La noticia de que el equipo de Ponce podría tomar un receso durante la próxima temporada del baloncesto superior de Puerto Rico obliga a una reflexión y búsqueda de alternativas que resuelvan este asunto de interés público.
En los últimos años los torneos profesionales de beisbol y baloncesto han atravesado una gran crisis que ha desembocado en la reducción de franquicias, algunas de ellas emblemáticas del deporte puertorriqueño.
Aunque el deterioro incluye aspectos de la estructura y operación de las ligas, a nivel de las franquicias tiene mucho de ver con la capacidad de atraer público y desarrollar una dinámica administrativa sustentable.
No hay duda de que la crisis económica afecta la asistencia a las canchas, pero el lucro como única finalidad de los dueños mantendrá un círculo vicioso que muchas veces involucra gran inversión de fondos públicos. Lo primero es reconocer que el deporte tiene muchas características similares a las artes como bienes públicos.
En este último caso, algunos economistas establecen la importancia de distintas dimensiones de valor que transcienden el económico, como por ejemplo el valor de existencia, el prestigio y sentido de identidad para la región, el valor de tener la opción de participar de la actividad, su relación con los programas educativos y la importancia del legado a futuras generaciones.
Son estas algunas razones que deberían motivar la intervención del Gobierno para garantizar la continuidad de la actividad deportiva, aunque deberían promoverse modelos sostenibles que contemplen la autogestión y participación ciudadana.
Entre otras opciones, expertos recomiendan de mirar al cooperativismo como una alternativa a la crisis en el deporte puertorriqueño.
Y es que, este modelo, además de proveer una infraestructura que permite una gobernanza democrática, promovería el patrocinio de los ciudadanos y se justifica la participación de los gobiernos municipales al ser cónsona con la política pública actual.
Asimismo, las cooperativas de consumo permitirían a un diverso grupo de fanáticos ser socios de los equipos con los que simpatizan, eligiendo los cuerpos directivos que a su vez contratan al personal administrativo con el conocimiento y experiencia necesaria. Además de que es momento de salvar la tradición deportiva de una manera creativa, viable y sostenible.
*El autor es estudiante de la Escuela Graduada de Administración de Empresas, UPR-Río Piedras, comerciante, músico y gestor cultural.