Con carteles de antiguos cafés teatros puertorriqueños, el pasado sábado 3 de octubre, el vestíbulo del Teatro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, preparó el ambiente para dar espacio a lo que decidieron llamar el Café-Teatro UPR. La tarima simulaba un café teatro, lleno de mesitas (en las que estaban sentados sus amigos e invitados) y una barra, espacio donde Carlos Esteban Fonseca recrearía el monólogo de José Luis González, La noche que volvimos a ser gente.
De la mano de sus más íntimos amigos, como la agrupación Absurdo Urbano, a la cual Fonseca perteneció, Chabela y Carmen Nydia Velázquez, se celebraron los 40 años de carrera del actor y cantante puertorriqueño. Entre fotos y risas, el mismo Carlos Esteban narró el desarrollo de su carrera, para luego contar la historia del famoso apagón del año 1965 en Nueva York.
Luego de un desfile de estrellas y canciones, incluyendo un dúo entre el artista y su hija, Carlos Esteban salió del escenario y el público se deleitó con la interpretación de El Cumbanchero, de la mano del cuarteto Mayarí Bugaloo. En esta pieza, el pianista Eric Figueroa se adueñó del espacio con un juego de notas y escalas. En ese momento la gente allí reunida se dio cuenta que esa noche ellos también volverían a ser gente.
Carlos Esteban volvió al escenario y comenzó con el monólogo. Para serle fiel a la historia, este pidió dos Schaefer que se veían muy frías; una para él y otra para el entrevistador imaginario.
Con gran dinamismo, naturalidad y sentimiento, el actor contó esta emblemática historia. La narró como si él mismo la hubiera presenciado. En momentos cambiaba de tono para referirse a su compañero de aventuras, Trompo Loco. Entre escena y escena, el cuarteto seguía tocando junto con Carlos Esteban y el público como corista de fondo.
Llegó el final de la obra y con ello unas líneas que hicieron pensar a todos los que se encontraban en el teatro: “Y es que, según mi pobre manera de entender las cosas, aquella fue la noche que volvimos a ser gente”. El protagonista volvió a ser gente al poner en alto, por un momento, una vida llena de trabajo para ver las estrellas. Igualmente, los espectadores, cuando tomaron un momento de sus ajetreadas vidas para ver esta pieza.