Sol latente y clima refrescante. La ubicación geográfica de Puerto Rico permite una praxis satisfactoria de la mayoría de los deportes y actividades recreativas formalizados hasta el siglo XXI. Aunque en la Isla es placentero realizar actividades en espacios abiertos en un clima tropical, Puerto Rico no está exento de complicaciones causadas por fenómenos atmosféricos, lo cual trae sus repercusiones naturales.
La gran cantidad de pulgadas de lluvia y niveles de precipitación que se suscitan en la Isla durante todo el año han sido factores claves para que distintas actividades deportivas sean interrumpidas continuamente, pero de manera alarmante, durante los pasados cuatro años.
Según información ofrecida por el Servicio Nacional de Meteorología (SNM), el 2010 fue el año más lluvioso en la historia del País, cuando se reportaron cerca de 89.50 pulgadas de lluvia. El 2011 terminó como el segundo año con mayor precipitación en Puerto Rico desde el 1898, cuando cayeron 88.14 pulgadas, mientras que el 2013 vino a ocupar el quinto lugar, con cerca de 86.
Una de las actividades deportivas que se destaca por practicarse al aire libre y que más se afecta ante esta situación lo es el béisbol, deporte que cuenta con ligas de todas las edades, desde nivel profesional hasta pequeñas ligas, y que tiene mucho respaldo de diversos sectores de la sociedad.
Directamente se ven afectadas dos de las cuatro ligas de mayor impacto deportivo en la Isla, la Liga de Béisbol Clase A y la Liga de Béisbol Superior Doble A de Puerto Rico. Esto ocurre debido a que el período de temporada de estas ligas es extenso y se practican durante el verano y otoño, estaciones de mayor actividad lluviosa, a diferencia de las Ligas de Béisbol Profesional y de Béisbol Triple A, que se celebran en temporada “invernal”. Por lo tanto, las copiosas lluvias ocasionan el continuo deterioro del terreno de juego y, por consiguiente, desconocimiento en cuanto a la fecha de culminación de los torneos.
“Comenzamos en marzo y no sabemos cuándo culminamos”, confesó el coordinador de la región Metro del Béisbol Clase A, Felipe Ramos. “La Clase A se juega los domingos, y a veces es frustrante que se cancelen los juegos fin de semana tras fin de semana, por lo que se atrasa el torneo, bastante”, añadió Ramos, quien destacó también que ha habido años en el que el torneo ha terminado en diciembre, cuando se supone que culmine a finales de septiembre o inicios de octubre.
Al ser una liga aficionada, no así profesional, la pelota a nivel Clase A no registra estadísticas concretas en cuanto a esta tendencia climatológica. Sin embargo, según el director del torneo, Walberto Vázquez, en el último año la lluvia no ha ocasionado muchos estragos. “Al menos ha sido benévola con nosotros. Durante las primeras cuatro fechas de este año llevamos solamente seis juegos suspendidos, los cuales se han podido reasignar para martes y jueves, sin contratiempos”, señaló.
Vázquez también manifestó que en el área central de Puerto Rico es donde se suspenden con mayor frecuencia los partidos de la liga.
El béisbol de Clase A, organizado y administrado por el Departamento de Recreación y Deportes, es la liga con mayor participación, pues cuenta con 89 equipos alrededor de la isla, los cuales deben cumplir con 20 juegos durante la temporada regular, totalizando así unos 1,780 partidos en agenda, sin mencionar los juegos de postemporada.
En años recientes, los torneos de béisbol Doble A y Clase A se han tenido que atrasar por dos o tres meses debido al deterioro
en el terreno de juego, causado por las copiosas lluvias que llegan a la isla en las estaciones de verano y otoño. Foto cortesía Béisbol Clase A.
Afectada también la pelota Doble A
“Cualquier cambio en el clima afecta el deporte, en nuestro caso particular en Doble A, si aumentan las lluvias son más los gastos que tenemos que hacer en la liga, mayor el mantenimiento y, por consiguiente, mayor la aportación que tiene que brindar el municipio”, aseveró Carlos Maysonet, director ejecutivo de la Liga de Béisbol Superior Doble A.
De acuerdo a estadísticas oficiales de la Liga Doble A, en el 2011 se tuvieron que reasignar 155 juegos, 76 de ellos entre abril y mayo, 141 fueron cancelados en el 2012, mientras que en el 2013 se tuvieron que mover 85. En lo que va de temporada 2014, que inició en febrero, solo se han suspendido nueve juegos, lo cual parece indicar que este año no se repetirán los continuos fenómenos de lluvia de entre 2011 y 2013.
“Al menos, desde que comenzó esta temporada (febrero) no hemos tenido que suspender tantos juegos porque comenzó seca, lo cual es factible para que podamos cumplir con el itinerario y culminar cuando se supone, que es en agosto”, añadió Maysonet, quien también es planificador ambiental.
Pero lanzarse al campo de juego cuando hay clima extremadamente seco también tiene sus repercusiones. El polvo que sacude el terreno por falta de precipitación reduce la visibilidad de los jugadores, sin mencionar los efectos en la salud que esto puede causar.
“También es peligroso, más aún cuando tenemos a más de 100 mil niños en pequeñas ligas a lo largo de toda la isla, expuestos a contraer problemas respiratorios”, lamentó Maysonet, quien fuera profesor de la Escuela de Planificación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
El mantenimiento de los parques es esencial bajo estas circunstancias, ya que la tierra se torna dura y la pelota pica de manera distinta, lo cual dificulta el juego y aumenta el riesgo de lesiones.
“A pesar de todo siempre se ha podido jugar, de una manera o de otra. Es el deporte del pueblo, y aunque no se pueda competir con el clima, lidiamos como podemos para sacar el deporte hacia adelante”, culminó.