Algo tiene lo breve que, por breve, se abre un hueco en la memoria, y germina. No siempre pasa, pero cuando esto ocurre, el eco es arrollador. Se trata de apuntar a los detalles. A ello –y no a otra cosa– también apunta el trabajo del grupo de micro-teatro La azotea, codirigido por Alejandra Ramos y Heriberto Feliciano, y que vuelve al ataque este jueves, 12 de noviembre a las 8:30 p.m. en el negocio Rivera Hermanas del Viejo San Juan. Es fácil hallarlo: Calle San Sebastián 157. La dosis la repiten el jueves siguiente, 19 de noviembre, así como el 3 y 10 de diciembre.
Micro-teatro en lapartedeatrás viene a ser la cuarta temporada del grupo, nacido en 2012. Si algo distingue la propuesta de ambos es el afán de instalar su trabajo en espacios poco comunes que rompan con la típica escena de ocupar una butaca, esperar la primera, la tercera llamada, ver e irse a otra parte. Nada de eso. Lo micro es un estado de ánimo, parece desprenderse. Al otro lado del teléfono así lo afirma Ramos, quien para esta ocasión funge como escritora y directora de las piezas Amalia y Una vez más.
“Más allá de hacer teatro por hacer teatro, queríamos una experiencia teatral”, afirmó. Con ello se refiere a varias cosas. Las piezas tienen una duración de entre quince a veinte minutos, no hay primeras llamadas, el escenario es la vida misma, es casi nula la escenografía y la cercanía del público es vital. A ello se le suma la dificultad de escribir con la concisión adecuada, una intensidad que nunca es fácil alcanzar. “Hay que conmover o hacer reír en muy poco tiempo”. El reto no es menor. Para enfrentarlo, ensaya con los actores como si se tratara de una obra de extensión mayor. Es otro y el mismo, pues, el trabajo de dirección.
Para esta cuarta temporada, Ramos, quien completó una maestría en Artes Escénicas en Murcia, España, cuenta con la participación de tres actores: Feliciano, Eyra Agüero y Yaiza Figueroa. Esta última se encuentra en el país luego de estudiar y laborar por los pasados cuatro años principalmente en proyectos cinematográficos en Londres, Inglaterra. De los actores, Ramos destaca y celebra la química que existe entre ellos: esa especie de magia que los integra más allá del libreto. “Es una suerte, ha sido bien bonito”, agregó.
Hablemos de Amalia, hablemos, también, de Una vez más. Ambas son inéditas y la primera gira en torno a una dama de honor que intenta sorprender en su boda a la novia pronta a casarse. La amistad que las une, así como la ocurrencia de la primera, da pie a un giro inesperado, no menos sorpresivo. Una vez más, por su parte, narra la historia de ‘Ramiro’, joven aspirante a actor cuya casa es un carro y su voluntad primera –y última– es hacer teatro. Para ello, ensaya en la soledad de su carro monólogos de Anton Chekhov con el fin de audicionar y alcanzar su deseo.
Para Ramos, el reto de cambiar de espacio es también la certeza de que cada nuevo proyecto es casi un país por descubrir donde hay que empezar desde cero. Aunque es clara que comparten su estética con proyectos provenientes principalmente de España, de donde también Feliciano obtuvo su maestría, reconoce que han alcanzado su propio lenguaje e insisten en esa búsqueda.
El premio mayor parece ser la retroalimentación de quienes acuden a verlos. “El público agradece”, dijo. El público parece agradecer, además, una alternativa teatral que se ajusta, deja entrever, al ritmo de vida actual, donde el tiempo aparenta no dar abasto y donde la concentración del espectador varía. “De aquí salen relajados, con un sentido de lo que es nuestra cultura que, aunque muchas veces se intenta anular, existe”.