En los últimos meses se ha intensificado un interés sorprendente con el tema de la emigración puertorriqueña y las encuestas sobre el tema, tanto en la prensa diaria así como por las agencias gubernamentales relacionadas con el asunto. Varios aspectos han sido mencionados que ameritan aclaración, comenzando con los términos o conceptos mismos que describen el fenómeno.
Se usa indiscriminadamente el término emigración y migración que en efecto son sinónimos, implicando la acción y el efecto de pasar de un país a otro para trabajar o residir en él. No obstante, el concepto científico de migración se relaciona también con el movimiento interno: movimiento de población dentro del territorio principal de una unidad política (Diccionario de sociología, Fondo de Cultura Económica). Siendo así para evitar la carga ideológica que el uso de ese concepto pueda tener, algunos estudiosos preferimos usar el término emigración para referirnos a la salida del país, usando migración para referirnos al movimiento dentro del país. Por lo tanto, se es emigrante si el destino es allende los mares y migrante cuando el movimiento es de Las Marías a San Juan o de Fajardo a Río Piedras.
Los asimilistas usan preferentemente el término migración para aparentar que somos parte integrante de los Estados Unidos, sin tomar en consideración las diferencias lingüísticas y culturales y la idiosincrasia etnocéntrica y racista de esa nación. Los Estados Unidos, además de la pirámide de clases sociales, mantienen otra que es la étnica-racial. Ambas pirámides interactúan y se nutren una a otra validándose entre sí. Las razones de esto son históricas y es lo que llevó al gran economista sueco Gunnar Myrdal a referirse al asunto como el “gran dilema” de esa nación (An American Dilemma: The Negro Problem and Modern Democracy. Harper & Brothers Publishers, N. Y., 1962).
Inmigración, por el otro lado, es el término que se usa, considerado desde el punto de vista del país receptor, por lo tanto, los puertorriqueños somos emigrantes al salir de Puerto Rico e inmigrantes al entrar a residir a Estados Unidos o cualquier otro país.
Otros conceptos que merecen aclaración son emigración de retorno o de regreso y circulación o movimiento circulatorio de los emigrantes. Emigración de retorno o de regreso se refiere a aquellos que regresan, ya sea por cuestiones de salud, clima, familia, idioma o costumbres. Regreso que puede ser inmediato o al corto tiempo, o quizás en la etapa del retiro o jubilación. Es en este último caso que más usamos el término actualmente. Circulación es un concepto que se relaciona más con el empleo y la economía y que responde al movimiento emigratorio relacionado a las oportunidades de empleo disponibles. O si se quiere, en busca de contacto con el capital, que responde a una perspectiva materialista de la sociedad.
Uno de esos factores que han llamado la atención de parte de varias de las agencias gubernamentales es el del rápido envejecimiento de la población puertorriqueña, y más al relacionarlo con la emigración de regreso, no obstante, ser un tema que se lleva investigando hace décadas y sobre el cual no se ha establecido aún una política pública (Muschkin, Clara. “Los efectos de la migración en el envejecimiento y el crecimiento de la población en Puerto Rico: 1960-1980”, en Corrientes migratorias en Puerto Rico, Juan E. Hernández Cruz, Editor. CISCLA, Universidad Interamericana, 1994).
La mediana de la población en Puerto Rico es 40 años o más, por lo que puede ser clasificada como de adulta mayor o envejeciente. Esta es una población que también se le llama acreedora por haber cumplido su ciclo de productividad y depender en muchos aspectos del estado, lo cual requiere inversiones sociales, que a la larga empobrecen a la sociedad.
La prensa diaria ha destacado también algunas proyecciones que se han hecho para el 2017 y 2018 en que se espera que la cantidad de muertes en Puerto Rico sobrepase el número de nacimientos, lo que intensificará las curvas de nacimientos y defunciones (Cortés Chico, Ricardo. “Más decesos que nacimientos”. El Nuevo Día, 29 de mayo de 2016). Eso es, que los nacimientos no sustituirían las defunciones, achicando así las posibilidades de un aumento poblacional y creando una población estacionaria. Esas proyecciones además han establecido que la población envejeciente (65 años o más) que actualmente se estima en 19% para el 2050 podría aumentar a un 39.2% (Departamento de la Familia, 2016).
El problema es que esas proyecciones se han hecho sobre tierra movediza, pues se hacen en el contexto de un éxodo poblacional enorme del sector intermedio de la población, que resulta ser el más joven y productivo y que a su vez emigra con sus hijos pequeños. Este movimiento coincide con el de retorno de los envejecientes jubilados y tiene el efecto de envejecer aceleradamente a la población total como hemos establecido antes. Por lo tanto, cualquier predicción al respecto pierde validez.
Debe explicarse también que las curvas de nacimientos y defunciones no son los únicos criterios a observar en el crecimiento poblacional; la emigración, el retorno o regreso y los nuevos valores sociales y culturales respecto al matrimonio y la familia, inciden también sobre el asunto.
Las últimas encuestas sobre el tema de la emigración que enfáticamente advierten que el pronóstico de que “se reduce la intención de emigrar” necesariamente no implica que se concretará en “menos migración” en los próximos años (“Puerto Rico hoy: la encuesta. Se reduce la intención de emigrar”. El Nuevo Día, 6 de junio de 2017). El artículo periodístico mencionado destaca la opinión de un demógrafo, Raúl Figueroa, de que “cualquier cosa que ocurra puede ser un detonante para que miles de personas salgan del país”.
El éxodo emigratorio del País es indetenible sobre todo el del sector joven de 18 a 34 años, quien en la encuesta citada no se enfoca adecuadamente ya que se ignora a los estudiantes universitarios de cuarto año o recién graduados. A esos que sí contestarían es “muy probable” o “bastante probable” a la “probabilidad de mudarse fuera de Puerto Rico en el próximo año” según el sondeo publicado, no se les encuesta.
¿Será porque esos ya requerirían otra clasificación como “fuga de cerebros” la cual es evadida oficialmente en Puerto Rico por las implicaciones ideológicas y políticas? Las encuestas después de todo pueden ser manipulables, de acuerdo a la muestra que se tome y a las preguntas que se hagan.