyes” se ha distinguido por ser una disciplina deportiva donde la presencia masculina predomina y donde la mujer lucha día tras día por redefinir sus roles.
Una de las mayores interrogantes que surgen a partir del estudio de la realidad del hipismo puertorriqueño y que, en efecto, trae consigo la discusión sobre la problemática de las cuestiones de género en el País, es si la mujer, a estas alturas de la humanidad y en plena segunda década del Siglo XXI, cuenta con las mismas oportunidades que el hombre a la hora de comenzar una carrera como jinete y cómo, de lograrlo, se maneja dentro de un ambiente dominado por la presencia masculina.
Actualmente la Escuela Vocacional Hípica Agustín Mercado Reverón, el más exitoso centro académico especializado en el desarrollo de jinetes en toda América, busca ampliar las posibilidades de la mujer en la hípica. Al día de hoy la escuela cuenta con una matrícula de 25 estudiantes con aspiraciones a ser jinetes profesionales; solo tres son mujeres.
Para la estudiante-jinete Luz López esa realidad no es desalentadora, sino esperanzadora. “No es fácil esto de ser jinete, pero yo quiero montar aquí y también quiero probar suerte en los Estados Unidos cuando me gradúe. No va a ser fácil, porque soy mujer”, expresó la joven de 23 años, quien se adentró al mundo hípico tan reciente como el año pasado, con el apoyo de su padre y la ilusión de abrirse camino en una profesión.
Como toda profesión esta conlleva sacrificios. En el caso de Luz, a diferencia de sus compañeros, se tiene que levantar a las tres de la mañana para viajar de Humacao a Canóvanas y poder llegar a tiempo. Llega a las cinco de la mañana y sale a la una de la tarde. El sacrificio no lo hace sola, durante todo este tiempo su padre la espera cerca de la escuela para regresar a su hogar. Luz ha dejado a un lado la vida social que podría tener cualquier joven de su edad para dedicarse a entrenar y así lograr sus sueños.
Poca presencia femenina
En los últimos 15 años aproximadamente 20 mujeres egresadas de la escuela vocacional que ubica en los predios del Hipódromo Camarero se han convertido en jinetes profesionales. Al día de hoy solo dos se encuentran activas en el profesionalismo: Cindy Soto y Carol Cedeño. Soto, monta en Puerto Rico, mientras que Cedeño se destaca como líder en victorias en el hipódromo de Delaware, en los Estados Unidos.
“Este ambiente no es fácil, es bregar con leones. Mi sueldo lo tengo que luchar. Aquí todos queremos ganar. Pero siempre trabajo por las personas que apoyan mi trabajo y mi lucha. Son muchos los que no entienden que las mujeres también podemos hacer esto y que no existen diferencias entre el trabajo del hombre y el de la mujer. Pero ahí está el apoyo de la familia y en mi caso, que soy madre, no es fácil, pero mi hijo nunca ha sido un obstáculo en mi carrera, al contrario, ha sido parte de la motivación que me mantiene con la frente en alto”, sostuvo Soto, quien es esposa del también jinete Luis Negrón, uno de los más reconocidos jockeys del País.
Según el instructor de jinetes de la escuela vocacional hípica, Carmelo Hernández, la poca presencia de jockettes en las pistas de los hipódromos se debe a la falsa idea de que el trabajo del jinete no es para las mujeres. “La gente cree que este trabajo de montar caballos de carreras es únicamente para el hombre, por lo peligroso que es y por cómo se mueve el ambiente. Pero no es así, el que monta caballos bien lo hace porque le deja saber al caballo quién es el que manda, no comunicándole al caballo que es mujer o hombre quien lo dirige”, aseguró.
En diciembre se espera que dos de las tres estudiantes del curso de jinetes se gradúen e incursionen en el profesionalismo como jinetes aprendices. “Aquí en la Escuela poco a poco rompemos con la tradición. La mujer poco a poco se va abriendo paso en esta industria que por muchos años se ha caracterizado por ser muy masculina. Tenemos que seguir dándole la oportunidad y continuar trabajando”, concluyó la directora escolar, Ana Delia Velázquez.
Algunos fanáticos hípicos sostienen que al presente la mujer puertorriqueña se abre camino en el deporte del hipismo, pero que aún falta mucho por recorrer para que surja una figura femenina que trascienda las barreras de género que la tradición hípica ha impuesto a través de los años. Ciertamente, el hipismo, y no solo el puertorriqueño, ha sido bastión de la masculinidad por más de un siglo. En esta época, en que la cuestión de género se ha problematizado, las esperanzas de romper con esa tradición toman fuerza. Quién sabe, si con el pasar de los años y de continuar fortaleciéndose las bases que se han sentado, en un futuro no muy lejano celebremos el éxito deportivo de muchas mujeres que descubran en el mundo hípico su verdadera pasión, mientras condenen al olvido las costumbres machistas que han permeado en el deporte puertorriqueño. Así que, como diría Fufi Santori, oremos.