En uno de los momentos más dolorosos, anticlimáticos e inesperados de todos los tiempos en el deporte puertorriqueño, Javier Culson cometió una salida en falso en la final olímpica de los 400 metros con vallas, costándole la oportunidad de, al menos, revalidar la medalla de bronce alcanzada hace cuatro años en el mismo escenario.
Cuando todo Puerto Rico se había paralizado a la expectativa de que quien posiblemente ha sido su atleta más exitoso en la historia consiguiera la segunda medalla para el país en estos Juegos Olímpicos, sucedió lo que ni en la peor pesadilla Culson o sus compatriotas hubieran imaginado: salió del bloque de salida previo al disparo, quedando automáticamente descalificado.
Culson, visiblemente afectado, se llevó las manos a la cabeza al tiempo que se esforzaba en contener el llanto, en lo que sin duda deben haber sido el instante más doloroso de su gloriosa carrera deportiva. Para un corredor de 400 metros con vallas, el camino hacia los camerinos tiene que haberse sentido más largo que completar un maratón.
“Estoy destrozado. De verdad que estoy destrozado. Yo nunca en mi vida, en mi carrera, he dado una falsa salida. Darla aquí en la Olimpiada es demasiado frustrante”, indicó Culson a su salida de la pista, de acuerdo con el comunicado del Comité Olímpico de Puerto Rico.
Y es que, si bien es cierto que en el deporte no hay nada escrito, Río de Janeiro era la última gran oportunidad para el atleta de 32 años de agenciarse una medalla en unas Olimpiadas. Aunque hay ejemplos de atletas que han desafiado al padre tiempo –tal como el colega de Culson, el dominicano Félix Sánchez, quién se colgó el oro en Londres 2012 a los 34 años– las probabilidades indican que es muy difícil que el ponceño llegue a Tokio 2020 en unas condiciones similares a las de este año. Por algo atletas como Sánchez son considerados excepcionales dentro de un ambiente en el que todos, a mayor o menor grado, son excepcionales.
Pensar en lo que pudiera pasar de aquí a cuatro años es inútil ahora mismo. A Culson, realmente, no le falta probar nada en el atletismo. Someterse a los rigores de preparación que se requerirían para competir por un ciclo olímpico completo adicional puede no sonar como una opción atractiva para un atleta que ahora conoce de primera mano que todo el esfuerzo del mundo puede, en términos de resultados, quedar en nada.
Si quisiera, Culson podría mantenerse activo para participar en el Mundial de atletismo del año entrante, competición en la que ya ha conquistado dos medallas de plata (2009 y 2011), pero en la que aún pudiera tener clavada la espinita de no haberse coronado campeón.
Gana Clement
Más allá del triste desenlace para el puertorriqueño, los 400 metros con vallas resultaron ser un evento extremadamente competitivo. El estadounidense Kerron Clement, considerado por muchos el favorito, terminó imponiendo su clase, al recorrer el óvalo en un extraordinario tiempo de 47.73 segundos. Mucheru Tumati (47.78), de Kenia, y el cubano nacionalizado turco Yasmani Copello (47.92), acompañaron al norteamericano en el podio.
Los tiempos de los medallistas son asimismo los tres mejores de la temporada en la competición.
Para Clement, el oro es su segundo metal olímpico en el evento, luego de la plata que obtuvo en Pekín 2008. Además de Culson, Clement fue el único vallista finalista de hace cuatro años que repitió la gesta ahora en Río.