Como vimos ayer, la psicología deportiva es una disciplina que aún tiene mucho espacio para crecer. A nivel mundial, es un campo que aún se encuentra en pleno desarrollo. Asuntos tan básicos, como hacer comprender a atletas, entrenadores y otros directamente implicados en la actividad deportiva de los beneficios de contar con sólidos hábitos de preparación emocional, son parte de los retos que enfrenta este campo.
En Puerto Rico, por diversas razones, ese reto se magnifica. La cultura deportiva que prevalece en la isla en demasiadas ocasiones no ve con buenos ojos la intervención de personal capacitado en la psicología en la preparación rutinaria de los atletas para sus competencias.
Los prejuicios existentes acerca de lo que conlleva la práctica de la psicología deportiva, a juicio del profesor en la Universidad de Puerto Rico (UPR) y consultor en psicología deportiva, Fernando Aybar, han impedido que este campo avance a un ritmo más acelerado.
“La realidad es que al tener la palabra psicología como título, crea el mismo prejuicio que hacia la psicología en general. La gente cree que eso es para cuando tú estás loco o tienes unos problemas graves de conducta o de tristeza. Y por lo tanto, al tener ese prejuicio nadie quiere ir allá, y mucho menos un atleta”, sostuvo Aybar.
No obstante, el catedrático en el Departamento de Educación Física del Recinto de Río Piedras (UPRRP), aclaró que la psicología deportiva, más que tratarse de una práctica remediativa, pretende trabajar de la mano con el atleta en todas las etapas de la preparación y la competencia deportiva.
“La psicología deportiva no trabaja del déficit, no es porque falte algo. Trabaja del desarrollo y el crecimiento. Es proactiva, no se trata de esperar que haya un trastorno. Esa es la psicología clínica, y hay psicólogos clínicos que trabajan con deportistas porque tienen un déficit. Y ese déficit mayormente es formulado por no haber trabajado con las destrezas [mentales y emocionales] desde el principio. Pero la psicología deportiva es parte del entrenamiento y de todo lo que es la conducta deportiva y la actividad física”, puntualizó en entrevista con Diálogo.
De igual forma, el hecho de que la disciplina se encuentre en la frontera entre lo que se consideran las ciencias del ejercicio y el deporte, y lo que es la psicología a nivel más general, ha dificultado su progreso desde una perspectiva académica.
En algunos países, explicó Aybar, son los psicólogos quienes han tomado las riendas del desarrollo de la materia. En otros, han sido los kinesiólogos, educadores físicos y entrenadores quienes han hecho lo propio.
De más está decir que, para un uso aplicado efectivo de la psicología deportiva, es necesario que se relacione interdisciplinariamente con otras áreas como la fisiología, la biomecánica, la sociología deportiva, el derecho deportivo y el entrenamiento deportivo.
“En algunos países hay certificaciones, por lo que hay personas que hacen una preparación básica en psicología y luego se van a otros países a coger la certificación y más adelante se ponen a trabajar como psicólogos deportivos”, afirmó Aybar, al señalar que en Puerto Rico, al momento, el único tipo de preparación académica que existe en este campo es un curso a estudiantes graduados que se ofrece en la Universidad Carlos Albizu y por el que se otorga una certificación.
“Si lo fuéramos a comparar con un ser humano, pues estamos en una etapa de adolescencia media. Pero eso no quiere decir que en el resto del mundo estén en los 60 años. El resto está como mucho en una adultez temprana. Así que [comparativamente] no estamos tan mal”, apuntó.
Pero ciertamente, la carencia de preparación académica es el algo que hay que atender por el bienestar de las miles de personas de todas las edades que practican un deporte organizadamente en Puerto Rico.
Y es que, por desconocer el tema, atletas, entrenadores, padres y otros allegados a los deportistas son incapaces de calcular los beneficios de trabajar directamente con un experto en la materia. El resultado de ese desconocimiento no es otro que la incapacidad de alcanzar el máximo rendimiento deportivo posible.
“Los atletas llegan solamente hasta donde sus capacidades físicas, técnicas y tácticas los lleven, y la otra parte, la mental, no les aporta nada. Entonces tú dices ‘salta muchísimo’; pues puedo haber saltado más si hubiese tenido todo puesto en orden. O ‘corre rapidísimo’; pues pudo haber corrido más”, señaló Aybar.
Para el profesor, los beneficios de la psicología deportiva no se limitan a los competidores de alto rendimiento. Las bondades sociales que frecuentemente se le achacan al deporte pueden verse anuladas por carencias en el manejo emocional de la competencia.
“En todas las instancias es importante que se trabajen las variables psicológicas y sociales. La bola de baloncesto no enseña valores, el bate de béisbol no enseña disciplina. Pero muchas veces pensamos que el deporte de manera automática y casi divina [enseña esas cualidades]”.
Iniciativas en la UPR
Con la intención de contribuir al avance de la psicología deportiva como disciplina, Aybar sometió en agosto de 2015 una propuesta al Recinto de Río Piedras para inaugurar el Centro para la Aplicación y Estudio de la Psicología Deportiva (Caepd). La propuesta fue aprobada en junio de este año, por lo que al momento se encuentra en la etapa de constituirse institucionalmente.
De forma similar, en el Recinto Universitario de Mayagüez, la doctora Enid Rodríguez inauguró el Centro para el Estudio de la Psicología Deportiva, que deberá estar trabajando en estrecha colaboración con su entidad homóloga riopedrense.
Según Aybar, el plan es que el Caepd, del cual es director, funcione tanto como un centro de educación e investigación teórica como de consultoría y asesoramiento.
Precisamente este miércoles, el Caepd estará llevando a cabo una casa abierta a partir del mediodía, como parte de la celebración de los 70 años de servicio del Departamento de Educación Física de la UPRRP, desde donde esperan comenzar a abrir nuevos caminos en un área en la que, a todas luces, falta mucho por descubrir.