La incertidumbre económica del país presenta varios retos sociales. Uno de estos está asociado al impacto que tendrán las medidas gubernamentales en los servicios dirigidos a la niñez y juventud. Sin embargo, este asunto ha estado ausente en las discusiones acerca de la llamada crisis económica. Esto es preocupante ya que los recortes presupuestarios tendrán serias repercusiones en la disponibilidad y calidad de los servicios de salud mental, salud física y educación que recibe esta población. Además, tiene el potencial de acrecentar la ya alarmante tasa de pobreza entre la población joven del país, la que, según el Instituto de Desarrollo de la Juventud, es aproximadamente de un 57%. Esto desemboca en un serio estado de injusticia económica y disparidad para un sector de la población que ha sido invisibilizado por su falta de representación política y las pocas oportunidades de influencia social.
Ante esta situación, diversos grupos de la sociedad tienen la responsabilidad de denunciar los efectos a corto y largo plazo de esta invisibilización. Entre estos se destacan las organizaciones de base comunitaria que ofrecen servicios de apoyo para fortalecer el desarrollo integral de esta población. El sector académico también tiene gran relevancia. La academia cuenta con un sinnúmero de investigaciones y proyectos de acción diseñados para entender y atender esta problemática. Estas investigaciones, llevadas a cabo por profesionales y estudiantes, han generado un cúmulo de conocimiento que tienen el potencial de transformar los escenarios donde la niñez y la juventud reciben servicios de apoyo. Estos sectores no solo deben servir de portavoces, también deben viabilizar la expresión propia de la niñez y la juventud en un proceso de colaboración y empoderamiento.
La crisis fiscal se desarrolla en un momento trascendental en nuestra historia y es en la crisis que tenemos la oportunidad de transformarnos y dirigirnos hacia un nuevo rumbo. Es por eso que, anclados en el trabajo de los diferentes grupos de la sociedad, debemos generar un plan de país que fortalezca la situación actual de nuestra niñez y juventud y consolide un futuro lleno de promesas para su desarrollo individual y colectivo. Este plan debe ser guiado por principios como los establecidos por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas en el cual se establecen como prioridades: aumentar el empoderamiento económico de la juventud; fortalecer la participación social de los jóvenes y aumentar su participación en la toma de decisiones a nivel político e institucional; y fortalecer su involucramiento en el desarrollo de la resilencia comunitaria. El impacto de este plan debe abarcar a todas las agencias gubernamentales que provean servicios a esta población. Además, debe influir en la visión y en los servicios ofrecidos por las organizaciones de base comunitaria y en las investigaciones que se generan en las instituciones de educación superior públicas y privadas del país.
Para aumentar el empoderamiento económico de nuestra juventud debemos, primeramente, atender las serias deficiencias que tiene nuestro sistema educativo. Estas deficiencias incluyen problemas a nivel estructural, reflejados en la preparación adecuada de planteles y la falta de materiales para nuestros maestros y maestras. Además, abarcan problemas de visión educativa, servicios a la niñez de educación especial y la organización y función del Departamento de Educación. El resultado de estas deficiencias desemboca en un aumento en la brecha de oportunidades para jóvenes de diversos sectores socioeconómicos. El empoderamiento económico de nuestra juventud además requiere la generación de oportunidades de empleo y empresarismo. Estas oportunidades deben fortalecer las destrezas de esta población, particularmente, aquellos jóvenes que provienen de comunidades desventajadas y proveerles acceso a escenarios de trabajo de calidad. Las iniciativas que se generen en esta dirección deben ir acompañadas por políticas públicas que garanticen su sustentabilidad y que establezcan procesos de rendición de cuentas a corto, mediano y largo plazo.
Una de las serias deficiencias de nuestro sistema político y social es la falta de representación de la niñez y juventud en procesos de toma de decisiones. Esta deficiencia es apoyada por ideologías culturales acerca de esta etapa de desarrollo; visiones que resaltan aspectos negativos de estas poblaciones y no sus fortalezas y derechos. Como adultos tendemos a ver a la niñez y la juventud como personas que no están preparadas para contribuir de manera seria y formal a procesos sociales complejos. Otros piensan que debemos proteger la inocencia de esta etapa, desvinculándolos de los problemas que atañen a los adultos. El resultado es la enajenación de este sector de la sociedad en procesos sociopolíticos que les afectan. Además, genera un desarrollo ciudadano deficiente que, en el mejor de los casos, se reforma en los años universitarios para algunos. Esto, no solo sustenta la invisibilización de esta población sino que nos posiciona desfavorablemente ante otros países a nivel mundial.
Vital la inclusión en los procesos sociopolíticos
Anclados en la Convención sobre los Derechos del Niño adoptada por Organización de las Naciones Unidas, existen países que han generado estrategias a nivel nacional para la inclusión de la niñez y la juventud en procesos sociopolíticos. Las estrategias incluyen: parlamentos de jóvenes, consejos comunitarios de esta población, y consejos de jóvenes a nivel nacional. Asimismo, existen iniciativas para incluir a los jóvenes en procesos sociopolíticos a nivel mundial. Puerto Rico necesita generar programas que provean destrezas a este sector y que les facilite su inserción en los debates públicos, particularmente, en asuntos que les afectan.
La inclusión de la juventud a nivel sociopolítico también redunda en un aumento de la resilencia comunitaria e individual. La resilencia individual no es una característica mística que tienen algunas personas; su desarrollo se centra en las estructuras sociales de apoyo que tiene la persona para lidiar con sus dificultades. Esto se logra en sociedades donde la niñez y la juventud son incluidas en procesos decisionales y donde los programas y servicios son desarrollados con la meta de apoyar su desarrollo integral. El beneficio de estas estrategias también se siente a nivel comunitario ya que estas comunidades utilizan el recurso de sus jóvenes para fortalecerse y reponerse en situaciones adversas.
Para lograr estas metas debemos generar espacios de diálogo y colaboración entre los sectores que trabajan con estas poblaciones, incluyendo la academia, las organizaciones de base comunitaria, y el sector privado y el gobierno. En un intento por crear y desarrollar ese diálogo, el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), de la Universidad de Puerto Rico, y el Instituto de Desarrollo de la Juventud llevarán a cabo la primera Conferencia Avances en Investigación y Acción con la Niñez y Juventud. Esta será los días 11 y 12 de septiembre en el RUM. Para más información puede visitar la página web www.uprm.info/aipnj2015.
El autor es profesor del Departamento de Psicología Recinto de Mayaguez de la Universidad de Puerto Rico.