Wéilsong/ donde el relámpago anida, orquesta que con lluvia/ crece. Una autopista, triste/ Wéilsong, hecho grifo o catarata,/ expedición, punto de partida, abrazo/ retorno a donde nada es familiar, cascarón que olvida la razón que incitó el vuelo, Wéilsong/ aeropuerto y despedida. Wéilsong mudanza,/ mano que sostiene un farol alumbrando/ su camino en intervalos de adivinanza,/ lámparas tus ojos.
en Wéilsong es tu cuerpo, la inmensidad o tú
Rubén Ramos
En Wéilsong nada está empozado. Ante los ojos sus versos… imágenes que transitan cuerpo y tiempo, concepto y espacio… Una estructura poética que se forma y transforma ante la mirada del lector que le siente leve, ágil y siempre en movimiento.
Esas son las primeras impresiones que me dejan las páginas del segundo poemario de Rubén Ramos, un libro que en su versión inicial es parte de la Colección Plomos del proyecto editorial Atarraya Cartonera que dirigen los escritores Nicole Cecilia Delgado y Xavier Valcárcel.
Las 40 páginas de Wéilsong se dejan leer. No encontré pesadez alguna que provocara tropiezo, y de esa manera –con fluidez- logré apreciar los tres movimientos que contiene hasta la fecha: Avistamiento; Inercia (cuerpo tras la marejada); y Varamiento. Esa presencia corpórea y mutable, incluso de mar, se hace complementariamente evidente en los trazos sutiles de las ilustraciones, en ocasiones fragmentarias, del artista Cristian Guzmán Cardona.
A Rubén Ramos, el autor de Wéilsong (y de Angst, su primer libro), me lo encuentro con cierta frecuencia en Santurce, entre la librería, barra y bistro que en conjunto es Libros AC. Allí ocupa su día como parte del equipo que capitanea el editor y empresario Samuel Medina… Y en ocasiones, quizás sustrayendo tiempo de sus labores aunque con permiso del jefe, he podido conversar con él. En una de esas oportunidades nuestra charla giró en torno a este poemario y temas relacionados al proceso creativo y a la forma en que se ve al escritor.
Con ese lenguaje coloquial y espontáneo que le caracteriza, la tertulia con Rubén Ramos fue reveladora y productiva. A continuación comparto diez reflexiones suyas.
- Cuando una editorial destaca a un escritor lo que se quiere es vender, pero a nivel social hay una celebración exagerada del autor como una cosa única del mundo y realmente no lo es. Un autor sucede como parte de la sociedad en que vivimos, como una persona que es un buen comunicador. Es un buen comunicador como alguien es un buen mecánico, un buen panadero, como alguien es un buen maestro. Cada cual tiene sus virtudes, pero celebramos unas sobre otras por ninguna razón.
- Yo creo que Angst es un trabajo recopilatorio; sabes que estás empezando a escribir, tienes un montón de textos que te parecen buenos, eliminas cosas y te quedas con aquello que funciona como un solo texto, después de haberlo editado y dado forma; una propuesta que sea consistente, lo que yo quería hacer con la temática y la cuestión del bosque. Angst es exitoso en eso pero sí reconozco que es un primer esfuerzo medio accidentado por el cómo voy a reorganizar todo lo que he estado haciendo. Wéilsong es un tipo de trabajo que se da posterior, con el que yo quería de antemano hacer algo en particular. Antes de que se comenzara a escribir había una conceptualización. En ese aspecto del proceso Wéilsong es bien distinto al de Angst.
- Yo estoy escribiendo Wéilsong desde el 2008 al 2013 y ha tenido muchas versiones. Hubo ocasiones en que estuve compartiendo el mismo con Sergio Carlos (Gutiérrez) y Juan Luis (Ramos); les enseñaba una primera versión y se fue editando. Yo quiero que el texto siga editándose y añadiéndosele cosas, como sucedió con Leaves of Grass que fue creciendo con el tiempo. Ahora mismo tengo otros seis cantos de Wéilsong (que no están incluidos en la edición de Atarraya), de los cuales tres están para publicarse y los restantes aún están madurándose. Son cantos que quiero seguir sumando. Quiero que Wéilsong siga creciendo, lo veo como una posibilidad de escribir un mundo de poesía.
- Lo de Wéilsong viene de esa cosa que tiene el reggae, ahí tienes a Bob Marley and the Wailers, ese wail spirit, ese llanto, de que se está llorando algo… La traducción del término se refiere a cierta pena, como cuando la gente canta con un lamento. Pues es lo mismo, una canción de lamentos. Se titula Wéilsong porque es una canción de llanto y a la vez por cómo se escucha y cómo se lee. Suena a una canción de ballena. Es ambas cosas, un proyecto que celebra lo orgánico y de igual manera la posibilidad de la palabra. Ambas cosas se están sondeando a la misma vez.
- La estructura responde a que quería jugar primero con las posibilidades de cómo se ubica un texto en una página, por eso es que los cantos son así. En el cuarto canto y el quinto hay poemas casi completos de un cuadrado en el medio, textos dislocados. Y mientras va progresando se va convirtiendo en un texto más abstracto. Por eso todavía no están en este libro. Yo siento que este libro es bastante tradicional.
- Wéilsong llega en un momento que yo necesitaba hablar conmigo mismo. Me decía: “Estoy ‘backtripeando’ con muchas cosas”, por lo que tenía que establecer ese diálogo de muchas maneras. Hablar con uno es bien difícil porque estás pasando juicio sobre ti mismo, así que construí un personaje.
- Wéilsong es un personaje que tiene de mí pero a la misma vez incorpora de todo el mundo. Una vivencia tan común, tan del ‘nosotros’ y quizás por eso la gente ha podido identificarse, entender… Y como también soy yo, planteo que Wéilsong sigue vivo. Es un libro en el que asumo un discurso conmigo mismo. Quiero entender qué es lo que estoy pensando porque tengo tanta cosa en la mente… Y quizás por eso la estructura; se saca cantitos de uno mismo para desglosarse. Eso es Wéilsong, diferentes posibilidades de cómo tú piensas lo mismo. Es todo y una repetición constante, aunque esa forma de decirlo nunca es igual. Cada canto tiene su propio aire; una faceta de un entendimiento.
- Lo que hay en Wéilsong se escribió en diferentes tiempos y en diversos espacios: se desarrollo aquí; estando de viaje en Nueva York; en Japón escribí algo… En tantos sitios, en Bayamón, en San Juan… En medio de mudanzas, a través de diferentes novias. En ese desplazamiento de tiempo y espacio, y por esas situaciones mías, creo que todo esto fue casi haber puesto en papel un proceso personal de cambio. Es como un manifiesto de cómo veo el cambio en la vida.
- Siento que por más que yo me transformo, llámale madurez, lo que sea… Mientras voy creciendo hay algo en mí que se ha quedado bien niño. Lo reconozco como un impulso inicial. Ese mismo nene que quería ser astronauta, que quería hacer esas cosas idílicas… Sí, que se ha atenuado por la experiencia porque ahora hay otras avenidas en las que encuentro otras posibilidades: ‘Puedo hacer esto’; ‘Puedo hacer aquello’. Pero esa urgencia de maravillarse por lo que me rodea, ese chamaquito, sigue ahí. Y a través de todos los cambios –por eso pienso que Wéilsong sigue ahí como esa sola palabra- uno sigue siendo en esencia esa criatura que canta el mundo y se maravilla ante él. Y por más pesimista que uno se ponga, de momento veo algo pequeñito, casi olvidable en el mundo, y digo: ‘¡Diache, qué cabr… está esto!’. Y eso te devuelve, no importa que tan lejos te vayas, a ese niño que está en el patio de la casa encontrando cosas, pensando por qué el mundo opera así.
- Antes, de pequeño, me enfocaba en por qué las plantas son como son, ahora me focalizo más en la gente, en la estructura social; me pregunto por qué culturalmente somos como somos. La cuestión de la inquietud y la curiosidad existía ahí, a pesar de todo. Es regresar al punto de partida. Por eso en cada canto de Wéilsong tú puedes volver y volver y volver.