El chofer del vehículo oficial donde viajaban varios periodistas tras la llegada de José Juan Barea no podía creerlo. El señor, que simplemente se identificó como Mohammad, había participado de múltiples recibimientos, pero jamás había visto algo así.
“Yo estuve cuando Tito Trinidad volvió de ganarle a Oscar De la Hoya y cuando regresó después de ganarle a William Joppy. Estuve cuando ganó Denise Quiñones la corona de Miss Universo y también cuando ganó Zuleyka (Rivera), la novia de Barea. Pero esto de hoy es impresionante. Aquí hay mucha más gente que cuando ‘Tito’, hay muchos más carros. Esto supera cualquier expectativa que yo hubiese podido tener”, dice Mohammad, mientras mueve su cabeza y sigue a una patrulla motorizada que lo ayuda a escurrirse en el poco espacio que los miles de automóviles dejan libre forzosamente.
A pesar de que, contrario a Trinidad, Barea juega en equipo y es tan sólo una mera parte de una ecuación aún mayor, su gran desempeño en el campeonato que ganaron los Mavericks de Dallas en la NBA creó una bola de nieve mediática que crecía con cada canasto que encestaba saliendo de un pick and roll ante Miami o con cada cantazo que recibía cuando atacaba el aro ante los Lakers de Los Ángeles.
Es decir, pasó de ser un jugador con poca estatura que tuvo suerte en llegar a la NBA y se convirtió en el nuevo rey del deporte puertorriqueño, en el ícono que los niños recordarán durante mucho tiempo cuando piensen en el baloncesto, en un héroe de la patria por razones de competencias, a falta de verdaderos héroes libertarios como es el caso de Simón Bolívar en Sudamérica, José Martí en Cuba y Jorge Washington en Estados Unidos.
Pero, ¿por qué? ¿Por qué la figura de Barea hiperboliza todo lo que en el pasado fuese ‘Tito’ Trinidad o cualquier otro paladín del deporte? Pudiésemos echarle la culpa al Twitter o al Facebook, total, es lo más sencillo, pero ¿por qué? Claro, la atención mediática es en parte responsable.
“Primero, hay que tener claramente establecido que hoy en día las estrellas del deporte son unas figura con gran alcance mediático, pues el campo deportivo profesional es un ambiente con gran repercusión en el público, con gran alcance. Es un negocio que mueve miles de millones de dólares, y es en ese contexto que hay que entender cómo pueden despuntar en todos lados figuras como Barea en Puerto Rico, o LeBron James en Estados Unidos”, comenzó a discernir el profesor de periodismo y comunicaciones de la Escuela de Comunicación Pública del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, Mario Edgardo Roche.
“Entonces, en el caso de Barea, tenemos una figura con la que el pueblo se ha identificado porque, aparte de estar en ese gran escenario que es la NBA, según se iba destacando, el pueblo más se iba identificando. En términos físicos es el arquetipo del puertorriqueño, no es muy alto, es simpático y tiene buen sentido del humor. A eso se le añade su noviazgo con la Miss Universo y tienes todos los detalles necesarios para que se volviese una bola de nieve mediática”, agregó Roche.
El profesor entiende que el multibillonario mundo de los deportes profesionales es especialista en crear modelos de rol, en una relación en la que se benefician tanto las marcas deportivas como los atletas. “Por ejemplo, está Nike antes de Michael Jordan y después de Michael Jordan. Y si fallan estos ídolos, sucede como con Tiger Woods, que lo abandonaron”, resaltó.
Para Fufi Santori, esa legendaria figura del baloncesto que durante toda su vida se ha dedicado a exaltar la puertorriqueñidad y que, incluso, en la década de los noventa renunció a su ciudadanía puertorriqueña, cree que, “en estos tiempos, es inevitable que Barea sea un héroe”.
Aun así, opina que la figura de Barea llega a sustituir una verdadera figura heroica en la nación puertorriqueña, que contrario a otras naciones del mundo no cuenta con un Bolívar, con un Martí o con un Paul Revere. Claro, habría que verificar si atletas como Barea o Trinidad se dan cuenta del rol que necesitan asumir, pues según Santori, “hay que recordar que los atletas, en muchos casos, tienen sus limitaciones en cuanto a la conciencia que algunos puedan tener de lo que representan para un pueblo. No es fácil verse a los 26 ó 27 años como héroe nacional, más cuando la mayoría de los pueblos reza más de lo que piensa”.
“Pero con Barea, hay un tipo de responsabilidad aceptada”, interpuso Roche. “Él sabe lo que representa para su pueblo y eso se vio cuando pidió que le dieran la bandera tras acabarse la serie final. Tiene una cabeza muy bien amueblada, viene de una familia de deportistas, donde se nota que los valores están bien inculcados, de una madre universitaria y un padre profesional y unos hermanos con la mente clara. Barea sabe lo que representa”, articuló.
¿Y el pueblo? ¿Sabe el pueblo lo que representa Barea para ellos? ¿O es esto unas meras semanas de furor para salir del marasmo?
“Si tú tienes un pueblo que se ve derrotado todos los días ante el estado que está el País, esto es como un aliciente”, opinó la profesora de sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UPR-Río Piedras y mantenedora del programa radial Si no lo digo, reviento, la doctora Inés Quiles.
“Esto tiene que ver con el instinto de todos los seres humanos, con la vida y la muerte. El afán de nuestro pueblo y su reacción a Barea suceden por la necesidad que había de un héroe, pero es parte de sobrevivencia. Con Barea nos sentimos que estamos vivos”, apostilló Quiles.
Como casi todos los dilemas o situaciones en esta isla nación, la raíz de todo está en el gran problema colonial. En una nación carente de filete, una hamburguesita sabe a gloria.
“Yo no tengo la menor duda de que aquí la colonia tiene mucho que ver, porque si algo provocan los sistemas políticos coloniales es el bajo nivel de autoestima entre la gente que vive en esa colonia. Los sistemas políticos coloniales generan unos bajísimos niveles de autoestima y amor propio y entonces cuando ves a esa persona en el espacio del otro, en este caso en el baloncesto norteamericano, que brilla y se destaca, y, más aún, continuamente representa esa identidad y la abraza, pues entonces al pueblo le llega la catarsis, el orgasmo”, acotó Roche.
Es más, hasta el propio canastero ha sentido esa catarsis, ese orgasmo. Pero, claro está, como dijo Roche, “el tipo es humilde, tiene una cabeza bien amueblada”, y es el primero en aceptar su rol y en puntualizar que no es justo que existan comparaciones con otros atletas.
“¿Clemente? ¿Tito? Esas son palabras mayores”, dijo Barea a Diálogo durante la conferencia de prensa de su recibimiento en Puerto Rico. “A mí que me juzguen cuando se acabe mi carrera. El pueblo es el que decide”.
El pueblo, incluyendo a Mohammad el chofer, a Fufi la leyenda, a Mario el profesor y a Inés la socióloga radial, ya comenzó a deliberar. Y hasta ahora, José Juan, parece que vas bastante bien.