“Murió Ali. Murió el mejor boxeador de todos los tiempos”, dijo un doncito en una panadería de Fajardo en la mañana del sábado, mientras leía las noticias en su celular.
“Ya todos lo saben”, le contestaron rápidamente. Todos en Fajardo, en Puerto Rico, en el planeta Tierra saben que se murió Ali. Lo que quizás no sepan es que “el mejor boxeador de todos los tiempos” nació dos veces: en 1942, cuando nació Cassius Clay, y luego en el 1963, cuando este se convirtió al islam y cambió su “nombre de esclavo” por Muhammad Ali.
Y es que “el mejor boxeador de todos los tiempos” –que se coronó campeón mundial de los pesos pesados a los 22 años tras noquear a Sonny Liston en el 1964– nunca se conformó con su condición de atleta ni mucho menos con su condición de boxeador. Su actitud, su decisión de no ir a la Guerra de Vietnam, así como su participación en las luchas raciales y por los derechos civiles de la mano de Malcolm X, elevaron su imagen deportiva hasta posicionarla entre las figuras más importantes e influyentes del deporte mundial y la sociedad norteamericana. Todo esto en medio de un panorama sociopolítico que, a partir del 1960, se complicaría cada vez más en Estados Unidos.
De acuerdo al periodista y analista deportivo Elliott Castro, la figura de Muhammad Ali, más allá de cuestiones políticas, fue un fenómeno deportivo que se desarrolló con éxito y valentía, “sobre todo con valentía”, en una época neurálgica donde las pugnas raciales limitaban que un atleta afroamericano lograra ser medallista olímpico y también un exitoso boxeador profesional.
“Ali se enfrentó al sistema. A pesar de que su discurso tendía a ser racista, de que planteaba desde la perspectiva afroamericana la superioridad racial, contribuyó al cambio y logró mediante su persona crear la imagen del malo, [ese] que muchos quieren ver ganar y que muchos quieren ver perder”, dijo Castro, al tiempo que destacó cómo Ali transformó el boxeo con su estilo único.
“Fue un tipo que desde lo personal lo elevó casi todo. Se negó a ir a la Guerra de Vietnam porque simplemente no creía en eso y sacrificó tres años de su carrera. Ali fue valiente, bien valiente en una época que eso era difícil, en una época complicada”, añadió.
Por su parte, Félix ‘Tito’ Trinidad se unió a la pena que embarga al mundo deportivo y aprovechó para rememorar su exaltación al Salón de la Fama del Boxeo, pues según el excampeón mundial, “ese es el honor más importante de un boxeador y ser parte de eso junto a la figura de Muhammad Ali es un honor indescriptible y el más importante de mi carrera”.
Asimismo, Trinidad manifestó que el impacto de la figura de Ali no solo elevó la calidad del boxeo, sino que hizo del deporte un espacio desde el cual reclamar por la justicia y por la igualdad.
“Ali es lo más grande del boxeo. Te lo digo así. Ali fue grande en el ring y fuera del ring. Su aportación y su compromiso con la gente lo hicieron una leyenda. Cuando me exaltaron al Salón de la Fama del Boxeo en Nevada sentí un orgullo grande, porque me uní a una leyenda como él y eso no tiene precio para ningún boxeador”, expresó Trinidad.
El carismático excampeón puertorriqueño se identificó con el compromiso social de Ali y destacó que su lucha y la del pueblo de Puerto Rico por la paz de Vieques pueden servir para tener una idea de lo importante que fue “el más grande de los grandes”.
“Mira, te digo esto con el corazón. Yo estoy bien agradecido porque la gente en Puerto Rico reconoció mi lucha y mi compromiso con Vieques. Yo estoy bien contento porque fui parte de esa lucha y la gente me lo agradece en la calle. Así que imagínate lo que significa Ali para los afroamericanos y para todos los que creyeron que la lucha por los derechos civiles era necesaria. Es grande, es el más grande de los grandes”, sostuvo.
Del mismo modo, para Fernando Aybar, profesor de la Universidad de Puerto Rico, es importante tomar en consideración el contexto histórico en el que se desarrolló la figura de Ali y sus aportaciones tanto deportivas como sociales. De acuerdo al académico, su principal aportación fue cambiar los paradigmas del boxeo y romper con la idea de que un boxeador dependía de un manejador.
“Ali rompió con la idea de que para tú ser un boxeador exitoso necesitas tener un manejador que controle tu carrera. Él se apoderó de su proyecto y tuvo éxito, a tal punto que hoy lo recordamos como la figura más importante del boxeo. Le dio libertades a ese deporte, libertades que hoy día y a partir de él, los boxeadores han aprovechado al máximo”, puntualizó Aybar, psicólogo deportivo y educador en el Recinto de Río Piedras.
Para el profesor, las aportaciones deportivas y sociales de Ali son comparables a las de Roberto Clemente, pues ambos –en sus respectivas disciplinas– sentaron pautas importantes y dignas de emular. Y es que el deporte puertorriqueño no ha estado ajeno a la presencia de atletas que en su práctica deportiva se identifiquen con causas sociales particulares. Tal es el caso de Clemente, Trinidad, Carlos Delgado y José ‘Piculín’ Ortiz. Los últimos dos exigieron junto a Trinidad la salida de la marina estadounidense de la Isla Nena.
Si bien el deporte es un espacio para el desarrollo atlético, de los negocios, de la competencia y del entretenimiento de las personas, también puede convertirse –si se quiere– en un escenario para promover valores sociales que aporten al desarrollo de una nación. He ahí la figura y el legado de Muhammad Ali. He ahí su memoria, su recuerdo.