Bien, pues llegó el momento de ponernos técnicos, de hacerle caso omiso a la historia centenaria de un deporte profesional lleno de caprichos y discrímenes, de hablar de matemáticas. Sí, esto va a ser tedioso. Mecánico. Quizás hasta robótico. Pero no hay de otra.
Es que si queremos entender lo que realmente necesita un dirigente puertorriqueño para alcanzar un puesto como manager de algún equipo de Grandes Ligas hay que saber que, por culpa de las estadísticas y sus tendencias, el juego de pelota ahora mismito se trabaja de una forma muy distinta a como era hace unos años. Aparte de todo lo que hemos hablado con respecto a las administraciones de las Grandes Ligas y las posibles inclinaciones discriminatorias de sus dueños y gerentes generales, en estos momentos se juega algo que el propio dirigente Edwin Rodríguez ha denominado como “el nuevo béisbol de las tendencias de estadísticas”.
“Yo diría que esto es algo que se puso en boga hace como seis o siete años. Se trata de analítica, de estadísticas. En estos momentos, a las organizaciones de Grandes Ligas puede que hasta les importe más la comunicación que el dirigente tenga con el Departamento de Estadísticas del equipo, que la que tenga con sus jugadores. Es más, yo diría que el dirigente es como una posición de asistente del verdadero manager del equipo, que es en este momento el Departamento de Estadísticas. Ahora mismo, ese departamento discute las jugadas durante el mismo partido e incluso tiene la voz principal a la hora de construir un equipo, y luego le pasa esa información al dirigente”, expresó Rodríguez, primer dirigente puertorriqueño en ser manager en propiedad de un equipo.
Mako Oliveras, máximo dirigente ganador en el béisbol invernal puertorriqueño, coincidió en que ya la posición de dirigente no es una de poder en un equipo de Grandes Ligas. Incluso, fue más lejos, al indicar que la posición en las Ligas Menores ha depreciado mucho, y que el énfasis en las ligas instruccionales de otoño e invierno que se dedican a tratar a los jugadores según las estadísticas ha ocasionado una merma en la pelota caribeña como escenario clave para el desarrollo de prospectos y estrellas.
Ligas instruccionales vs. Béisbol invernal
“Te voy a hacer una pregunta: ¿Por qué antes acá, al Caribe, venían un montón de peloteros buenísimos, como Dusty Baker, Hank Aaron, Sandy Koufax, peloterazos buenísimos, hasta las décadas de los ochenta y los noventa, venían Mike Schmidt, Ken Griffey Jr., Gary Carter? Si chequeas la historia de béisbol, eso se fue acabando al inicio de los 2000. ¿Por qué? Los equipos entonces se dedicaron a hacer sus estrellas en las ligas instruccionales, como la Arizona Fall League, por ejemplo. Ahí es que envían ahora a los prospectos”, explicó Oliveras, antes de abundar sobre la diferencia de ese tipo de béisbol de otoño y el que se juega en el Caribe para esas fechas.
“Por ejemplo, primero intentaron que sus estrellas se desarrollaran en el Caribe y querían supervisarlas enviando a dirigentes americanos acá, como pasaba mucho en Puerto Rico durante los ochenta y noventa. Pero vieron que este béisbol no es el mismo. Acá si no ganas, te vas”, dijo.
Oliveras recordó cómo en 2008, cuando dirigía en Mayagüez, el coach de lanzadores Rafy Chávez, que también era el coordinador de picheo de Liga Menor de los Yanquis de Nueva York, consiguió que le dieran permiso para jugar con los Indios al serpentinero Ian Kennedy, que ahora está con los Padres de San Diego.
“Pero venía con muchas restricciones, como si estuviera en una liga instruccional de otoño. Que si no puede lanzar más de cinco entradas. Que si tenía que descansar tantos días ente partidos. Hay otras regulaciones, por ejemplo, que si un lanzador es relevista no puede lanzar más de dos entradas. Todo eso son medidas de liga instruccional y los equipos tienen que entender que el winter ball no es béisbol instruccional. A los equipos de Grandes Ligas no les importa si aquí se gana o se pierde, solo les importan sus jugadores, pero en el béisbol invernal nos importa ganar. Sea en el país que sea”, acotó.
“Y yo veo algo parecido en las Ligas Menores, porque allí, al fin y al cabo, uno no es un dirigente, uno es un supervisor”, prosiguió Oliveras, quien durante muchos años dirigió en las Menores con distintas organizaciones. “Porque si tú no mandas, si manda otro, tú no diriges, tú solamente supervisas e informas al que manda qué es lo que está pasando. Y todo esto, todo esto que te he dicho tiene que ver con las estadísticas”.
Rodríguez, por su parte, confiesa ser parte fiel de esta nueva revolución de estadísticas en el béisbol. De hecho, reconoce que “los Marlins todavía utilizan en su sistema de Liga Menor algunos sistemas de tendencias de estadísticas que yo diseñé”. A la misma vez, coincide con Oliveras en que el poder del puesto de dirigente, tanto en Liga Menor como en Grandes Ligas, ha decrecido considerablemente.
“Claro, hay dirigentes que tienen un gran pedigrí, que son figuras, como Tony LaRussa, Bobby Cox, Joe Torre. Pero en los últimos años, los que han alcanzado ese standing en las Grandes Ligas son los que han logrado adaptarse y entender cómo se manejan esta cuestión de las tendencias de estadísticas”, dijo Rodríguez. “Ahí yo incluiría a Bruce Bochy, de San Francisco, que empezó a pulirse en esto con San Diego, o a Joe Maddon, de los Cachorros de Chicago, que fue mano derecha de Mike Sciocia durante el campeonato (2002) de Los Angelinos de Anaheim, y luego siguió puliéndose con Tampa Bay”.
En el caso de Maddon, señaló Rodríguez, su habilidad para adaptarse a “las tendencias de estadísticas” fue clave para que este año Chicago tuviese el éxito obtenido, y para el desarrollo de jugadores que a una joven edad ya despuntan como estrellas, como el toletero estadounidense Kris Bryant, el bateador boricua Javier Báez y su compatriota, el lanzador Jake Arrieta, y el fenómeno cubano Jorge Soler.
El curioso caso de Jeff Luhnow
“Pero si hay algo que puede demostrarte cómo ha cambiado el béisbol en favor de las tendencias estadísticas, mira el caso del gerente general de los Astros. Ese tipo vino de la empresa privada, de nada de béisbol, pero de mucho de estadísticas, y se ha quedado con el canto”, apuntó.
Rodríguez se refiere a Jeff Luhnow, un ingeniero y consultor gerencial que en 2003 dejó la empresa que él mismo había fundado, Archetype Solutions, para aceptar un puesto de gerencial con los Cardenales de San Luis. Cuenta la historia que el dueño de los Cardenales, William DeWitt Jr., buscaba a alguien que lo ayudara a manejar los Cardenales de una manera más analítica y basada en data estadística. Entonces le ofreció un puesto a su pana Lunhow, con quien ya llevaba años trabajando en otros negocios. El resto es historia.
“Desde entonces, San Luis no ha dejado de ser un contenedor de cuidado. Todos los años sigue entre los favoritos. Y eso, que ahora el tipo está con Houston”, señaló Rodríguez.
Eso es así. Con la sapiencia de Luhnow, San Luis ganó títulos en la Liga Nacional en 2004, 2006, 2011 y 2013. Y ganaron la Serie Mundial en 2006 y 20011. Desarrollaron bestiales talentos como Albert Pujols y Yadier Molina. Aprendieron a conseguir contratos basados en tendencias de estadísticas a los que pudieron sacarle el jugo, como a Carlos Beltrán en 2013. Sobre todo, cambió el juego, según entiende Rodríguez.
“Mira esto, para que entiendas, en 2011 empezó como gerente general con los Astros. Los Astros en 2012 reciben el primer turno en el Sorteo de Novatos. ¿Y a quién escogieron? A Carlos Correa”, sonrió Rodríguez. “O sea, este tipo sabe lo que hace. Sus escuchas saben lo que hacen. Se trata de bregar con tendencias de estadísticas, una filosofía que incorporó en el béisbol desde su experiencia en la empresa privada”.
El impacto de Luhnow fue tal en San Luis y Houston, que tan reciente como en junio de este año surgieron informes de una investigación del FBI por unos supuestos hackers de los Cardenales que habían penetrado la fuente de datos de los Astros, supuestamente para recuperar información que inicialmente había robado Luhnow. Todo resultó ser un fiasco más grande que Pete Rose negando que apostaba durante la década del setenta.
Bill James y las ‘sabermetrics’
Bueno, pero esto de las estadísticas tira para tantos lados que tuvimos que buscar un especialista en estadísticas de béisbol para que nos dijera cómo ve la cosa. Jossie Alvarado lleva años con la cabeza llena de numeritos. De arriba a abajo se sabe cuánto batearon inmortales como Roberto Alomar o Peruchín Cepeda y conoce al dedillo el porciento de bases que este año tuvieron jovencitos como Francisco Lindor o Carlos Correa. Para Alvarado, el béisbol ha cambiado mucho debido a las estadísticas, pero su carácter reaccionario hace que continúe tan impredecible como siempre.
“¿Tú sabes quién es Bill James, el de las ‘sabermetrics’?”, disparó Alvarado.
Para que conste, la definición de ‘sabermetrics’, que en español no cuesta otro remedio que traducirlo a sabermétricas, se define como la aplicación del análisis estadístico a los récords de béisbol con la intención de comparar las actuaciones individuales de los jugadores. En otras palabras, no es otra cosa que el estudio matemático del béisbol. El término surge en 1974, cuando el estadístico e historiador James se unió con Pete Palmer y Dick Cramer para cofundar el Comité de Análisis Estadístico SABR, el cual, con el tiempo, se convirtió en el centro erudito de las estadísticas beisboleras.
Ok, ok, ¿han visto la película Moneyball? En 2012, este film recibió cinco nominaciones a los Oscares: Mejor Película, Mejor Actor para Brad Pitt, Mejor Actor Secundario para Jonah Hill y Mejor Adaptación de Guión. Bueno, pues esa película viene de un libro que se llama ‘Moneyball: The Art of Winning an Unfair Game’, escrita por el periodista financiero Michael Lewis. Y ese libro se basa en la forma en el que el dirigente de los Atléticos de Oakland de 2002, Billy Bean, usó las técnicas de ‘sabermetrics’ para poder competir con equipos de mayor poder económicos, a pesar de que, en el papel, su talento no comparaba con el de clubes con salarios más abultados.
Nada, si no ha visto esa peli, aquí está el tráiler, motívese, véala y entonces puede entender mejor de lo que hablamos:
Y si aún quiere saber más de los ‘sabermetrics’ de Bill James y tiene tiempo, aquí está una conferencia de casi una hora que el experto ofreció en 2013:
Sigamos. Hablábamos de estadísticas con uno de los más hábiles en esto. Pero hasta el más que números tiene en la chola no puede evitar dejarse seducir por el béisbol.
“Pues puede haber todo eso de tendencias de estadísticas, las sabermetrics, hasta las repeticiones instantáneas que ahora se usan, pero ni siquiera así se puede decir a ciencia cierta qué puede pasar dentro del terreno. Esto es un juego de reacción y el que quiera dirigir tendrá que entender eso siempre”, dijo Alvarado.
Eso es así, el béisbol se trata de reacciones, tanto dentro como fuera del terreno. Y en el caso de los dirigentes, mucho tiene que ver con las reacciones fuera del terreno… reacciones como las que Oliveras y Rodríguez contaron en la segunda parte de esta serie, cuando les tocó lidiar con el discrimen de los gerenciales para con los latinos… reacciones como las que deberán tener Alex Cora, Santitos Alomar y el resto de los potenciales dirigentes que sean entrevistados por los clubes de Grandes Ligas.
Ya dentro del terreno, la bola es redonda y viene en cajas cuadradas, como dice ese viejo adagio beisbolero. ¿Podrá finalmente el béisbol boricua conquistar esta nueva frontera y establecer su cepa de dirigentes? Todo apunta a que este partido se irá a extra innings. Lo importante siempre, recuerden, es llegar a primera.
Vea también las primeras dos partes de esta serie:
La nueva frontera del béisbol boricua: ¿Dónde están los dirigentes?
La nueva frontera del béisbol boricua: El ‘foul ball’ del discrimen