Para esa gente que se esté preguntando porque la selección boricua U-17 de baloncesto repartió tanta pasta y queso estas pasadas dos semanas en el Mundial de Dubai, Emiratos Árabes, preste suma atención a lo que va a leer ahora.
Se trata de disciplina. Y para muestra un botón basta.
Diálogo Digital entrevistó al swingman de la selección nacional, Jesús Andrés Cruz Galarza, por la vía cibernética el pasado viernes, gracias a que el muchacho carga por Arabia con ese instrumento llamado iPhone. Pero no fue una entrevista normal, más bien, parecía un movimiento de balón en contra de los reglamentarios 24 segundos de media cancha.
“Sí, pero tengo nueve minutos antes de que nos quiten los teléfonos”, respondió Cruz al cuestionamiento de este rotativo sobre si podía contestar algunas preguntas.
Allá en la capital de la Unión de Emiratos árabes faltaban nueve minutos para las 10 de la noche, hora en la que los directivos de la selección despojan de sus máquinas portátiles y teléfonos celulares a los muchachos. Es parte de un protocolo para ayudar a la concentración y ha rendido dividendos.
Tras vencer a Francia, 70-63, gracias a una remontada de 25-15 en el cuarto parcial, en el cual la ofensiva de Cruz fue clave, Puerto Rico aseguró un duelo por el quinto puesto del mundo ante Canadá. En este enfrentamiento, efectuado hoy, los boricuas derrotaron al equipo canadiense, 65-63, finalizando como el quinto mejor equipo del Mundial.
Borinquén luchó por ese quinto lugar con un equipo que se ha criado junto, conforme al programa de selecciones nacionales que comenzó a desarrollarse hace unos años, el cual cuenta con dos fuertes: la identificación del talento puertorriqueño en cualquier parte del mundo y el desarrollo y la pulidez de las destrezas del baloncesto internacional.
En estos momentos, en el baloncesto puertorriqueño sucede algo como lo que sucedió a Argentina a finales de los noventa, cuando unos jovencitos conocidos como Luis Scola, Manu Ginobili y Fabricio Oberto comenzaban a desenvolverse juntos y como equipo en ruta a aquella histórica medalla olímpica de Atenas 2004, cuando medio mundo le entró a galletas al supuesto Dream Team estadounidense. El juego grande por ese quinto puesto era en la mañana siguiente y Cruz tiene menos de 10 minutos para atendernos.
“Pues entonces vamos a darle rapidito con esto. ¿Cómo ha sido esta experiencia de representar a tu patria?”, le decimos a través de mensaje directo por Twitter.
Jesús: “Esta experiencia de representar a mi patria ha sido una inolvidable que quiero repetir muchas veces más”, contesta en oración completa el actual estudiante del Colegio St. Francis que en unas semanas se entrará con una beca a Immaculata- La Salle High School en Miami, donde probará su talento ante los mejores de Florida, una de las ligas estatales de baloncesto más duras de Estados Unidos.
Diálogo Digital: Juegas de la posición uno a la tres, ¿dónde te sientes más cómodo?
Jesús: Me siento más cómodo en la posición dos.
Diálogo Digital: ¿Te ves algún momento en la selección nacional y mayores?
Jesús: Ese es mi mayor sueño, jugar en la selección de adultos. Si trabajo fuerte y ando con Dios lo puedo lograr.
Diálogo Digital: ¿Qué es lo más que te ha sorprendido de Dubai?
Jesús: Lo más que me ha sorprendido de Dubal es el skyline (vista desde arriba), tremenda vista.
Diálogo Digital: ¿Dónde te ves de aquí a 10 años?
Jesús ¿En 10 años? Con una bonita familia y jugando baloncesto profesionalmente.
Diálogo Digital: De la selección de mayores, ¿cuál es tu jugador favorito?
Jesús: Carlos Arroyo.
Había más preguntas, pero el tiempo nos venció. Y sonó la chicharra: “Me tengo que ir. Nos van a quitar los teléfonos. Mañana termino esto”, dijo.
Tranquilo, Jesús, ya usted ha hecho suficiente. Mantenga esa disciplina, que según nos cuenta, eso parece haberse mezclado con lo “fiebrú” que es en el deporte.
“Ese muchacho se sabe todo lo que es la NBA, el BSN, que si todo lo que es soccer, si es deporte, ahí está él”, nos contó Andrés “Kino” Cruz, uno de los cuatro hermanos mayores de Jesús.
Al hablar con Andrés, uno entiende que Jesús no tendrá nada que preocuparse en cuanto al camino de su joven carrera. Tiene cuatro hermanos que, según afirman, “siempre estamos pendientes de él”. Tiene a Tania, que es terapista física y a Natán, un veterano de Iraq que actualmente participa en el atletismo adaptado junto a un equipo de ex militares, así que en el aspecto deportivo y de disciplina adicional va cubierto. Y si por si acaso le toca bregar con la fama, ahí están sus otros dos hermanos músicos: Gabriel, quien recientemente participó en el reality show ¡Qué Viva!, que produjeron y condujeron los superestrellas pop Marc Anthony y Jennifer López, mientras que Andrés se pasa viajando el mundo hace casi una década como percusionista de Calle 13.
Ah y para colmo, tiene cuanta aptitud física existe. “Ese nene midió casi un pie cuando nació. Y ha jugado en cuanta liga hay. Es que aquí yo jugué básquet organizado y hasta papi (Andrés Cruz, sr.) estuvo en selecciones nacionales”, señaló Kino, a la vez que alababa también la crianza ofrecida por Vilma Galarza, madre de Jesús.
Por supuesto, está el hecho de que pertenece a la élite del estricto programa de equipos nacionales de Puerto Rico. Sí, ese mismo programa que no permite terminar entrevistas por Twitter. Enhorabuena por la disciplina. El futuro del básquet boricua no puede estar en mejores manos.